Pasa cada vez más seguido en las carreras de Fórmula 1. La entretención ya no está en ver qué hace el líder, sino al grupo que lo persigue. Quien se hace con la pole position tiene asegurada media carrera: a menos que una tragedia ocurra en la largada, quien parte primero suele quedarse con la bandera a cuadros.
Eso pasó en el Gran Premio de Francia. Lewis Hamilton se hizo con el mejor tiempo de clasificación y dominó de principio a fin. Gana sus carreras totalmente despreocupado, ya que mientras él se escapa, los demás se destrozan entre ellos.
Fue una carrera que comenzó accidentada. En la primera curva Sebastian Vettel (tercero) chocó por detrás a Valtteri Bottas (segundo), saliendo ambos de la pista. Más atrás, Pierre Gasly chocó a Esteban Ocon, destruyendo parte de la rueda delantera del francés y llenando la pista de restos de carrocería. El Safety Car entró y la acción se reanudó recién en la sexta vuelta, cuando Ocon y Gasly ya no estaban, y con Bottas y Vettel último y penúltimo, respectivamente.
Así que Hamilton lideró sin problemas. Max Verstappen, de Red Bull, asumió el segundo lugar tras el accidentado comienzo, mientras que Carlos Sainz cerraba el podio con su Renault. Pero el español no pudo mantener la posición frente al poderío de otros constructores. Pronto el tercer y cuarto lugar lo constituyeron Daniel Ricciardo y Kimi Raikkonen.
Vettel, más atrás, comenzó a subir puestos de manera desenfrenada. De la 17ª posición escaló a la 5ª, sumando los suficientes puntos como para que Hamilton no se le escapase. Eso sí, al ingresar a pits fue penalizado con cinco segundos por el choque a Bottas, por lo que terminó a más de un minuto del primer puesto.
Hamilton vuelve a retomar el liderato del Mundial.