Weiner Riascos (20) no se la podía creer. Cuando en el minuto 78 de partido entre Católica y San Luis marcó el 0-2 no supo qué hacer: "Se me vinieron muchas emociones. No sabía para dónde correr, si bailar o saltar. Al final se lo dediqué a los hinchas, que son los que siempre apoyan y los que se merecen las alegrías". Lo anecdótico es que su debut y su primer gol en primera división fue contra el equipo por el cual armó sus maletas y, sin compañía familiar, se vino a Chile hace ocho meses. Y que en la quinta región, además de desempeñarse como futbolista, hace también de peluquero. En la barbería Estilo Colombiano, en pleno centro de Quillota, recibe a La Tercera y muestra sus habilidades con la afeitadora y las tijeras.
El nacido en Cali comenzó a jugar al fútbol a los nueve años en las filas del Sarmiento Lora. Luego fue parte de las divisiones inferiores de Atlético Huila, donde logró en un par de ocasiones ser citado en el primer equipo. Contra Ríonegro Águilas, le dieron la oportunidad de entrar a la cancha en el complemento, pero no pasaron ni 13 minutos y por una fuerte falta, fue expulsado. Fue su triste debut en el fútbol mayor de su país, pero lo recuerda con humor. No fue nunca más considerado, salvo para partidos de Copa, menos relevantes. De ahí, vino a Chile en busca de una oportunidad.
Gino Valentini fue quien se fijó en él. Gestionó su venida a Chile para que el cafetero se probara en Universidad Católica. Estuvo 15 días entrenando y disputando amistosos con la sub 19 de la precordillera, pero no se quedó. La edad lo perjudicó, ya que el club universitario privilegió a jugadores más jóvenes y le comunicaron que no contarían con él. Para Riascos, fue un golpe duro: "Desde mis vacaciones que estaba pensando en Católica. En diciembre cuando supe de esta oportunidad, que lo único que estaba en mi cabeza era la UC. Desafortunadamente me cerraron las puertas. Me dijeron que si hubiera tenido un año menos, habría sido distinto, porque no lo hice mal. Ahí noté que igual les gustó mi fútbol, porque un día me hicieron entrenar con el primer equipo y Mario Salas me apodó El Rey de la bicicleta por mis gambetas y mi estilo encarador, parecido a Neymar. Algo tuvo que haber visto en mí".
Marcarle a los universitarios, fue su revancha: "Fue una cosa que me propuse desde hace dos semanas. Quería estar por lo menos citado en ese partido, porque no haber quedado con ellos me dejó muy triste. Cumplí una de mis primeras metas y ahora viene seguir trabajando fuerte para seguir siendo considerado por el profe. Quedan tres partidos importantes que nos pueden clasificar a la Copa Sudamericana".
Suena la cumbia en el Paseo Del Valle, el caracol del centro de Quillota. La peluquería Estilo Colombiano pone el ritmo. En el lugar, no sólo trabajan cafeteros, sino que también inmigrantes de Venezuela y República Dominicana. Al más puro estilo del Chile de hoy. Al llegar, las miradas de los trabajadores de la peluquería van hacia el rincón donde está Riascos. "Nuevamente te buscan, chico", le dice uno de ellos. Desde muy temprano que lo están solicitando. "Ya eres famoso", bromean con él. El delantero pone al entrevistador en una de las sillas de la barbería para demostrar su talento con las tijeras, la navaja y la máquina de afeitar.
En principio no quería dar entrevistas sobre su faceta de estilista, porque según cree, cuando cumpla malas actuaciones en la cancha, los hinchas lo molestarán y le dirán que mejor que jugar al fútbol se vaya a cortar cabellos. Cambió de opinión. Se muestra contento haciendo su oficio y cuenta cómo partió: "Me vine a atender porque necesitaba un corte y luego los chicos me invitaron a pasar el tiempo siempre que yo quisiera. Como lo pasaba bien acá, venía seguido Un día en que había mucha demanda y todos estaban ocupados, mientras yo veía como cortaban el pelo, me ofrecí para trabajar. No confiaron mucho en mí, menos la persona a la que le iba a cambiar el look. Igual accedió a que le cortara el pelo y hoy soy su peluquero favorito. Mientras los entrenamientos me lo permitan y económicamente lo necesite, seguiré con este pasatiempo. Aparte que mis compañeros aquí en la peluquería son como mi familia en Chile". Realizar el corte no le toma más de 20 minutos. Lo deja tal como se le pidió.
Mientras afeita, habla sobre la ciudad que hoy lo acoge: "Quillota me gusta demasiado porque es muy tranquilo, las personas son muy amables y el clima es muy agradable. En general el trato ha sido bueno, aunque no falta aquel que el color de piel le molesta. Hay gente que grita palabras malas, insultos o frases como 'andate pa tu país'. Yo no les presto atención. Creo que si uno viene con un propósito importante, son cosas que no deberian afectar".
Riascos termina su trabajo. No acepta el pago de los 5 mil pesos que cobra habitualmente por el servicio. "Va por cuenta de la casa", se ríe. Y confiesa su máximo deseo para su incipiente carrera como profesional: "Quiero llegar a un equipo europeo y volver a Colombia para jugar en algún grande de mi país, ya siendo un hombre maduro".