Universidad de Chile recibió una mala noticia en la antesala de su partido ante Cruzeiro, mañana en Belo Horizonte. La razón es que su técnico, Guillermo Hoyos, fue sancionado por la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) y no podrá dirigir en Belo Horizonte.
La razón del castigo tiene relación con los retrasos del argentino en el entretiempo de los partidos del cuadro azul en la Libertadores ante Vasco da Gama, en Río de Janeiro, y contra Racing, en el Nacional. Ante los cariocas fue amonestado por este motivo, pero contra la Academia se repitió, por ende se procedió a la sanción. Hoyos recibió una fecha de suspensión y una multa de 1.500 dólares. Por su parte, el club tendrá que pagar US$ 15 mil.
Esta situación altera la preparación del conjunto laico para el crucial cotejo. Anoche se realizó una reunión del cuerpo técnico para determinar quién se sentará en la banca. Los candidatos son Sebastián Fabres, ayudante técnico, y Gustavo Flores, preparador de arqueros. Un inconveniente surgió porque los asistentes de Hoyos no tienen el título para ejercer como jefe técnico. No obstante, desde el club señalan que "para dirigir, la Conmebol no pide la validación del título en el país donde trabajan". Por ende, en la U descartaron tener que recurrir a alguno de los entrenadores de las divisiones inferiores. Desde Chile no se desplazará ninguno de los profesionales del fútbol joven.
Hoy se definirá quién será el improvisado DT.
El retorno de Pinilla
Aquel tatuaje que se estampó en la espalda Mauricio Pinilla el 1 de julio de 2014 ya no está. "No existe más, se borró", confesó un año después, tras ganar la Copa América de Chile 2015. Pero la imagen de ese tormentoso minuto 119 del duelo contra Brasil, por la Copa del Mundo, difícilmente se esfumará de la mente colectiva nacional. Hasta los que no son fanáticos del fútbol saben de qué se habla cuando se recuerda el palo de Pinilla. Han pasado ya 1.397 días.
El actual goleador de la U recibió de Alexis Sánchez, aguantó la marca de Thiago Silva, se lo sacó a pura fuerza entrando al área y sacó un remate furibundo que dejó sin opción al portero Julio César. El travesaño bendito para Brasil, maldito para Chile, evitó que la Roja eliminara al dueño de casa de su Mundial. Por un segundo, el estadio Mineirao completo se quedó en silencio. Unos asustados, otros aliviados, casi todos incrédulos de lo que habían visto. Ese travesaño obligó una definición a penales, luego del empate 1-1. Una serie donde los dueños de casa terminaron imponiéndose 3-2.
Mañana, Pinilla vuelve a la escena del crimen. La escena del palo, mejor dicho. Será imposible que al momento de pisar el césped del Mineirao, el ariete se aísle de ese episodio. Aunque claro, el escenario es otro y la presión, también. Por el Grupo E de la Copa Libertadores, los azules enfrentan un partido clave, con la obligación de sumar puntos para no poner en riesgo la clasificación a octavos de final.
Si bien la tabla le da cierto margen, la carga sobre el equipo estudiantil es tremenda. Específicamente sobre su entrenador, el mismo que mañana no podrá estar en la banca. Condimentos que le dan sabor al compromiso. Y Pinilla lo sabe, consciente también de que sobre sus hombros hay una porción importante del poder ofensivo de la U.
Pinigol, sin embargo, no ha tenido días felices en las últimas dos semanas. No le ha sido sencillo ocultar ese malestar, de hecho, dentro y fuera de la cancha. Con reacciones airadas contra compañeros y declaraciones ácidas, reconociendo su vergüenza, incluso, por la derrota ante La Calera.
La U se juega todo. Pinilla tendrá una verdadera opción de revancha. Hace cuatro años no pudo ganarle al travesaño del Mineirao. Hoy sabe que no puede fallar si le queda una frente al arco. De eso depende, además, el futuro inmediato de su cuestionado entrenador.