Jaime Aretxabala, el Simio
Se formó en Universidad Católica (1962 a 1964), fue a préstamo a Lota Schwager (1965 y 1966, segunda división), jugó en Ferrobadminton (1967 y 1968) y Ferroviarios (1969), debutó en Primera por Unión La Calera (1970), actuó en Deportes Concepción (1971), Everton (1972 a 1975), Deportes La Serena (1976 y 1977) y Naval (1978) y se retiró en Lota Schwager (1979).
Jaime Antonio Aretxabala Vásquez nació el 25 de octubre de 1946 en Santiago (cumplió 72 años), medía 1,76 metros y pesaba 68 kilos. Fue puntero derecho y terminó como puntero izquierdo. "Eso fue mérito de Fernando Riera. Yo me pegaba el pique desde Lo Barnechea hasta el estadio Independencia, en la Plaza Chacabuco, y me quedaba practicando con la pierna izquierda después de los entrenamientos. Mi gran virtud era la velocidad, echaba a correr la pelota y pasaba. También era rebotero, siempre estaba a la expectativa de que el arquero no atrapara el balón o que el defensa se pifiara. En la izquierda me dediqué a buscar la línea de fondo y tirar el centro atrás, como si fuese zurdo".
Aretxabala llegó hasta la cuarta especial de Universidad Católica y formó en la selección juvenil del entrenador Hernán Gárate: "Fui compañero de Miguel Hermosilla, Luis Hernán Carvallo, Freddy León, el Perro Cicamois, René Hormazábal y Domingo Prieto, entre otros. Fuimos vicecampeones en el Nacional de Las Higueras. Nos ganó Huachipato".
¿Estuvo a punto de firmar en Colo Colo? "Sí, en 1971, pero me fui a Concepción, donde estaba mi ex compañero Osvaldo Castro, el Pata Bendita. No me arrepiento, porque conocí a Vicente Cantatore, una persona extraordinaria".
¿A qué jugadores admiraba? "Tuve el honor de compartir en Deportes La Serena con dos maravillas como futbolistas y como personas: Jorge Toro y el argentino Ermindo Onega. Después de las prácticas, Toro se dedicaba a enseñarle y a corregir a Franklin Lobos y mire cómo terminó pegándole a la pelota… A Onega le gustaba el tenis fútbol y le indicaba al Arica Hurtado cómo recibir de espalda y tocar de primera. Esa generosidad no existe ahora".
¿Un marcador de punta difícil? "¡Dios mío! No existía el marcador fácil. Todos eran perros de presa y anticipaban. Los mejores eran los de Unión Española: Antonio Arias y Juan Machuca, dos fieras que no recurrían a los enfrentamientos verbales. Y Luis Eyzaguirre".
¿Cuál es su partido inolvidable? "Por Everton, cuando ganamos 3-2 a Ñublense y subimos a Primera División (febrero de 1975). Anoté el empate a uno, centro de Ricardo Mena, la bajé con el pecho y rematé al otro palo. El arquero era Antonio Muñoz. Había 20 mil personas en el Sausalito, era el capitán y me levantaron en andas. Otro recuerdo hermoso también me sucedió en ese estadio, cuando por Unión La Calera definimos con Palestino la permanencia en Primera y nos impusimos por diferencia de goles (diciembre de 1970)".
¿Qué jugador lo habilitó mejor? "Chicomito Guillermo Martínez, de Everton".
¿Quién le puso el apodo de Simio? "Pepín Pesce (Deportes La Serena). Decía que yo tenía cara de mono".
¿Una anécdota? "Después de un triunfo de Deportes La Serena nos fuimos a celebrar a una boite. Me mandaron adelante para que observara el ambiente y me encontré con dirigentes del club. Regresé, les dije a mis compañeros que todo estaba bien y entraron. Al darse cuenta de la broma, me tomaron del cuello…".
Usted no se cuidaba mucho. "Hasta los 40 años trasnoché mucho; ahora mi esposa viñamarina me tiene domesticado. Si volviera a nacer, volvería a ser futbolista. Nunca hice trampa, iba de frente y cuando me equivoqué ofrecí disculpas".
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