El tenis chileno tiene en la figura de Nicolás Jarry (28°) a su gran protagonista del 2023. Dos títulos ATP, octavos de final en Roland Garros y tercera ronda en Wimbledon son algunas de las credenciales del nacional, quien en lo que va de año ha avanzado más de 130 puestos en el ranking ATP. Por eso su campaña es digna de análisis.
Y pocas personas están más capacitadas para hacerlo que Jaime Fillol, abuelo de Nicolás y exestrella del tenis nacional en la década del 70. Con un ojo clínico para explicar escenarios deportivos y con la experiencia de haber estado presente durante toda la vida del flamante campeón de Ginebra y Santiago, habla con conocimiento de causa.
En entrevista con El Deportivo, el también Director del Instituto de Deportes y Bienestar de la Universidad Andrés Bello, reflexiona en torno a los cambios de Jarry, los motivos que explican esta alza y el futuro de su nieto. También da su opinión sobre las chances del equipo chileno de Copa Davis en las Finales de septiembre.
Nicolás tuvo un gran rendimiento en Wimbledon, una superficie que no es su predilecta...
Al pasto no le dedicó mucho tiempo previo a su suspensión. No había puesto un énfasis en aprender a jugar en pasto, pero ahora lo ha estado viviendo y ha sido una adaptación muy buena. Se ha dado cuenta que el tenis es un deporte excepcional, un juego muy bonito y la gracia que tiene es que las distintas superficies van mostrándole al jugador una variedad de inconvenientes o una mayor efectividad, dependiendo de su estilo, entonces para quien tiene una mirada optimista de las cosas como Nicolás, su confianza fue creciendo mediante fue viendo como superaba esos riesgos que aparecían al cambiar de superficie.
Se llevó hasta elogios de Carlos Alcaraz...
Fue muy bonito lo que dijo, pero desde hace un tiempo ya que entrenadores y jugadores han reconocido que Nicolás tiene un potencial muy alto y que se esperaba que lo fuese demostrando. Ahora lo está haciendo. Yo creo que ha crecido como persona. La manera en cómo está llevando su vida, el matrimonio, el nacimiento del primer hijo y lo que sufrió con ciertas injusticias, como la suspensión, que lo hizo más fuerte, con más carácter. Yo creo que él ha ido mostrando ese potencial que tenía. Como abuelo, lo he podido ver desde chico. Las coordinaciones que tenía, su motivación, el gusto por jugar, por competir. Esas son cosas que se apreciaban desde pequeño.
Siempre está con su esposa e hijo. ¿Eso le ha ayudado?
Le ha servido para tener más distracciones, no cerrarse o pensar que lo único que existe es el tenis. Le entretiene ser papá, le encanta estar con niños, eso siempre lo mostró. Encerrarse en el propio círculo del tenis puede terminar agobiando a las personas, entonces una motivación tan alta como un matrimonio o ser padre ha sido un gran aporte.
Usted también vivió eso con la mamá de Nicolás. ¿Cómo es llevar una vida de padres dentro del circuito?
Lo que Nicolás está haciendo no es algo común. En mi época se daba un poco más. Ellos han hecho un esfuerzo bastante grande y lo van sacando adelante.
¿Siempre tuvo la convicción de que iba a volver a este nivel?
No tenía dudas de que si se lo proponía lo iba a lograr, porque él es así. Eso lo puedes ver en sus partidos, en donde hay momentos en donde uno se pregunta cómo pudo bajar tanto o cometer tantos errores no forzados, pero a él eso no le inmuta. El siempre trata de ver cómo solucionar esos problemas y salir adelante. Eso lo mostró desde chico, nunca fue un tenista brillante en menores, sumaba puntos en singles, en dobles, pero no ganó ningún título importante en juveniles, entonces él también ha ido mostrando esa habilidad de que si las cosas no le resultan, no debe cuestionarse, sino que decir “sé cómo seguir adelante, tengo que tratar de hacerlo”. Yo tenía la confianza de que Nicolás lo iba a lograr si empezaba desde cero.
Imagino que hay un gran orgullo...
Era cosa de darle tiempo y hay mucha gente que también ha contribuido a ese avance. Es algo valioso y que bueno que se estén viendo los resultados, ganando muchos partidos en distintas superficies y se ha visto bien en instancias bien estresantes como son la Cancha Central de Wimbledon o la Phillipe Chatrier en Roland Garros. Que él esté metido donde está es algo muy valioso y nos va a dar muchas alegrías.
¿Qué cambios tenísticos ha visto este año?
Lo que aprecio es que ha ido avanzando en su capacidad de competir, ha ido ganando mayor intensidad en su juego y mayor estabilidad. Él siempre le pegó fuerte, pero nunca tuvo una intensidad en la jugada, un dominio en la jugada. Si tú tienes intensidad y estabilidad, empiezas a dominar al otro y lo peor que le puede pasar a un tenista es que se sienta dominado. Cuando ha jugado ante Alcaraz, él ha logrado ponerlo en una situación de preocupación, de incomodidad. Esa es la característica más importante que tendría que recalcar. Está aprendiendo a jugar con más variedad de jugadas y a una intensidad más alta. Eso le ha dado los resultados que ha obtenido. No es por los golpes, es por la inteligencia en los puntos.
¿Qué le hubiese gustado tener de Nicolás?
Me hubiese gustado tener un servicio mejor que el que tuve. No tenía mal servicio, pero no era un arma. Me servía para hacer lo que yo hacía, me servía para hacer saque y red, incluso con el segundo servicio. Pero si uno se pone a pensar, cómo es que Diego Schwartzman ha hecho todo lo que ha hecho, cuando no tiene ninguna de las características que tiene Nicolás. El mundo del tenis te permite eso. La capacidad de competir jugando. Cómo juego yo, cómo manejo las circunstancias que se van dando, mi carácter, mi actitud, qué demuestro.
Le cambio la pregunta ¿Qué característica suya le vendría bien a su nieto?
Yo no tuve el físico de Nicolás, no era tan potente, pero yo era rápido y creo que Nicolás puede llegar a ser tan rápido como yo una vez que vaya generando esa confianza y esa percepción de lo que va sucediendo. Cuando esas dos cosas se juntan, el nivel se dispara, aunque no tengan los golpes que uno pensaría tener.
¿Le da consejos antes o después de los partidos?
El necesita seguir a la gente con la que está. Yo puedo aportar de vez en cuando, pero cuando hablo con él, antes o después de los partidos no es para hacer un análisis crítico de las jugadas que hizo ni de cómo lo pudo haber hecho mejor. Es una conversación de apoyo y de incentivarlo a seguir por el camino que va.
¿Dónde lo ve de aquí a final de año?
Tiene muchas posibilidades, porque ha ido rindiendo mejor. En Australia, en enero, ya demostró que tenía un potencial alto, porque ganó partidos teniendo un ranking muy bajo. Después ganó el ATP de Santiago con un ranking bajo, entonces ha ido mejorando. Yo creo que en las canchas duras le va a ir bien en los próximos campeonatos. Pero claro, los sorteos, las condiciones de salud, como se sienta él, afectan. Hay cosas que siempre son variantes y que hay que aprender a manejar. Ahora, que logre entrar entre los primeros diez para mí no es un objetivo primordial, yo creo que ya está a un nivel muy alto y, si Dios quiere y las cosas se van dando de manera normal, él va a estar muchos años a este nivel.
También está la Copa Davis. ¿Cómo ve al equipo chileno?
Tenemos opciones. Italia es muy fuerte, pero Canadá ha bajado. Sus dos mejores tenistas (Auger-Aliassime y Shapovalov) han bajado el rendimiento, ya no están a ese nivel que tenían hace un año, aunque obviamente tienen buenos jugadores. Eso sí, los tenistas chilenos también se van acercando a su mejor nivel. Christian (Garin) ya ha ganado un par de partidos Challenger desde su vuelta y va a seguir ganando. Yo creo que va a retomar el nivel que todos sabemos que tiene y que ha demostrado tener. Si Tabilo sigue avanzando sería genial. Tomás (Barrios) ya lo demostró en Wimbledon. Todo eso es muy bueno, pero hay que pensar también que hay que potenciar a los que eventualmente vayan a reemplazar a estos cuatros. Aunque son jóvenes hay que proyectar un crecimiento. Si uno mira el ranking, está Matías Soto luchando por los puntos y un par más, pero eso es muy poco. Nosotros deberíamos tener compitiendo a nivel Challenger otros dos o tres y a nivel de Futuros una decena. Nos quedamos cortos.