358 días después de su estreno en sociedad en Chile, la principal competencia de monoplazas eléctricos del mundo regresa a Santiago para la disputa de la tercera fecha de la temporada 2018-2019 de la Fórmula E. Y lo hace doblando su apuesta. Con nuevo formato y fórmula nueva.
Con un E-Prix de 45 minutos de duración más una vuelta; con el doble de energía almacenada en las baterías que hace cinco años; y con una autonomía suficiente como para completar sin respiro una carrera completa; los autos de segunda generación de la Fórmula E arriban al Parque O'Higgins con más potencia que antes. Porque el monstruo eléctrico se ha hecho más grande.
También más extravagante, menos ceñido -si se prefiere- a las cánones de un deporte motor al que parece empeñado en no pagar peajes, presentando nuevas funciones -como el Attack Mode-, que podrá funcionar o no, pero que difícilmente dejarán indiferente a nadie.
Un megaevento que vuelve a Santiago después del ruido generado en 2018, en el espacio abierto de un parque cerrado; creciendo en aforo y con un 100% de financiamiento privado.
2.408 metros de circuito (1.008 de concreto y 1.400 de asfalto), 14 curvas, 11 escuderías y 22 pilotos pondrán el espectáculo. 9.700 espectadores seguirán la carrera desde las tribunas; 10.000 más desde el Emotion; 35 millones lo verán por televisión; y el E-Village será el refugio del resto de los eléctricos mortales. Unos 11.000 trabajadores (8.000 de ellos locales) serán los encargados dentro del perímetro de que nada falle; mientras que 550 supervisores y guardias de seguridad; más de 50 especialistas médicos; 200 carabineros y 30 efectivos de la PDI; velarán por la seguridad del recinto. Fantasilandia y los quinchos del parque seguirán funcionando.
A las 8 partirán los entrenamientos libres; a las 12 la qualy; a las 12.45 la Super Pole; y a las 16.04 horas el semáforo cambiará a verde y largarán los monoplazas, cuando los termómetros marquen 36 grados a la sombra, casi 50 a pie de pista y alrededor de 100 en las huellas de los neumáticos. Habrá arrancado entonces, en el Parque O'Higgins, el año cero de la Fórmula E en el infierno eléctrico de Santiago.