No fueron pocos los pesimistas que pronosticaban tempestades en la carrera de Kyrie Irving desde el momento en que decidió salir de los Cleveland Cavaliers. Por el simple hecho de reclamar un traspaso a la gerencia de la franquicia de Ohio y al mismo tiempo abandonar el paraguas que significaba jugar junto a Lebron James, nadie presagiaba un futuro esplendor para el base que llegó a la NBA proveniente desde la Universidad de Duke.
Sin embargo, viendo el inicio de la liga, sin duda que la decisión que tomó este hombre de 25 años, nacido en Melbourne, le trajo grandes réditos. Para él y también para los Boston Celtics, que no dudaron en ceder a Isaiah Thomas para conseguir el fichaje de Mister Clutch (El Cerrador). Las 15 victorias de manera consecutiva que acumula la franquicia más ganadora de la NBA son sólo una muestra del aporte de Irving, que como líder recibe, ahora sí, todos los méritos.
Y es que pese a haber conseguido un anillo de campeón y haber llegado a otras dos finales en los últimos tres años, todas ellas ante los Golden State Warriors, el base no tenía todo el reconocimiento que merecía en Cleveland. Todo lo bueno y malo de los Cavaliers era culpa de Lebron James. Aquello fue desgastando y sobre todo desmotivando a Irving, que quería experimentar la sensación de ser el exclusivo líder de un equipo, como disfrutó en parte en su primera etapa en la liga, antes de que regresara James a Ohio en 2014.
El cuatro veces All-Star y medallista de oro olímpico en Rio de Janeiro, bien pudo haberse conformado con la comodidad de compartir camarín con el mejor jugador de la NBA y siendo permanente favorito en la Conferencia del Este. Sin embargo, todo eso prefirió tirarlo a la basura. Lo que sí deseaba era tener nuevos retos y un cambio de escenario. Ser el amo del equipo. En otras palabras, que finalmente se lo responsabilizara de todo. En momentos en que la mayoría de las superestrellas prefieren unirse a otras, como el caso de Chris Paul, que fue a Houston para reunirse con Harden, o el de Carmelo Anthony y Paul George, que aterrizaron en Oklahoma para jugar al lado de Westbrook, el base eligió el camino contrario. Simplemente para retarse a sí mismo y a toda la NBA.
Ahí es justamente donde aparecen los Celtics, que en su intento por desbancar a Cleveland de la cima, lo fueron a buscar sin importar el desembolso. Y que al mismo tiempo le garantizaba pelear por un anillo. En Boston creen que si el año pasado se quedaron a medio camino con innumerables problemas de lesiones, entre ellas del propio Isaiah Thomas, ahora creen que sí están en condiciones de pelear mano a mano la supremacía, siempre que la salud los respete.
Por ahora, en Boston, Irving no sólo está confirmando su enorme potencial, sino que además está alcanzando el status que siempre buscó: el de superestrella. Algo que siempre se le negó mientras estuvo junto a Lebron. Hoy muchos lo ponen en carrera a ser el MVP de la temporada, una situación que jamás habría sucedido en Cleveland mientras jugara al lado de James.
Habrá que ver si con sus nuevos compañeros, Irving podrá superar el monte James, como se le conoce al obstáculo que suponen los Cavaliers de Lebron. Lo que al menos está disfrutando es del reconocimiento que por años se le negó por estar a la sombra del Rey. Y eso para el base ya es suficiente.