Jaime García vuelve a la banca. Este jueves, el entrenador comenzará su ciclo en Santiago Wanderers, club con el que llegó a un acuerdo, en principio, por el resto de la temporada. Se tata del retorno del estratega a la actividad después de su salida de Ñublense, club con el que logró el ascenso a Primera División y luego una participación a nivel internacional. De los Diablos Rojos salió en septiembre de 2023. Desde esa fecha, había realizado algunas asesorías.
García había sostenido una reunión con Reinaldo Sánchez, el presidente del club porteño, hace poco más de una semana. En ese acercamiento, que fue admitido por el timonel wanderino a El Deportivo como una “reunión privada”, se produjo la primera declaración de intenciones de desarrollar un proyecto deportivo conjunto. Sin embargo, las elevadas aspiraciones del entrenador y de su staff habían provocado el retroceso de las negociaciones.
Conversación y acuerdo
Las conversaciones continuaron. García y su equipo de trabajo terminaron adaptando sus pretensiones económicas a la realidad del club, con la finalidad de allanar un retorno al ámbito competitivo. En las últimas horas, se logró el consenso que derivará en una presentación rápida y en el inicio de un trabajo que apunta, en primera instancia, a sacar al equipo caturro de la incómoda posición en que figura en la tabla: está en el decimotercer lugar, con apenas 14 unidades, muy lejos de las expectativas institucionales, que a comienzos de año apuntaban al retorno a Primera División.
García se había reconocido decepcionado por la indiferencia de los clubes a comienzos de temporada, pese a que en los los años anteriores se había convertido en el técnico sensación. Las graves acusaciones que realizó su sucesor en los chillanejos, Hernán Caputto, quien lo acusó ante hinchas de “chupar con los jugadores”, estaba resultando decisiva para la nula consideración. “No quiero hablar con nadie. Estoy con pena. Me siento mal y desilusionado. Estoy dedicado a mi madre y nada más. Me ha servido mucho”, respondió a El Deportivo a fines de enero, cuando las bancas de todos los equipos de Primera División estaban ya ocupadas.
“Están las estadísticas ahí. El proceso en que estoy es de tranquilidad. No estoy preocupado del fútbol. Me arranqué un poco de todo, porque quiero tener paz, tranquilidad. No quiero aparecer en la prensa, tampoco. Estoy desilusionado de eso. Estoy feliz con mi mamá. La vida me puso a mi madre, para cuidarla. Estoy con unos amigos de Suecia”, insistió en esa oportunidad.
Con los meses, sin embargo, la necesidad competitiva reapareció, lo que se materializó en la asesoría al modesto Deportivo Lucero, también de Chillán, que se alistaba para participar en las rondas preliminares de la Copa Chile. Esa vez, en todo caso, su actuación no fue protagónica. ““Le dije a los jugadores que deben seguir la pauta de trabajo de sus entrenadores y que se entreguen por completo en esta instancia que es única, y en la que muchos jugadores del fútbol amateur quisieran vivir”, explicó el técnico a La Discusión.
Ahora, en Wanderers, sus decisiones serán determinantes para devolver al club porteño a la primera línea.