Danijel Subasic ya había sido el héroe de Croacia en los octavos de final. Ante Dinamarca, el arquero del Monaco contuvo dos penales y permitió que los balcánicos accedieran al grupo de los ocho mejores. Como festejo, lució un polera en homenaje a su amigo Hrvoje Custic, fallecido hace diez años. A la FIFA no le importaron las razones humanitarias. Antes del partido ante Rusia, el arquero fue amonestado.

Poco le importó. Ayer, el guardameta le agregó un par de capítulos más a su leyenda. A dos minutos del final del tiempo reglamentario, Subasic sufrió una lesión muscular en la pierna derecha. Croacia ya había realizado las tres modificaciones y sólo podía utilizar el cuarto cambio en el suplementario. El portero recibió tratamiento y siguió jugando. En el alargue, recibió una falta cuando salió a cortar un centro y volvió a derrumbarse. Y, otra vez, a ponerse de pie. Luego evitó dos veces que Rusia se quedara con la serie, aunque, debilitado, no reaccionó en el gol de Fernandes.

Vendría su especialidad: los penales. A la que apostaba después del dramático final. Y no falló. En el primer lanzamiento, esperó a Smolov con un bailecito que desconcentró al ruso, quien le picó la pelota. Subasic sacó la mano izquierda cuando estaba cargado para el costado contrario para desviar el balón. Aunque en los siguientes (incluso en el que desvió Fernandes) no tuvo opción, cumplía su tarea.

Cuatro años había esperado para alcanzar la gloria. Estuvo en la lista en Brasil 2014, pero no jugó: el arco croata le pertenecía a Stipe Pletikosa. En el Monaco, al que se unió en 2012, en su única experiencia internacional en clubes, lo favoreció la lesión de Víctor Valdés, en un partido por el Barcelona ante el Celta. Por la gravedad, el club del Principado desestimó el pacto. Subasic se quedó con el puesto. En la Selección también realizó una proeza en la Eurocopa de 2016, cuando le contuvo un penal a Sergio Ramos. Los guantes, como seguramente los de ayer, los guardó para siempre.