El gol tiene poco recorrido

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Sólo tres goles chilenos llegaron desde fuera del área. Y una de tiro libre. El remate de larga distancia sigue desestimado.



Uno de los mayores dolores de cabeza para Pizzi en la previa de Ecuador era encontrar la forma de llegar al gol. No era casualidad su preocupación, sobre todo porque se estaba fallando, más que en el finiquito, en la elaboración. Pero en el análisis público del técnico, parecía desestimar una situación que a todas luces resulta relevante en un fútbol donde los espacios son cada vez más escasos en los últimos metros: el tiro de media distancia.

No deja de ser curioso que una selección que tiene a disposición a jugadores como Vidal, Aránguiz, Alexis y Vargas, todos con un respetable remate, apenas haya acumulado tres goles desde fuera del área en las Eliminatorias. Y más extraño es que en 2017, incluso considerando la Confederaciones, el único tanto que llegó por esta vía fue el del tocopillano a Venezuela con un tiro libre. Un argumento desechado y a ratos ninguneado.

Es cierto que desde que Sampaoli fue mutando la forma de juego, pasando del vértigo desmedido al de posición, la forma de atacar de la Roja comenzó a buscar nuevos caminos al gol. Con Pizzi, salvo matices, se mantuvo en parte la idea de juego corto y movilidad y generación de espacios, logrando su clímax futbolístico en aquella recordada goleada ante México en la Centenario, en la que antes de varios goles hubo una seguidilla de toques en la gestación.

Y en esa nueva ruta al arco rival, las sociedades comenzaron a tomar mayor importancia. En ese sentido, si uno repasa los goles de Chile, se encontrará que al menos siete llegaron con una asistencia desde dentro del área. Y en casos como el de Sánchez a Brasil en la primera fecha o el de Vidal en Venezuela, la conquista pudo producirse antes del último pase, lo que habla de que no existe egoísmo en los metros finales.

Pero claramente, en la última parte del año, los caminos al gol comenzaron a cerrarse. Hasta la conquista de Vargas frente a Ecuador, la Roja acumulaba más de 400 minutos sin convertir, incluyendo la Confederaciones. La insistencia de buscar siempre el toque corto, pero ya sin la velocidad de pase adecuada, más la poca movilidad para la generación de espacios, hizo que muchos rivales tomaran nota para cerrarle los aminos. Es verdad que en Rusia el equipo se generó muchas chances, pero a su vuelta a Sudamérica, el volumen ofensivo dismuniyó. Sin ir más lejos, el jueves Chile, aparte de los dos goles, sólo creó un par más de situaciones claras para convertir. De remates de larga o media distancia, ni hablar.

Tomando en cuenta las circunstancias que se vivirán este martes, Pizzi debe tomar nota de este detalle. A Chile no sólo le cuesta convertir goles hoy, también le cuesta generarse ocasiones. Para colmo, desestima el argumento del remate desde fuera del área, como si se tratara de un sacrilegio. Y ante un rival como Brasil, que tiene una defensa casi inexpugnable, claramente se deben buscar caminos diferentes a los habituales. Un dato a considerar: de los últimos seis goles que le convirtieron a Brasil, amistosos y oficiales, dos llegaron desde fuera del área. Y ambos fueron obra de Vargas. Habrá que ver si en el Allianz Parque, el delantero recupera la memoria de uno de sus mejores argumentos.

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