Isla pierde la fantasía: la jornada llena de sinsabores que vivió el Huaso en el clásico entre la U y la UC
El carrilero no tuvo un paso agradable por el Santa Laura, donde el equipo de Ariel Holan cayó ante el de Sebastián Miranda. Los hinchas azules no le perdonaron la promesa incumplida de defender al club del que se declaró hincha. En la cancha, estuvo lejos de su nivel.
Mauricio Isla no lo pasó bien en el clásico universitario. Si el diagnóstico se hace con el resultado en la mano, al buinense le dolió la derrota de Universidad Católica frente a Universidad de Chile, en el duelo de ida de los cuartos de final de la Copa Chile, con el regalo de Matías Dituro incluido y con una presentación individual que estuvo lejos de las expectativas que se tenían sobre su rendimiento, considerando el amplio bagaje con que cuenta para este tipo de compromisos. No mostró la dinámica habitual y tampoco logró reeditar el tándem con José Pedro Fuenzalida que tanto ilusiona a los hinchas cruzados. Por consiguiente, el equipo de Holan no tuvo la contundencia ofensiva que necesitaba para desnivelar el duelo.
“Queda otro partido, tranquilos”, se limitó a declarar el carrilero proveniente del Flamengo, para tratar de llevar calma a los hinchas de la UC. En la cancha, no había mostrado mucha. Una patada sin balón a Felipe Seymour, en los 74′, además de las erráticas decisiones que adoptó cuando tuvo el implemento en sus pies, habían dado cuenta de la frustración que experimentó en un partido que para él tenía una carga especial: se enfrentaba al club del que se ha declarado hincha, del que incluso recibió varias camisetas a modo de obsequio y al que había prometido volver cuando clausurara su exitosa carrera en el exterior. En el recinto de Unión Española, lejos de sentir cariño, recibió repudio. Le pasaron la cuenta.
Pifias
Los fanáticos de la U no le perdonaron la palabra incumplida. Desde que llegó al recinto de Independencia se lo hicieron sentir. El ex defensor de la Juventus se transformó en el centro del rechazo de los seguidores laicos. Expresiones como “traidor”, “vendido” o “nos vendiste la pomada”, acompañaron cada paso de su recorrido desde que cruzó el portón de acceso al recinto de Independencia hasta que ingresó al sector de los vestuarios. El futbolista alzó la mano derecha en señal de saludo y aceleró el tranco, sin mirar a quienes le proferían otros insultos, de mayor calibre. Procuraba mantener la concentración en un duelo en el que los cruzados intentarían, al menos en la teoría, seguir encontrando señales de recuperación, con miras incluso a su campaña en el Campeonato Nacional.
En el cancha, el escenario fue parecido. Hubo pifias y varios gritos en su contra. Cada vez que tocaba el balón, la silbatina se hacía sentir, otra muestra de la intención de demostrarle que estaba en un territorio que alguna vez se ilusionó con ofrecerle amor, pero que ahora lo declaraba uno de sus peores enemigos.
En las redes sociales se veía otro tanto. No fueron pocos los que le refregaron el compromiso. Y hubo también quienes ocuparon la figura de uno de sus jugadores para enrostrarle la baja presentación. “El padre de Mauricio Isla”, fue el mensaje que acompañó una fotografía del carrilero azul José Castro, para destacar el triunfo del incipiente talento azul en el duelo que ambos animaron por la orilla. O para volver a dejarle claro al Huaso que para los azules dejó de ser objeto de la devoción que le habían jurado en otros tiempos.
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