Gustavo Huerta (63) volvió hace pocos minutos a El Salvador. Horas antes, Cobresal había igualado sin goles frente a Deportes Iquique, dejando escapar una opción para seguir escalando en la tabla. “Fue un partido durísimo. Veníamos de dos derrotas seguidas, jugando contra la UC, bastante bien, y después con Serena acá, que fue la que más nos dolió. Nuestro karma es la poca eficacia que hemos tenido a la hora de concretar las oportunidades que nos creamos. Terminamos perdiendo ese partido que nos dolió harto. Lo importante era recuperarse. Iquique que venía de una posición incómoda. Se dio una dura batalla. Nos sentimos favorecidos por el empate”, resume el estratega en la edición más reciente de El Diván del Kily, de El Deportivo de La Tercera.
Están undécimos, ¿el objetivo es más ambicioso que eso?
Sin dudas. Nuestra aspiración es mejorar lo que hicimos el año pasado, donde llegamos a instancias iguales con respecto al puntaje con los equipos que clasificaron a Sudamericana. Lamentablemente, terminó el campeonato antes y no pudimos aspirar a eso. Nuestra intención es clara. Siempre pensando que el equipo tiene que estar en Primera División y con la ilusión de lograr puestos importantes en la tabla.
¿Qué análisis haría de esta temporada tan irregular?
Nos afecta la cantidad de viajes que tenemos. En diciembre tenemos seis partidos. Luego, en enero, serán ocho. Es algo inusual en nuestro fútbol, sobre todo por las distancias, específicamente la nuestra. Estamos expuestos a todo en función de cómo terminamos el campeonato pasado. Se le hizo un daño enorme a nuestro fútbol, a la industria, a lo que implica dejar afuera a mucha gente que se retiró, empresas, sponsor, apoyando una causa que a lo mejor puede ser justa, pero el fútbol debe estar ajeno a esas situaciones. Hubo clubes a los que que les interesó muchísimo terminar el campeonato: equipos que estaban por descender, clasificados a copas. Buscaron ese interés.
Ronald Fuentes, otro cobresalino, hoy en la banca de Unión, dijo que “el VAR es una mierda”, ¿coincide con esa apreciación?
La opinión es respetable. Bastante fuerte la de Ronald. Pero en esto quiero ser más cauto. No se trata de evadir el tema, es ponerlo en su lugar. En el fútbol, un juego tan dinámico, los entrenadores nos equivocamos muy seguido, los jugadores también, y los árbitros no están exentos de eso. Dentro de lo que es una campaña, analizo la cantidad de veces que fui perjudicado por cobros arbitrales y son muy parecidas a la cantidad de veces que fui “ayudado” por cobros arbitrales. Estamos expuestos a los errores. Los árbitros tampoco están claro en muchas situaciones, de cobros de manos, fueras de fuego, que a nosotros nos han afectado pero también nos han favorecido. Me cuesta ser tan fuerte para descalificar.
El VAR llegó para terminar con las dudas y eso en el fútbol chileno no ha pasado…
Eso es lo que siempre pensamos, que iba a haber más justicia en muchas jugadas. Pero no se ha dado, aunque no solamente en Chile. En otros lados también. Se han visto muchos reclamos con respecto al VAR. Donde más lo he notado es en los fuera de juego y en las manos dentro del área. He conversado con algunos árbitros y están en ese dilema también. Cuándo realmente la mano influye para que sea gol o para cobrar un penal. Sé que entre ellos ha habido reuniones con opiniones dispares en temas específicos. Espero que haya una unidad de criterio para que en la etapa más importante del campeonato se pueda rectificar ese tipo de errores.
¿Cómo fue encontrarse de frente con el Covid-19, del que fue diagnosticado?
Fue extraño porque dentro del grupo que tenemos de trabajo, que somos alrededor de 50 personas entre jugadores, funcionarios, cuerpo técnico, y en nuestra oficina estamos en contacto. Pero el único que salió positivo fui yo. Dentro de todos los días que estuve en cuarentena nunca sentí ningún síntoma. Me llamaban todos los días los médicos para preguntarme. Mi señora que está aquí conmigo, de hecho salió negativo en el PCR. Cuando cumplí el día 14 me dieron de alta y al día siguiente fui a Copiapó a hacerme el examen de anticuerpos, y mi organismo no generó ninguno. Después me hice otro test y el resultado fue el mismo. Hasta me dijeron que pudo haber una posible manipulación respecto a la cantidad de exámenes que llevaban los tecnólogos, que se pudieron haber confundido. Por una parte buena, ya que no sentí ningún síntoma, pero por otro fue malo, por los 14 días encerrado.
¿Qué sintió cuando lo notificaron? ¿Temió por su vida?
Nunca tuve susto. Empecé a interiorizarme al máximo de todo. Me daban algunos remedios caseros. Al final, no hice nada. Traté de que fuera lo más normal posible. Lo que más me preocupaba era no ir a los entrenamientos. Me llegaban las grabaciones de las prácticas. Nunca tuve mayor preocupación.
¿Cuánto afectó al nivel del fútbol chileno la paralización por el Covid? ¿Ya se alcanzó la normalidad que proyectaban?
Pensé que nos iba a perjudicar mucho más, pero seguí viendo a los buenos jugadores y equipos aguantando cada vez más el rigor de los partidos. Solo lamentando las lesiones que empezaron a incomodar a algunos equipos producto de la intensidad del juego y la seguidilla de partidos. Pero, en general, no veo que haya sido tan perjudicial al momento de alcanzar un ritmo de juego alto.
A propósito, ¿le gusta el fútbol que se está practicando en Chile?
Me gustan muchos equipos que están jugando bastante bien, muy bien. Uno ve a La Serena en el último lugar y puede ganarle a cualquiera. O’Higgins cómo ha levantado. Ninguno es ganable porque sí. A Católica le está costando ganar. Unión, Calera, juegan muy bien. Hay un ritmo bueno y muy competitivo.
¿Por qué Colo Colo está peleando los últimos puestos?
Es difícil tener una opinión objetiva cuando uno no ha estado en la interna. Lo que aparenta hacia afuera es que los perjudicó bastante los líos con los dirigentes. Tomaron una determinación que ahora les está pasando la cuenta. Por el tiempo sin entrenar, los anticuerpos entre jugadores y dirigencia. Es difícil arreglarlo de un día para otro. Se pierden las confianzas. Los equipos que llegaron a un buen acuerdo con los jugadores normalmente están bien. Y donde hubo líos, como en Colo Colo, Temuco, Cobreloa, les ha costado recuperarse.
Hace unos días hablábamos de las propuestas tácticas que imperan en Chile. Concluíamos que la mayoría ocupa el sistema 4-3-3, ¿cuánto de convicción y cuánto de moda hay en esa elección?
Siempre se copia, pero lo fundamental es adaptar a los jugadores que uno tiene. En este caso la dominante clara es que la mayoría juegue en 4-3-3. Se ha vuelto a ocupar punteros, que han sido bastante efectivos en los equipos que los utilizan. La excepción puede ser Coquimbo, pero no creo que defienda con tres, cuando lo hace es con cinco y tres más, por lo menos así nos jugó a nosotros en El Salvador. La visión del técnico es buscar cómo organizar al equipo para sacarle el mejor provecho a sus jugadores. Si Coquimbo lo ha hecho así es porque les ha resultado y los jugadores lo sienten, que es lo más importante.
¿Es válido utilizar determinado sistema táctico sólo porque lo están utilizando los grandes equipos en el mundo?
Es fundamental el jugador. Recuerdo al Colo Colo de Mirko Jozic. Muchos quisieron emular esa organización de juego, pero sin tener a los jugadores. Es fundamental ver qué jugadores uno tiene y la forma de enfrentar los partidos, tanto para defender y atacar. Suena muy obvio, pero no es tan fácil sacarle provecho.
¿Se puede aplicar esa lógica al análisis de la Selección? ¿Siente que la distancia que los hinchas le han tomado al proceso de Rueda tiene que ver con el dogmatismo respecto de una forma de jugar?
Eso es producto del éxito que tuvieron Bielsa y con mayor razón Sampaoli, por los títulos, y Pizzi que tomó la bandera de Sampaoli con el otro título. Pero después el mayor problema que ha tenido Rueda es la poca cantidad de entrenamientos donde puede estar con sus jugadores. Ellos llegan dos o tres días antes a recuperarse del viaje para después enfrentar el partido. El no tener amistosos, no poder juntarse, todo eso repercute, sobre todo cuando hay jugadores que no están jugando en sus equipos. Influye el ritmo. Hay jugadores que no sé si soportan dos partidos seguidos a un gran nivel. Eso en algún momento asoma como un factor negativo a la hora de evaluar estos cuatro partidos que se han jugado.
¿Le gusta el trabajo de Rueda?
Me dejó un buen gusto el partido con Uruguay. Pero después, Chile ganando a Colombia y a Perú, el cómo enfrentamos los segundos tiempos no sé si fue producto del alza de los rivales o porque definitivamente se organizaron cerca del arco para ver cómo atacar. Eso no me gusta. Intentaban contraataques con saques de Bravo o pases largos de los centrales para ver si los rivales se equivocaban, con pelotas a la pelea, no con espacios o intención, a lo que salga. Defenderse tratando de lanzar la pelota lejos. Rifando el balón. El fue así en el segundo tiempo con Colombia y Perú. Para qué hablar del pésimo partido que se hizo con Venezuela. Queda en la incertidumbre que es lo que realmente quiere Rueda con el equipo.
La ANFP está apostando en grande. Va por Francis Cagigao, ex jefe de veedores del Arsenal, como director deportivo de las selecciones, ¿qué le parece la idea?
Como idea es buena en función del progreso del fútbol de las selecciones. Pero qué diferencia tiene un veedor con un jefe técnico al momento de manejar específicamente una forma de jugar, de entender nuestra idiosincrasia, cómo son nuestros jóvenes y cómo llegamos a ellos para hacerlos progresar. Me entran dudas. Si mi labor es ser veedor y estar viendo jugadores alrededor del mundo, puedo tener mucho conocimiento por ese lado. Pero estar trabajando en conjunto con los técnicos para elaborar un programa y buscar el progreso de nuestro fútbol en esas divisiones… no sé. Tendría que escucharlo y verlo. Un veedor, por muy famoso que sea, tiene una labor muy distinta a trabajar en cancha, con los técnicos, a elaborar programas de trabajo. Sin visiones diferentes con respecto al trabajo del día a día.
Usted estuvo en la Roja, como ayudante de Nelson Acosta, ¿es posible generar un proyecto común para el trabajo de las selecciones?
En la medida que todos colaboremos, perfecto. Si hablamos de las selecciones sub 15, sub 17 y sub 19, que ellos tengan mayor posibilidad de entrenar en conjunto, que tengan partidos, giras. Son proyectos que en el papel asoman como muy buenos, pero no sé por qué siempre hay impedimentos para eso. Ya sea económicos o porque a veces los clubes se molestan cuando les sacan a algún jugador. Es un tema muy recurrente en nuestro fútbol. Tenemos diez años de gloria en el fútbol y después desaparecemos 20.
Le pasó al fútbol chileno después del Mundial de 1998. Tampoco hubo una generación de recambio tan poderosa…
Es que los procesos no se llevan bien por la premura que vivimos los técnicos en cuanto a resultados. En la Selección del 98′ gran parte de los jugadores estaban en Chile y 15 días antes estaban trabajando para el partido que venía, con toda la ilusión de buscar la clasificación al mundial después de tantos años. Después ves esa cantidad de jugadores, con lo que significó lo bien que le fue a Chile en esa época, muchos se fueron al extranjero, pero la mayoría no jugaba. Venían a Chile cinco días antes y pasó lo que pasó. Chile salió último para Corea-Japón 2002. En esa misma época Chile fue a las olimpiadas y se salió tercero cuando se pudo ser campeón, con una muy buena generación de jugadores.
Le voy a poner un nombre propio para que se entienda esta disposición que deben tener los técnicos hacia la Selección. Si a usted le llaman a Juan Carlos Gaete, ¿lo presta sin chistar?
Sin dudas. Lo que pasa es que él es jugador del club y se valoriza él y el club también. Si aquí si queremos vender a Gaete, va a salir vendido por lo que va a proyectar en la Selección, no acá en el club. Hay un factor importante, que a veces no lo entendemos. A mí me tocó vivirlo en la Selección. La gran cantidad de jugadores que han salido es porque en la Selección ratificaron sus condiciones y se mostraron internacionalmente. Y eso, a veces, no se entiende.
A propósito de Gaete, ¿cómo está él en su consolidación profesional? Se lo pregunto porque en algún momento vino a Colo Colo y se tuvo que devolver.
Él está en un proceso de madurez donde tiene que dar ese paso. Él dio sus razones por las que no se quedó en Colo Colo. Puede ser justificado o no, pero lo que siento es que le gusta estar cómodo. No tiene vicios, tiene buen nivel de entrenamiento que, después, lo ratifica en los partidos. Después, tiene que dar un paso en su madurez personal para darse cuenta de las condiciones que tiene y del provecho que les puede sacar a esas condiciones en el fútbol. Espero que lo logre en el corto plazo porque es un jugador de proyección.
Esa sensación de comodidad es incompatible con el crecimiento en el fútbol.
Ese paso es el que tiene que dar. Sentirse también importante. En la medida en que uno lo hace sentir importante, tiene respuestas positivas. Su autoestima, a veces, me da la sensación de que lo complica un poco. Debe creerse un poco más el cuento y saber que puede luchar con cualquiera la posibilidad de jugar en cualquier equipo.
Hablando de equipos grandes, no puedo dejar de preguntarle por su paso por la U, ¿por qué fue tan corto?
Se dieron muchas circunstancias. Lo disfruté, obviamente, en su momento, pero también la pasé mal. Fue una experiencia valiosísima en lo personal y en lo deportivo para darme cuenta de qué tipo de presiones se viven en esos equipos. Me sirvió muchísimo. De repente, si pudiera contar intimidades, tantas situaciones que viví, no con los jugadores, con los que nunca tuve un problema, pero sí de situaciones externas. Más todavía que me tocó la quiebra. Predominaba lo económico frente a un grupo que estaba acostumbrado a que le dieran de todo. Fue fuerte. Fue difícil.
Imagino que la relación con el síndico, José Manuel Edwards, dejó una cantidad de anécdotas o de situaciones que, ya pasado el tiempo, quizás le gustaría comentar.
Con él, bien. Claro, él era ingnorante en la parte futbolística, pero tuvo el apoyo de Sergio Vargas. Él entendió muchas cosas. Era un tipo educado, caballero y muy respetuoso. Obviamente, privilegiaba que tenía que salvar a la U respecto del tema económico. Me acuerdo que en el último partido que dirigí en la U, que fue en Calama, me mandó un recado con Vargas, de que no tomara ninguna determinación y yo la tenía tomada. Dije que no seguía. Teníamos buena relación. A él le gustó mucho el tema prensa y quería estar en la mayoría de las conferencias con Marcelo Salas al lado. Y Marcelo no quería y yo tampoco lo podía obligar. En un momento malo nos pidió que todas las cosas internas no la hiciéramos públicas y el primero que falló en eso fue él. Pero, en general, tengo un buen recuerdo de él. Siempre me trató súper bien. Lamentablemente, no se pudo reforzar el plantel y luego vinieron los ajustes económicos que se empezaron a hacer.
Que Herly Alcázar no jugara en la final de vuelta, ¿tiene que ver con el encontrón que tuvo con Salas?
No. Herly ya venía con problemas. Generó problemas esa discusión, pero no para no jugar. Herly fue un jugador valioso, porque era el centrodelantero que las peleaba todas. Tuvo una reacción natural. He revisado esas finales un par de veces. En las dos jugamos mejor nosotros, las posibilidades las teníamos nosotros. En la ida íbamos ganando, nos empata Matías Fernández y luego nos hace ese gol de tiro libre. Y ahí vienen las reacciones. Quedó ahí. En el otro partido revertimos el partido y estuvimos más cerca nosotros.
¿Se habla mucho de fútbol en la mesa familiar de los Huerta? Se lo pregunto por su hijo, el periodista Gustavo Huerta.
Sí, conversamos, en general, pero hace tiempo que no tenemos la oportunidad. Hablamos todos los días por teléfono. Cosas tan específicas, no. Hablamos cosas más triviales, respecto del partido. Siempre digo que espero que no vea los partidos nuestros, porque sé, por lo que me dice mi señora, que se pone demasiado nervioso, pero en general no son charlas largas. Ya llevo tres años y un poco más en El Salvador.
¿El trabajo de Gustavo le ayuda a entender al periodismo? ¿Le gustan las críticas, el análisis, la forma en que se hace periodismo en Chile?
Sí. Es que son opiniones. Yo antes de llegar a la U trataba de escuchar todos los programas deportivos, quería interiorizarme de todos los equipos, saber del día a día, de los informes, que es parte de la pega. Después, viví algún tipo de presión, por gente contratada en algún diario, por empresas que estaban muy ligados al fútbol, por algún tema de un jugador específico y vi intenciones en algún comentario. Ahí dije ‘no escucho más’. Ahí me acostumbré a escuchar y a leer a algunos periodistas, de los que aprendo también. Uno empieza a entender la lógica del rating, de la polémica. Uno sabe que hay temas pauteados. Me empezó a generar un desgaste que no me estaba sirviendo.
El rol de investigación periodística de su hijo en la época de Sergio Jadue, ¿le perjudicó a usted?
Sí. Fui bastante afectado. Yo estaba de DT en Antofagasta en ese tiempo y su presidente, Osciel Guzmán, me contó que Jadue lo llamó para decirle que si no me echaba nos tiraría los árbitros encima. Después de que salí de Antofagasta, tuve posibilidades de dirigir que se caían de un día para otro y, claro, uno, preguntando, se enteraba de que se metía un asesor que tenía Jadue: “Así que quieren a Huerta. Por ningún motivo”
¿Usted nunca le pidió a Gustavo, como papá, que bajara un poco la intensidad de sus investigaciones?
Para nada. Incluso en algún momento yo estaba dirigiendo a la U y él estaba comentando. Perdimos en Coquimbo y dijo “Huerta sabe que si no obtiene resultados se tiene que ir”. Es su trabajo y se lo dije siempre. Cuando empezó a tener alguna importancia, le dije que en algún momento lo iban a invitar a alguna comida. “Si vas, ten claro cuál es el objetivo de la persona que te está invitando”. Él ha seguido su camino correctamente. Si ha tenido que criticar, lo ha tenido que hacer y yo lo entiendo. Él siempre quiso ser periodista deportivo. Quiso ser futbolista, pero le dije que no iba a ser un jugador que ganara plata. Que con mucho esfuerzo, a lo mejor, iba a jugar en Primera División, que no era un tipo brillante. Él decidió estudiar. En los cinco años que estudió nunca tuvo vacaciones. Ese esfuerzo debe ser recompensado. Y nadie le puede decir lo que tenga que decir. Menos yo.