Era una decisión que se estaba masticando hace algunas semanas. Nicolás Jarry, 24 años y 78º del mundo, necesitaba urgente un cambio de aire. Los casi tres meses sin ganar en el circuito le pasaron la cuenta en su juego y en la confianza.
Fue así como ayer en la mañana el número dos del país anunció el fin de su vínculo con Martín Rodríguez, su tío y técnico desde octubre de 2012. En ese período, Nico se hizo profesional y llegó a ser 38 del mundo, en julio pasado, luego de alcanzar su primer título ATP en Bastad. Junto al coach argentino también ganó tres challengers y seis futuros, que le permitieron poco a poco insertarse en los primeros planos del tenis.
Pero a pesar de haber logrado su primera corona en la élite, el balance de este año no es tan positivo. Perdió en 13 primeras rondas, además de las seis clasificaciones que no superó. Eso sí, en una de ellas, la de Barcelona, entró como lucky loser y llegó hasta cuartos de final, superando a Alexander Zverev, el número tres del mundo en ese entonces. El mismo alemán lo privó de ganar días después su primer ATP en Ginebra.
El comienzo de temporada fue duro para Jarry, pues no logró adaptarse a algunos cambios en su juego propuestos desde su equipo técnico, principalmente en su servicio. Esa inseguridad en su arma más potente se traspasó a los demás golpes y perdió efectividad. Llegó un momento en que su juego se volvió cómodo para los rivales y, simplemente, se olvidó de ganar.
A mediados de febrero, el ingreso de Javier Frana al cuerpo técnico de Rodríguez y Walter Grinovero buscaba aportar con nuevas ideas a su juego, pero al final todo el trabajo no se reflejó a cabalidad en la cancha.
Como pocas veces en su carrera, esta temporada Nicolás Jarry tuvo problemas para estructurar su calendario, lo que le terminó perjudicando. De hecho, por ir a los Panamericanos de Lima, no consiguió defender puntos del año anterior y salió del top 60.
Hasta el final de la temporada, Frana lo acompañará a los torneos que le restan. De hecho, hoy debutó en la qualy del ATP 500 de Viena con derrota ante el bosnio Damir Dzumhur (93º).
De todos modos, el tenista y su equipo de trabajo están diseñando un perfil para encontrar un entrenador adecuado que pueda sacarle el máximo provecho. En su entorno reconocen que el jugador será quien entregue la aprobación final, tras un proceso que deberá estar listo en los próximos días.
Entre las grandes deudas que le quedan a Nico, se encuentra su participación en los grand slams. El chileno nunca ha podido superar la segunda ronda y apenas registra dos victorias en sus 10 apariciones en el cuadro principal. En Masters 1.000 tampoco su rendimiento ha sido bueno. Su mejor resultado fue la tercera ronda de Shanghái el año pasado.
Jarry sale al mercado.