El reloj marcaba 94 minutos y 20 segundos. Faltaban 40 segundos para el final. Bélgica igualaba 2-2 contra Japón después de estar dos goles abajo. Emocionante. Los 42 mil presentes en el Rostov Arena braman. Y el mundo está expectante.
¿Es la última jugada del partido? Un tiro de esquina cae sobre el área belga y la mente de todos parece ya en el alargue. Pero habría más. Una acción más. La mejor del encuentro.
Courtois corta el centro con ambas manos. Avanza un par de metros en el área y apura el juego. Nadie lo bloquea. Cede por bajo para De Bruyne, quien controla y se da vuelta. Tiene la cancha de frente.
Lo que vino después fue simplemente espectacular.
El volante del Manchester City comenzó a encarar. Uno, dos, tres toques de balón en velocidad antes de ceder a la derecha para la aparición de Meunier, que acompañaba por la banda diestra. Y mientras esto ocurría, Lukaku corría primero a la derecha y luego a la izquierda. Arrastrando marcas, abriendo espacios, propiciando el escenario para el final perfecto que tendría aquel contraataque de manual.
Cuando el balón llegó a la derecha, todos los japoneses estaban mal posicionados. Unos siguiendo a la pelota y otros persiguiendo a Lukaku, que coronó su movimiento con una pantalla que permitió la aparición sorpresiva y sin marca de Chadli, quien recorrió 91 metros antes de conectar el balón. Para anotar en el epílogo, ganar el partido y meter a los suyos en los cuartos de final. Y todo en 12 segundos. De libro.
El tanto, además de la victoria, les da a los belgas un impulso emocional importante de cara a la ronda de ocho mejores, donde se medirán con Brasil. "Fue un triunfo fenomenal. Muy grande para nosotros. Era la clase de partido que necesitábamos para enfrentar con mayor confianza la próxima ronda", dijo Eden Hazard tras el emocionante encuentro ante los asiáticos. "Pudimos ser eliminados, pero demostramos mucho coraje y mucho carácter para seguir en carrera", agregó.
"Una remontada así, en los 90 minutos, es algo fantástico. Increíble", acotó, por su parte, el seleccionador belga, Roberto Martínez. Y es que el triunfo obtenido por su escuadra es inédito en la Copa del Mundo, ya que nunca antes en la historia de la competencia una selección revirtió dos goles sin la necesidad de jugar el alargue. Histórico.
"En algunos momentos jugamos mal y permitimos a Japón crecer y tomar confianza, pero estos jugadores lograron lo imposible. Mostrando toda su categoría, personalidad y concentración. Nunca se dieron por vencidos", agregó el DT, cuyo plan funcionó perfecto. En desventaja, mandó a la cancha a Fellaini y Chadli, a la larga gestores de la remontada, autores del 2-2 y el 3-2, respectivamente.
Los belgas sufren, pero zafan. Aunque ahora el desafío será mayor. Una contra letal; un Lukaku fenomenal y una prueba de carácter. Para seguir soñando en Rusia.