Gustavo Poyet vive sus días más complejos en Universidad Católica. La distancia entre el uruguayo y su cuerpo técnico con los referentes del camarín cada vez es más profunda, lo que ha generado un ambiente tenso en San Carlos de Apoquindo. A esto se suma que el tricampeón del fútbol chileno solo ha ganado uno de sus últimos 10 partidos, incluida una derrota en el clásico universitario, por lo que la paciencia en el directorio de Cruzados se empezó a agotar.
Sin embargo, el charrúa no dramatizó con el momento de la UC. De hecho, destacó que hasta el momento han cumplido con todos los objetivos que le encomendó la directiva. Además, evitó referirse a peleas o discusiones internas, ya que, según él, no puede estar desmintiendo cada información que sale al respecto y porque tiene “códigos” que aprendió desde chico.
“Estamos concentrados en el trabajo y en lo que nos pide el club. Hasta el día de hoy, lo que me pidió el club se ha conseguido, y queda lo más importante, que es ganar el tetracampeonato, y estamos a tres puntos de la punta”, señaló.
El entrenador descartó renunciar. “No, no se me ha pasado nada por la cabeza, porque una de las primeras preguntas que hago a los directorios es que me pongan los objetivos del club. En ningún momnto uno se compromete a lograrlo, porque tiene que ver la relación con los jugadores y otros factores. Los objetivos que me han pedido se han ido logrando. La preocupación es que tenemos que ganar, que me gustaría tener más consistencia. Yo, en el momento en que firmo por un equipo, mi vida pasa por mi familia, mis amigos y el club y me entrego a muerte. Es lógico que haya un grupo de hinchas en redes sociales que no está contento. A quienes no estén contentos les digo que voy a ponerlo todo. Tenemos una chance bárbara de lograr el tetracampeonato”, aseguró.
“No tengo ninguna queja por parte de los jugadores. Se los he dicho. Ayer y hoy hemos entrenado de forma extraordinaria. Solo le mando un mensaje a la afición, de que queremos hacerlo lo mejor posible con ellos, que a veces hay altibajos, pero lo vamos a intentar todo”, agregó.
El uruguayo evitó hablar de conflictos en el camarín. “Lo que pasa dentro del club no comento nada. No va con mi forma de ser. Soy muy antiguo. Tengo unos códigos que aprendí desde muy chiquito en Uruguay. Les pido disculpas, pero de lo que pasa acá dentro del vestuario no hablo. Quizás soy de una época muy antigua del fútbol, pero no puedo comentar nada”, se limitó a decir.
Sin embargo, se refirió a la situación de su hijo y asistente Diego Poyet, quien saltó una reja en el estadio El Teniente, durante el clásico universitario. “Diego no estaba suspendido, estaba apuntado para estar en el banco. Por un tema de mirar el partido desde arriba, decidió mirarlo en la tribuna. Obviamente, no quedó para nada lindo que saltara la valla, pero no fue en búsqueda de ningún problema. Si a alguien le pareció que no era buena imagen saltar la valla, lo reconocemos como tal. Una reacción que no quedó muy bonita y estoy agradecido de que no haya pasado nada más”, reconoció.
“Cuando uno tiene un inconveniente muy continuo es porque no tienen culpa los demás. Si me expulsan cinco veces ya no es problema de los árbitros, lógico. Soy muy pasional. No me gusta perder. A Diego tampoco. Se han dado circunstancias mediáticas que no me influyen para nada. Afortunadamente, tengo un equilibrio emocional. No tengo redes sociales, sé cómo está la sociedad del mundo. Algunas cosas me las han contado y las sé. No vivo en Babilonia. En ningún momento intenté herir a nadie. Siempre fueron comentarios profesionales. A veces lo negativo vale más que lo positivo. Es el mundo en el que estamos viviendo. Nada es personal, todo esto es profesional”, añadió.
Sobre las palabras de Juan Tagle, presidente de Cruzados, quien desmintió los rumores sobre una reunión de directorio en la que se habría votado por la continuidad del DT, Poyet prefirió no explayarse. “Esto es fútbol. Soy un privilegiado. Nosotros podemos controlar ciertas cosas, quién juega y quién no, pero no puedo comentar sobre la directiva. No sabía que había dicho algo. El presidente dijo lo que dijo, y ahí queda. No puedo comentar mucho de eso”, apuntó.
A diferencia de otras ocasiones, esta vez hizo una autocrítica más profunda: “Soy el responsable. Yo decidí no hacer pretemporada por el poco tiempo que había. Decidí ganar la Supercopa, porque era el cuarto objetivo. El primero es el tetracampeonato; el segundo, clasificar a los octavos de final de la Copa Libertadores y, el tercero, darle importancia a los jugadores de abajo. Lo de la pretemporada no es una excusa. Le pasó a todo el mundo. Cuando empezamos a jugar los partidos no podíamos entrenar, porque jugábamos cada tres días. Hemos tenido muchas lesiones, y tenemos parte de responsabilidad nosotros. Eso hizo difícil mantener un once, una consistencia. Hemos ido a porrazos. Hay autocrítica, porque yo tomé las decisiones previas. También te digo que si al principio de marzo me decías que ahora estaríamos a tres puntos de la cima, que ganamos la Supercopa, que clasificamos en la Libertados y que tres sub 21 fueron a la Copa América, posiblemente, te lo firmaría”.
Gustavo Poyet no se mostró amedrentado por la vuelta de los hinchas al estadio y por el descontento que hay en redes sociales por el juego de la UC. “Es muy individual. Me imagino que el jugador que tiene mucha presencia en redes sociales le afecte. Por ahí, hay alguno que esté contento, porque capaz que cambiando al entrenador pueda jugar más. Yo los vi bien, ayer y hoy juntos, entrenaron a muy buen nivel. Ayer fue un día hermoso, de esos en que te vas a casa satisfecho. Hoy fue más táctico. Los veo bien. Ya veremos cuando vuelvan los fans. Somos todos distintos. Cuando a uno lo critican uno reacciona de distintas formas. Cada uno tiene la suya. Mi trabajo es intentar saber y ayudarlos lo más que puedo. Dentro de la cancha el que decide es el jugador”, cerró.