Ocurrió en el duelo ante Curicó y en la jornada de este sábado, volvió a suceder: los hinchas azules ingresan punteros láser al estadio y comienzan a iluminar los rostros de los rivales durante el juego.
Y si bien, esta vez el árbitro Fernando Véjar intentó frenar su uso, al interrumpir el juego en al menos dos oportunidades, la conducta anti-deportiva continuó su curso. Tampoco sirvió que por los parlantes del recinto de Independencia pidieran una y otra vez que guardaran dichas herramientas, porque los árabes siguieron con la mancha verde en su rostro, cada vez que tocaban la pelota y se iban en demanda del arco de Hernán Galíndez.
Fue tanta la presencia del láser, que hasta de un departamento cercano, se lanzó la luz hacia la cancha hispana y ahí -definitivamente- los que deberían ser los únicos protagonistas del encuentro, se rindieron. Lo peor de todo, es que era fácil ponerle un párele a la situación: los láser se pueden seguir hasta el punto de origen o mejor aún, se podían usar las cámaras de TNT Sports, que identificó a las personas que los portaban, para poder sacarlos del icónico coloso.
Más, nadie hizo nada. Y ahora sólo queda esperar cuál será la reacción de Azul Azul, la concesionaria que rige los destinos de la entidad estudiantil, para intentar frenar una moda que no le hace bien al espectáculo. Más aún si hay menores de edad involucrados, y tal como se vio en las imágenes de la transmisión oficial, ningún adulto es capaz de hacerse responsable de ellos.