"Gracias al básquetbol gané agilidad y aprendí la marcación, así es que cuando me ordenaban tomar individualmente al goleador rival no tuve problemas", cuenta Jaime Ramón Salinas Espinoza, quien nació el 28 de abril de 1937 en San Antonio (cumplió 80 años). Medía 1,75 metros y pesaba 70 kilos.
Fue seleccionado juvenil y adulto de San Antonio como interior derecho, jugó en el club San Luis del puerto y en 1958 pasó a Santiago Wanderers, ese año dio la vuelta olímpica y más tarde conquistó dos Copas Chile: 1959 y 1961.
"No tuve ídolos, escuchaba los partidos por radio, pichangueaba en la calle y después me iba a la playa. Cuando me hice futbolista profesional, un referente fue mi compañero Jorge Dubost. Después empecé a observar los movimientos de Raúl Sánchez, Emilio Bozalla y Vicente Cantatore. Mi fuerte era la ubicación y alternar en cualquier puesto, al principio era 6, el que apoyaba en la línea media, y después 5, el que quitaba. Me bastaba un entrenamiento para adaptarme, si jugué hasta en el arco…".
En esos años no había banca y si el arquero se lesionaba o era expulsado, un compañero ocupaba su lugar: "En el estadio Santa Laura, me tocó reemplazar al argentino Juan Félix Martínez, un arquero zurdo que le pegaba extraordinario a la pelota. Y en Rancagua, a Juan Olivares, que se lesionó en el arco sur. Claro que esa vez me hicieron cuatro goles…".
En febrero de 1966, Colo Colo lo solicitó de refuerzo para medirse con el Santos de Pelé: "Fue un sueño para mí. Empatamos 2-2 y anduve bien". Integró la selección nacional de Luis Álamos y fue inscrito ante la FIFA en la nómina de 40 jugadores para la Copa del Mundo de Inglaterra 1966. "Yo tenía la experiencia de haber enfrentado a Brasil y Checoslovaquia en la Compañía Chilena de Tabacos durante el Mundial de 1962. Con el Zorro Álamos estuve en los entrenamientos de Juan Pinto Durán y con Hugo Tassara jugué el partido ante Deportes Concepción Unido en Collao (marzo de 1966)".
Cuando Colo Colo estaba interesado, Salinas firmó sorpresivamente en San Antonio Unido, de la segunda división. "Después de dos años de arreglar en la Bolsa de Jugadores, quedé con el pase en mi poder y Santiago Wanderers no se pronunció. Entonces, privilegié el contrato con el club y la empresa portuaria".
En San Antonio Unido jugó entre 1966 y 1970: "El Ascenso es más duro, también allí fui capitán y en 1970 ganamos la Copa Isidro Corbinos ante Coquimbo Unido".
¿No tuvo un apodo en el fútbol? "No. Cuando llegué a Wanderers, mis compañeros me decían Huaso, por venir de San Antonio. Era con cariño".
¿Un encuentro complicado? "Todos los partidos eran difíciles, desde el clásico con Everton hasta los tres grandes: Colo Colo y las universidades. Me tocó marcar a Manuel Muñoz, ¿qué le parece?".
¿Un entrenador? "Tuve cuatro muy buenos: José Pérez, Donato Hernández, Sergio Cruzat y Martín García. Si tuviera que nombrar uno, me quedo con el Gallego Pérez, porque fue como un papá, lo corregía a uno y se hacía el que se enojaba. Él había sido jugador y era la Biblia del fútbol".
¿Un compañero pelusón? "Mi compadre Marmaduque Cornejo, de San Antonio Unido. Y en Wanderers, Ricardo Cabrera. El guatón cantaba y alegraba el grupo. Los dos son finados".
¿Un adversario que lo haya hecho pasar un mal rato? "El argentino Felipe Bracamonte, de Unión San Felipe. Era un tanque, nos dijimos de todo y nos tiramos hasta tierra, pero al terminar el partido nos dimos un abrazo".