Horas más tarde, conmocionado pero no sorprendido por la noticia, Claudio Borghi reflexionaba sobre ese muchacho, apenas cuatro años mayor, que había conocido en el predio de Malvinas Argentinas donde entrenaba cuando era un juvenil. “Todos hablan de México 86- contaba el Bichi- pero el mejor Maradona es el de Argentinos Juniors. Lamentablemente hay muy pocas grabaciones”. Lo más valioso de un medio es el archivo, Todo lo demás se puede reemplazar: periodistas, equipamiento, edificios, ejecutivos... Pero el archivo, una vez perdido, nunca se recupera. No era raro que en épocas de crisis económica y frente a lo caras que eran las cintas, se borraran los registros y se volviera a grabar encima para ahorrar. Así fue como ese Diego Armando Maradona primigenio, desapareció para siempre.

Quedan pocos videos de goles, menos partidos completos, de Maradona en Argentinos. De lo poco, una joya que nuestros vecinos argentinos descubrieron hace muy pocos años: el amistoso contra Colo Colo un 11 de marzo de 1980 y transmitido por TVN. El valor del documento estriba en que esa noche de fines del verano en el Estadio Nacional, Maradona se mostró en la plenitud antes de la fama y la locura: veloz, explosivo, salvaje, imprevisible, fuerte, flexible, inteligente. Un jugador desatado que volaba sobre el pasto y que no conocía de obligaciones tácticas o ataduras planificadas. Que se divertía tanto jugando al fútbol, que podía soportar las peores patadas de los rivales. El video, a contrapelo de los miles de veces vistos (Boca, Barcelona, Mundial 86, Nápoles) es tan revelador, que no pocos programas de televisión en Argentina lo utilizaron en las últimas horas para ilustrar al genio fallecido.

De Maradona se podrán decir muchas cosas, como se han escrito millones de páginas con su nombre; tendrá tantos admiradores incondicionales que le aplauden hasta los más groseros errores como enemigos encarnizados que no le perdonan nada; se habrá construido una mitología exagerada y absurda donde se le atribuyen poderes mágicos; se le venerará como un santo y tendrá su propia iglesia… en fin, material para cubrir su lápida es lo que más sobra (así como nombres que contribuyeron a su prematura muerte), pero nunca se debe olvidar lo básico, lo esencial, la viga maestra de todo, eso que no está en los videos oficiales, ni en los documentales hagiográficos o en los recuentos rayados de tanto ser repetidos. Eso, que vio Claudio Borghi en el predio de entrenamiento de Argentinos Juniors y que nos regaló una presentación excelsa hace 40 años en Santiago, algo tan deslumbrante y original, que la maldita historia se encargó de borrar las pruebas de su existencia.