Gustavo, el niño problema
"Ahora, está a punto de perder el año. Si aprueba, será con un 4. Con lo justo. Raspando. Capaz que hasta termine cambiándose de escuela"
Gustavo es complicado. En el último tiempo, se lleva bien con pocos. Antes era el alumno que todos ponían de ejemplo, el que sacaba los primeros lugares en rendimiento, pero ahora sus tareas las completa a medias. Ya no cumple sus objetivos. Eso sí, nunca tiene la culpa de nada. También se pelea con todos. Es el líder del curso, pero no vacila a la hora de poner en evidencia a los compañeros. Incluso si son más chicos que él. Lo miran feo por acusete.
Gustavo se ha puesto, incluso, bueno para las pataletas. En algún momento se las habían quitado a punta de castigos, pero hace un rato que le volvió la manía. La autoridad le exaspera. Si no le da en el gusto, se amurra y reclama. Nunca lo hace de la forma correcta. Otra vez, se está llenando de anotaciones negativas. Varias veces, de hecho, le han sacado de la sala y le han suspendido. Ahora último, volvió a pasar por la inspectoría, porque le levantó la voz a un profesor y le dijo unas cuantas groserías, porque hasta se puso malcriado. No le salió gratis. No podrá volver a clases en tres días.
Gustavo reclama por todo. Nada le gusta. Cada cierto rato, pide y pide. Casi siempre, lo que más cuesta conseguir. Sus padres se toman la cabeza a dos manos. No siempre pueden darle en el gusto. Le han explicado varias veces que no hay bolsillo que aguante tanto capricho. También le han dicho que se conforme con lo que tiene, porque también hizo berrinches en la tienda cuando tuvo que elegir. Varias veces, han apelado al argumento más extremo: que cualquier niño de su edad sería feliz con lo que ya le han dado. Y que hay otros que no tienen ni la mitad de lo que tiene a su alcance.
A Gustavo, también, se le han olvidado las lecciones más fáciles. Las sumas le cuestan y las restan le apremian. En las pruebas más importantes, falla. Todos le han dicho, de una u otra forma, qué tiene que hacer para que le vuelva a ir bien. Básicamente, no complicarse tanto. Pero, como es llevado a sus ideas, prefiere morir en la suya.
En el último tiempo, Gustavo se puso creativo y le dio por inventar fórmulas para resolver los problemas. Ninguna le ha dado el resultado correcto. Hasta sus mejores amigos se burlaron de sus ideas delante de todo el colegio En el libro le anotaron un uno. Fue un bochorno. Ahora, está a punto de perder el año. Si aprueba, será con un 4. Con lo justo. Raspando. Capaz que hasta termine cambiándose de escuela.
Gustavo es mi vecino. El más revoltoso y porfiado de la calle. Se parece bastante al técnico de Colo Colo.
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