En menos de una semana, el fútbol chileno revivió su peor pesadilla. Esta vez, fuera de los márgenes del campo de juego, aunque en dos de los recintos más emblemáticos. En San Carlos de Apoquindo y el Monumental, la violencia volvía a manifestarse. Imágenes impactantes.

En el reducto de la UC, hubo problemas en dos ocasiones. Primero en el duelo ante Colo Colo, donde se produjeron enfrentamientos entre hinchas y luego en el choque ante Flamengo por la Copa Libertadores, en el que un niño fue herido por una bengala lanzada por un fanático cruzado, con consecuencias afortunadamente menores en relación al daño que pudo haberle causado. En Macul, la antesala del partido frente a River Plate estuvo empañada por los intentos de invasión a la fuerza al coliseo, en los denominados reventones. Hubo corridas, cierres de los accesos y, nuevamente, riesgo para los espectadores que habían pagado sus respectivos boletos para presenciar el encuentro entre las escuadras de Gustavo Quinteros y Marcelo Gallardo.

Las autoridades se inquietan. Desde las del fútbol hasta el Presidente Gabriel Boric, quien declaró a radio Cooperativa la necesidad de intervenir la actividad para terminar con los repudiables comportamientos. “Por supuesto que vamos a innovar en esta materia”, advirtió el mandatario. “Hoy, no afirmaría que los carabineros tienen que volver (a los estadios)... Son los clubes los que tienen que hacerse cargo de los espectáculos privados y tienen que mejorar, sin dudas”, profundizó respecto de las responsabilidades que deben asumir los organizadores de los respectivos espectáculos. La otra es, derechamente una exigencia. “Terminar con cualquier tipo de vínculo con organizaciones como las barras bravas”, plantea Boric, aunque, en rigor, ese planteamiento ya está contenido en la actual ley. Hay fuertes castigos para quienes transgredan ese principio. El más duro es la pérdida de la categoría. “Va a haber una intervención”, anuncia la máxima autoridad del país, aunque sin precisar su alcance.

La ministra del Deporte, Alexandra Benado, también mostró su inquietud. “No hay medias tintas. No vamos a aceptar ningún tipo de violencia en los recintos deportivos, pero a quien le corresponde asegurar que los partidos de fútbol profesional se lleven a buen puerto es a la organización, a la ANFP y a sus clubes”, estableció días después de los incidentes. “Hemos visto hechos absolutamente inaceptables, no solo en el Campeonato Nacional, sino que también en Copa Libertadores, con equipos que nos vienen a visitar y, lamentablemente, dejamos una imagen deplorable”, planteó, ampliando el margen de la molestia.

En la línea de lo que expone Boric, Benado anuncia un plan concreto. “Si bien es una actividad de privados, tiene mucho impacto a nivel social y, por lo tanto, estamos preparando un conjunto de iniciativas que van a venir a mejorar-están en nuestro programa de gobierno- materias como la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas, lo que sucede con la ANFP y la organización de los partidos, qué pasa con los socios y los hinchas, que debieran tener una toma decisiones vinculantes en torno a la decisión de sus clubes y también mejorar la fiscalización que debemos tener como Instituto Nacional del Deporte, en relación con el fútbol profesional”, anunció. “Nos vamos a aceptar ningún tipo de violencia en los recintos deportivos. A quienes les corresponde asegurar que los partidos de fútbol profesional se lleven a buen puerto es a los clubes y a la ANFP. Nosotros, desde el Estado, tenemos que colaborar, con Carabineros o con otros entes como las delegaciones, pero, efectivamente, no vamos a tolerar ningún tipo de violencia en los estadios”, enfatizó.

Exigencias e inversiones

La ANFP también hace lo suyo. De hecho, justo en el momento en que se produjeron los brotes de violencia, había solicitado una audiencia con la ministra Benado, que recién pudo realizarse a fines de esta semana. En ella, el presidente de la entidad, Pablo Milad, le expuso a la máxima autoridad del deporte a nivel nacional la preocupación que existe respecto del problema y, principalmente, las medidas que impulsará la asociación para erradicar el flagelo, un trabajo en el que, inevitablemente, deberán participar los clubes. En la cita, que había costado conseguir, pues se tuvo que solicitar a través del portal de Transparencia, Milad planteó la necesidad de aumentar las penas a quienes infrinjan la ley. La postura de Milad y su mesa es radical: son partidarios de intensificarlas lo más posible, al extremo de llegar incluso a la perpetuidad en la prohibición de ingresos para quienes incurran en las conductas de mayor gravedad.

El presidente de la ANFP y la ministra del Deporte, durante la reunión que se realizó esta semana.

La otra parte del plan es preventiva y obligará a los clubes a realizar fuertes inversiones, más allá de las indicaciones que, paralelamente, pueda plantearles el gobierno. La ANFP se propone elevar las exigencias en los controles de ingreso, lo que fortalecería a las instituciones, cuando menos, a disponer detectores de parámetros biométricos para individualizar a quienes, eventualmente, estén impedidos de acceder a los estadios. Otra opción que se explora es exigir vigilantes con un mayor grado de preparación, considerando la complejidad de los problemas que se presentan.

La siguiente etapa del acercamiento con las autoridades es la relación con los nuevos encargados del plan Estadio Seguro. La relación debería ser fluida, pues la dirección del departamento, dependiente de la Subsecretaría del Interior, la asumió Pamela Venegas, ex funcionaria de la asociación y quien, antes de llegar a Quilín, trabajó en Comunicaciones de Cruzados. Eso sí, por el momento, no se ha podido concretar una reunión con Venegas, pues, según saben en Quilín, aún restan formalidades para completar su asunción. De cualquier forma, tal como en el caso de la ministra Benado, la cita ya está solicitada.

Un problema global

Por un carril distinto corre la búsqueda de explicaciones para el fenómeno que se ha producido en los estadios en las últimas semanas. En ese caso, las justificaciones exceden con largueza el contexto meramente futbolístico. José Roa, director ejecutivo de Fundación Chile 21 y ex encargado de Estadio Seguro entre marzo de 2014 y el mismo mes de 2018, intenta ampliar la mirada. “Hemos visto diversas expresiones de diversas violencias. Eso exige una comprensión más acabada”, plantea. “Lo que sucede en el estadio comparte ciertas fuentes que se encuentran en otros espacios distintos de la sociedad en general., aunque algunas tienen alguna cierta raíz más propia del fútbol. El estadio es la escenografía. Lo que pasa no es distinto a lo que puede suceder entre un ciclista y un automovilista, en las plazas. Es la extensión de esos conflictos y los mecanismos de resolución no siempre son los adecuados. El fútbol es parte de la sociedad chilena. Tiene particularidades, pero no puede aislarse. Las expresiones racistas en el fútbol no pueden aislarse de las que se producen frente a los migrantes, por ejemplo”, teoriza.

En ese contexto, Roa diagnóstica y sugiere un análisis profundo. “Es imposible intervenir lo que no se conoce en sus múltiples variables y complejidad. No es lo mismo expresiones racistas que expresiones de frustración por malos resultados deportivos. Meter todo en el mismo análisis impide un análisis adecuado. La violencia en los estadios es un fenómeno complejo, que requiere analizar las variables para poder intervenirlas y trabajar en la prevención”, propone. “Hasta el horario del partido influye. La cercanía con el término de la jornada laboral y la falta de accesos, también, porque probablemente generen una predisposición distinta”, estima.

En esa línea, como postuló durante su gestión al mando de Estadio Seguro, Roa discrepa con quienes plantean que la solución pasa exclusivamente por intensificar la presencia policial y devolverla al interior de los recintos. “La solución no es sumar más guardias o más carabineros. Quizás una mal momento deportivo requiere más instancias de diálogo o un partido programado más temprano, mejores accesos”, dice.

A su turno, Andrés Otero, ex subsecretario del Deporte y quien también encabezó Estadio Seguro, coincide con Roa y agrega sus razones. “Si la pregunta es cómo solucionarlo, no hay receta. Hay que hacer un trabajo de largo plazo. Leo que dicen que hay que intervenir el fútbol, pero creo que no se saca nada con intervenirlo como una unidad separada. Me alegra, eso sí, que el Presidente Boric tenga una mirada más crítica, porque desde ahí se puede empezar a trabajar”, sostiene.

Luego, se retrotrae. “No nos podemos olvidar de cómo era el fútbol chileno antes del 2011, cuando nace Estadio Seguro. Recuerdo un partido que terminó 20 minutos antes. Y ni siquiera era tema. Pasó en un Superclásico en 2007, también. En 2011, el Presidente Piñera decide hacer algo y crea Estadio Seguro. No ha solucionado el problema, pero sí ha habido avances en su administración. Por lo menos, se ha generado la conciencia entre los clubes de generar condiciones seguridad para sus hinchas, sus clientes”, añade.

La inversión en tecnología y el respaldo a Carabineros son los últimos puntos que aborda. “Carabineros está en un problema. Recibe ataques y el incentivo para ser carabinero es cada vez menor. Estamos descuidando a una institución clave para nuestra democracia. Se necesita respaldarla. Y falta colaboración, también. Acá todos funcionan con la lógica del hijo único y no siempre están las condiciones para darles en el gusto a todos”, cierra.

Los próximos días serán vitales para ir allanando el camino para enfrentar un problema de larga data que cada vez se intensifica más y en el que todos los actores del fútbol deberán involucrarse para transitar hacia esa tan ansiada solución.

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