En el fútbol, el resultado manda. Marcelo Bielsa ha tenido una larga e inútil pelea en contra de esta verdad instalada y, parece, la perdió. Colo Colo hizo dos puntos más que Unión Española y se consagró campeón del Transición. Los medios se han encargado de resaltar todos los méritos del equipo albo, especialmente, su capacidad de derrotar de forma contundente a los rivales directos en la lucha por el título. También la gran capacidad goleadora del equipo y la buena cantidad de jugadores juveniles que actuaron durante la temporada. Los matices no caben cuando la copa está sobre la mesa, sólo queda espacio para la lisonja, el ditirambo y los adjetivos entusiastas. Matizar con el hecho de que el principal rival de Colo Colo, Unión Española, apenas tenía 15 jugadores, que su principal figura fue vendida a la quinta fecha y que terminó dependiendo de Gustavo Canales lesionado y al borde del retiro, suena a provocación. Aunque sea verdad. ¿Quién podía arrebatarle el Transición a Colo Colo? ¿Católica inexistente? ¿La U con un diletante en la banca? ¿Antofagasta con su plantel de tres pesos? ¿Everton que no tiene arquero? Y pese a esto, el título dependió de Octavio Rivero, cortado y sin posibilidad de jugar, que tuvo que ser perdonado por Guede cuando vio que el campeonato se le escapaba por tercera vez consecutiva. O que, disculpen no sumarme al coro, al final este Colo Colo apenas cumplió con su obligación, tomando en cuenta que tiene el plantel más caro por paliza del fútbol chileno, con dos jugadores por puesto. Sé que los números molestan, pero Guede, encumbrado a la dimensión de genio en este momento, tiene inferior rendimiento (62,1%) en la cancha que Hugo Tocalli (65,2%), Claudio Borghi (66,7%), Héctor Tapia (69,5%) y José Luis Sierra (64,5%).
Curioso el caso de Tito Tapia, fue campeón del Clausura 2014 con un espectacular 82,4% de rendimiento y no se armó tanta alharaca. Hizo debutar a Dylan Zúñiga, Camilo Rodríguez, Juan Delgado, Bryan Carvallo, Claudio Baeza, Álvaro Salazar y Nicolás Orellana. Pero nadie se acuerda ¿Por qué? Porque cumplió con su tarea histórica nada más. Después fracasó en la Copa Libertadores y lo echaron. Porque en Colo Colo te echan si quedas eliminado en la primera fase de la Copa. Por lo menos antes era así.
Ayer Pablo Guede se encargó, en una muy amable entrevista, de resaltar sus virtudes y capacidades en la banca. También de victimizarse como hace habitualmente. Dice que los medios lo acusaron de hacer negocios en Colo Colo. Debería hablar con su representante, Leonardo Cauteruchi, que en la edición del 23 de abril de El Mercurio dijo con todas sus letras que Guede estuvo en la mesa la renovación de Paulo Garcés ¿Y el tongo de Lanaro para que le renovaran en Católica? ¿Cómo jugó Lanaro esta temporada? Dice que lo acusaron sin pruebas de espiar a los rivales. Fue Germán Cavalieri, su ex ayudante ¿Se le olvidó? Dice que se metieron con su hijo. No Guede, fue usted quien metió a su hijo en Colo Colo y cuando la información salió publicada en as.com, mandó a su mujer a increpar a la periodista que escribió el artículo, que era 100% verdad. Muy valiente lo suyo. Ah, que no se olvide la represión sobre Leonel Herrera, cinco veces campeón en Colo Colo, quien osó criticarlo. Para eso utilizó a Raúl Ormeño, empleado multiuso del club hace años.
Si salir campeón es tener razón. Pues bien, Guede tiene razón. Si la probidad no importa nada, como en la época de Luis Santibáñez, qué le vamos a hacer. Usted ganó, su forma ganó, su prensa obsecuente ganó. No hay espacio para el análisis y la distancia, sólo para lanzar los fuegos artificiales.