El gol de Carlo Villanueva, que selló la histórica victoria por 3-4 de Huachipato sobre Estudiantes de La Plata, tuvo varios efectos. El primero, y el más saludable de todos, la natural alegría de los acereros, que sumaban tres puntos claves para la aspiración de avanzar en la Copa Libertadores o, cuando menos, de asegurar un cupo en la Copa Sudamericana. El segundo, aseguraba un triunfo que le añadía a la campaña de los acereros una nueva hazaña en una visita de alto riesgo, después de la que habían conseguido en abril, frente a Gremio. Y el tercero, que volvía a poner en el mejor sitio de la vitrina todos los elementos que, justo en estos meses, el club de Talcahuano, ha procurado exhibir de la mejor forma posible. La consideración va desde la propiedad del club hasta la valoración de sus principales figuras.

El 8 de diciembre, los siderúrgicos vencieron a Audax Italiano en el estadio Huachipato y sumaron su tercer título criollo, después de los que habían conseguido en 1974 y 2012. En medio del mismo escenario de algarabía que había desatado el logro de la escuadra que dirigía Gustavo Álvarez, la dirigencia que encabeza Victoriano Cerda anunciaba su alejamiento, ante la apertura para que la institución cambiara de propietarios. “Comenzamos este viaje en 2014, asumiendo la gestión de Huachipato FC como sociedad anónima y de manera autónoma el 2015. Desde nuestra llegada, anunciamos públicamente que llegábamos a ejecutar un proyecto que tomaría ocho años. La pandemia hizo que se alargara un año más la duración de este proceso”, explicó a través de un comunicado. “No hemos hecho una estimación de valor. Tampoco es un tema de si es un buen o mal momento. Simplemente, cumplimos ya la tarea que nos propusimos cuando llegamos y es hora de que nosotros tengamos un descanso y podamos disfrutar del fútbol como simples hinchas y espectadores junto a nuestras familias y amigos”, puntualizaba Cerda, a título personal.

Un valor en alza

La declaración generó sorpresa más por la oportunidad que por la intención, pues la idea de transferir el club ya se había negociado meses antes. Incluso, hubo una propuesta concreta: la ligada al grupo económico del empresario colombiano José Augusto Cadena, dueño del Cúcuta Deportivo, que llegó a materializarse en una oferta. Esa vez, inmediatamente, desde el país caribeño activaron alarmas respecto de la inconveniencia de la operación. Atendiendo a esas advertencias, en Talcahuano desistieron de la tratativa. El enfoque se trasladó a la concreción del siguiente paso establecido en la bitácora institucional: la adquisición de los bienes contemplados en la denominada Ciudad del Fútbol de Huachipato. Vale decir, el predio que comprende las canchas de entrenamientos, sus respectivos camarines y el estadio. Todos esos bienes están cedidos en arriendo y forman parte de la cesión a los actuales controladores. Una señal potente en este sentido es que el escenario en que se juegan los partidos del equipo industrial dejó de llevar la denominación CAP, que había tenido desde su construcción, para adoptar la del club, ya separado de la empresa que le da el nombre.

Una disputa aérea en el duelo entre Estudiantes y Huachipato (Foto: Photosport)

La opción de la venta sigue abierta, pero ya no existen urgencias. No las hubo incluso en el marco de la crisis que amenazó a la actividad siderúrgica. Lo que está claro es que cada paso que ha dado Huachipato en los últimos meses ha ido fortaleciendo su cotización. Solo la participación a nivel continental le garantizaba al club un piso de US$ 3 millones, a los que ha sumado bonos por mérito deportivo por las dos victorias que ha obtenido en el certamen (US$ 330 mil por cada triunfo). Si avanza, agregará US$ 1.300.000. A ese dinero hay que agregar lo que ha sumado por recaudaciones y por auspiciadores, lo que se agrega a lo que percibe en el mercado interno por concepto de derechos de televisación. Es decir, los acereros son una entidad económicamente estable y de alta proyección.

El proceso no registra movimientos significativos en los últimos meses, aunque las negociaciones se mantienen. Interesados extranjeros, vinculados a la operación de clubes y ajenos a la representación de futbolistas, han solicitado la respectiva documentación y, por el momento, están en fase de revisión de los antecedentes. En ese escenario, la actual administración se mantiene plenamente orientada a garantizar el adecuado funcionamiento institucional e incluso la realización de los proyectos que tiene en mente.

Los jugadores que todos quieren

El club de Talcahuano como tal no es lo único que genera interés. Las principales figuras del equipo que ahora adiestra el interino Francisco Troncoso, quien reemplazó a Javier Sanguinetti, quien dejó la institución con cuatro victorias, seis empates e igual número de derrotas, además del inconcluso duelo ante Colo Colo, por la Supercopa, también gozan de una alta valoración en el mercado.

Nombres como Felipe Loyola, Maximiliano Gutiérrez, su homónimo Rodríguez, Benjamín Gazzolo o el renacido Villanueva están hace rato en el punto de mira de los principales clubes del país. Loyola, de hecho, lleva un paso adelantado por su condición de seleccionado nacional y es una prioridad en Colo Colo, que busca urgentemente una nueva carta en la banda derecha. Gazzolo fue pedido expresamente por Gustavo Álvarez para reforzar la estructura defensiva de Universidad de Chile, pero en las últimas semanas la UC ha arremetido con la intención de allegarlo a San Carlos de Apoquindo. Los laicos también tienen en la mira a Gonzalo Montes, quien fue elegido como el mejor jugador de la temporada pasada.

Aunque aún no hay señales concretas de eventuales traspasos, sí existe una certeza: la apertura permanente del club a explorar oportunidades de negocio con sus figuras, como ocurrió, en su momento, con el venezolano Yeferson Soteldo o con el nacional Javier Altamirano. En ambos casos, se transfirieron porcentajes de sus cartas, apostando a utilidades futuras. Eso sí, solo esos dos movimientos dan una señal concreta: la prioridad está puesta en el mercado externo.

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