Histórico basquetbolista del Estudiantes de Madrid: "A la edad de Ignacio, yo no era técnicamente tan bueno"
Existen pocas voces tan autorizadas para hablar de Arroyo, el chileno bautizado en España como el Azofra de los Andes, el llamado a encabezar la revolución del baloncesto criollo.
Fue el propio Movistar Estudiantes el que puso sobre la mesa la analogía a través de un video compartido en las redes sociales con una leyenda que rezaba "El Azofra de los Andes". Ahí se veía una canasta del chileno Ignacio Arroyo Varela (17), estandarte de la selección campeona sudamericana Sub 17, en su club.
Una comparación sobre la que hoy reflexiona el propio Azofra (49), un basquetbolista que marcó una época en España en los 90 y el primer decenio del nuevo siglo. El segundo mejor habilitador en la historia de la ACB (casi dos mil) y el jugador que más veces vistió la elástica del equipo madrileño. Una leyenda que hoy continúa -dice- "echando una mano con los jóvenes y ligado al baloncesto, aunque uno no quiera". Con el mismo nombre, Ignacio, la misma estatura, 1,85, y la misma posición en la cancha, base; el chico más listo de la clase radiografía al alumno aventajado del básquetbol chileno.
¿Pudo ver jugar a Ignacio Arroyo? En España lo señalan como su legítimo heredero.
Sí, lo he visto jugar. Unos cinco o seis partidos y también algunos entrenamientos.
¿Y qué impresión le causó?
Bueno, es un jugador joven con mucho talento, que se ha ido adaptando a la competición, tanto a la Juvenil como a la EBA (Liga Española de Baloncesto Aficionado), y con una proyección muy buena. Pero es muy pronto aún para saber a dónde puede llegar. Es verdad que todavía está verde físicamente, pero eso no tiene por qué ser malo, ya que habla de un margen de mejora muy grande.
¿Cuáles diría que son sus fortalezas y cuáles sus debilidades?
Técnicamente es un hombre con mucho talento, maneja bien las dos manos, es muy base y es un buen pasador. Le falta un poco de fuerza, de consistencia física, pero esa habilidad que tiene, por encima de la media, le permite suplir lo físico.
¿Hay similitudes entre ambos?
Somos jugadores distintos. Yo a su edad era diferente. No recuerdo exactamente cómo jugaba, pero no era técnicamente tan bueno. Tenía, probablemente, más facilidad en el tiro, distribuía más y era más físico. No lo sé, a lo mejor un poquito más rápido. Pero Ignacio, técnicamente, es más completo que yo a su edad.
Llegar a un club como Estudiantes y que en tu primer año te comparen con Azofra es una responsabilidad muy grande, ¿no cree?
Ahora se habla todo mucho. Cuando yo era crío no salíamos en la prensa ni se hablaba tanto. Ni siquiera había tantos periodistas. Yo creo que al chaval no hay que presionarlo, ya tiene la presión de haber salido de su país para jugar en un equipo con más tradición en el baloncesto. No hace falta meterle prisa. Hay que tener paciencia. Tiene que dedicarse a jugar, a divertirse, no sólo a eso, pero sobre todo tiene que lograr divertirse jugando.
Si hay algo que ha caracterizado a Estudiantes es su trabajo de cantera. En ese sentido, ¿está Ignacio en buenas manos?
Ha llegado a un lugar en el que la filosofía es precisamente ésa. El trabajo que se está haciendo hoy en día con Ignacio se ha hecho durante muchos años con muchos jugadores de generaciones diferentes. Entonces, eso debe ser un valor añadido. Es un lugar idóneo para comenzar una formación.
Como canterano que fue y como hombre de la casa surgido de la Ramiro de Maeztu, ¿qué consejo le daría a Arroyo?
Primero, que se divierta jugando y entrenando, que ése sea su objetivo día a día. Segundo, que tenga muy claro que no toda la vida es baloncesto, que se forme, que estudie. Y tercero, que tenga paciencia y que sea constante, porque esto es una carrera de fondo. No todos los jugadores explotan a los 19 ó 20 años. Que tenga paciencia, porque el talento ya lo tiene.
¿Ha cambiado mucho el básquetbol en estos años que lleva fuera de las canchas?
Sí, ha cambiado el baloncesto y ha cambiado el jugador. Ahora es todo mucho más físico, mucho más rápido. El cambiar el tiempo de posesión de 30 segundos a 24, fue un punto de inflexión. Y luego la evolución del juego interior. Han cambiado las características específicas que tenían los jugadores en función de su puesto.
Pero sigue sirviendo aquello de ser el más listo de la clase, ¿no?
Sí, siempre sirve, y más en una posición como la de base, en la que uno tiene más el balón y suele entrar en juego más que el resto. Si tú tienes la capacidad de pararte a pensar en un juego tan rápido, tienes un punto de ventaja.
Es usted el segundo jugador con mayor número de asistencias en la historia de la ACB y el que más partidos ha disputado con Estudiantes. ¿Con qué título se queda?
No, no lo sé… Mira, me quedaría con algo que Ignacio (Arroyo) hace muy bien, que es el placer de la asistencia, con eso de dar el pase al compañero para que anote.
Cuando uno piensa en Chile, el primer deporte que le viene a la cabeza es el fútbol o el tenis, pero la selección de la que Arroyo forma parte es campeona Sudamericana Sub 17. ¿Puede una buena generación cambiar el rumbo de un deporte o de un país?
Sin ninguna duda. Y tienen un vecino que es el mejor ejemplo. Argentina, que no era un país con una gran cultura basquetbolística, pero en el que coincidió una gran generación con Scola, Ginóbili y tantos otros, que le cambiaron la visión al país y cambiaron también la visión que se tenía con respecto a ese país en el mundo del baloncesto. Sucedió algo parecido en Brasil en su día, con Óscar (Schmidt) y con otros jugadores que vinieron después, e incluso en España, que aunque era un país más baloncestero desde aquellos Juegos de Los Angeles 84, con Epi, Solozábal, etc. tuvo a su mejor generación recientemente, con los hermanos Gasol, Navarro… Una buena generación puede cambiarlo todo. Y ahí está Argentina.
Citaba ahora a Navarro. En la publicación de Estudiantes sobre Arroyo, no sólo lo comparaban con usted sino también con la Bomba. ¿Cuál de las dos analogías era más arriesgada?
La de (Juan Carlos) Navarro, sin duda. Porque son jugadores diferentes, Navarro es escolta y Arroyo un base muy base, y sobre todo porque Navarro fue un jugador dominante a nivel europeo, por muchos años, con récords de anotación en ligas, con muchísimas presencias en la selección. Que lo comparen con él me parece exagerado.
¿Nos quedamos, entonces, con el Azofra de los Andes?
Bueno, si han decidido ponerle así, pues siempre es un honor. Bienvenido sea.
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