Veinte minutos duró el hechizo en la primera ronda del Masters 1000 de Roma. Ni más ni menos. En ese lapso, Nicolás Jarry (62º) mostró lo mejor de su tenis: mucha solidez con su derecho, un más que aceptable revés y no tantos errores no forzados.
Al otro lado de la estrecha cancha 3 (reasignada por la lluvia), el argentino Diego Schwartzman (15º), quien sufría con la potencia del chileno y con sus propios errores, entre ellos, tres doble faltas que le permitieron al número uno nacional quebrar y ponerse 4-1. Incluso, en el sexto game pudo ampliar la ventaja, de no ser por un revés largo, que hubiera significado el 5-1. Pero no, Peque descontó y, luego, Nico se encargó de obsequiarle la victoria a su rival.
Y no es exagerado decir eso, pues desde ese momento el espigado jugador cometió todos los errores no forzados posibles. Se desenfocó absolutamente y de ahí hasta el final del partido apenas ganó un juego.
Además, se le vio algo descontrolado, lo que no es muy habitual. Hasta lanzó la raqueta. Tampoco pudo sacudirse de la frustración de haber perdido una manga que tenía controlada. Para colmo, su servicio no anduvo como esperaba. De hecho, en los dos partidos de la qualy nunca le pudieron quebrar, lo que ayer sucedió en cinco oportunidades.
Así, Schwartzman derrotó a Jarry por cuarta vez en el año y sin perder un solo set.
En esa misma cancha, las malas noticias continuaron, ya que Julio Peralta y el transandino Horacio Zeballos cayeron por un doble 6-4 ante los holandeses Robin Haase y Jean-Julien Rojer en primera ronda de dobles.