"No han sido años como los esperaba, pero estoy tranquilo; recién tengo 21 años. Con trabajo y esfuerzo se van a ir mejorando las cosas". Esas eran las palabras de Jeisson Vargas, el gran protagonista de la teleserie del mercado de fichajes chileno, cuando era presentado en su segundo retorno a la UC, el pasado 8 de febrero. Hoy, dos meses después, la realidad del delantero dista mucho de lo que esperaban en la precordillera cuando hicieron de todo para frenar su arribo a la U. Y por cierto, las cosas no han mejorado mucho, como anhelaba el jugador.

Cuatro citaciones y 28 minutos jugados en un solo partido es el saldo del futbolista desde que regresó a la precordillera a inicios de año en búsqueda de la continuidad que no encontró ni en el Montreal Impact ni antes en Estudiantes de la Plata. Y para hoy no entró en los 22 citados.

Pasa que además de sus inconvenientes físicos que le han impedido estar con normalidad a la orden de Gustavo Quinteros, el futbolista ha sumado líos fuera de la cancha que evidentemente lo sacan de foco. No es la primera vez que los vive. Y no es la primera vez que hechos de violencia lo marcan.

Porque si en octubre de 2016 ya fue detenido por amenazas de muerte a un conductor que previamente persiguió a gran velocidad, ayer se dio a conocer otra situación que le atañe directamente: la Justicia dictaminó en febrero que Vargas debía abandonar su domicilio y mantenerse a 200 metros de ese lugar tras protagonizar un hecho de violencia intrafamiliar en contra de su esposa (que ya lo había denunciado en 2017 por algo similar), según el fallo cautelar fechado el 20 de ese mes y que dio a conocer ayer Mega.

Según se lee en el parte policial, el formado en Las Condes fue denunciado por su señora luego de que ella lo increpara por haberle sido infiel y este reaccionara gritándole "pásame al niño conchetumadre", al tiempo que le quitaba al hijo de ambos de sus brazos. Posterior a eso, según reza el escrito, el jugador echó a la mujer del lugar. El relato continúa y detalla que la esposa (ya junto a su madre, a quien llamó por celular), se movilizaban por la Costanera Norte y "el denunciado comienza a realizar diferentes maniobras por la autopista tratando de golpear la parte trasera del vehículo". Es en ese momento que Vargas intenta interceptarlas, ellas logran eludirlo y se trasladan a la 7ª Comisaría de Renca para denunciar el hecho.

En el fallo cautelar se establece que la decisión de apartarlo de su domicilio se debe a que "del mérito del parte se desprende que la denunciante es víctima de maltrato psicológico hace cuatro años de parte del denunciado, hace presente como factores de riesgo antecedentes psiquiátricos del denunciado. Analizándolos son suficientes para estimar que en la especie podrían concurrir patrones de habitualidad en el maltrato".

En la UC, donde estaban enterados hace un tiempo del hecho y han intentado aconsejar al futbolista para que evite estas confrontaciones, declinaron emitir alguna opinión formal al respecto y se mantendrán así (incluso para tomar alguna decisión) mientras dure la investigación, aunque descartan de plano que los pocos minutos que ha visto el jugador se deban a esta situación. Que solo sus problemas físicos lo han mantenido al margen.

Justamente, además de convivir con sus airadas reacciones, Vargas ha debido lidiar con los problemas físicos. A San Carlos de Apoquindo llegó con sobrepeso, el que fue detectado tanto en los exámenes a los que se sometió para fichar por Universidad de Chile, como los que se hizo para finalmente recalar en la UC. Eso sumado a la poca continuidad que tuvo en la MLS lo hizo llegar fuera de forma y falto de fútbol, por lo que fue sometido a trabajos especiales. Y cuando eso se mejoró, una distensión en el cuádriceps derecho lo mantuvo al margen de los entrenamientos y de varios partidos.

La UC ríe en la cancha, pero fuera de ella sus jugadores (antes Benjamín Vidal y su accidente automovilístico con alcohol, ahora Vargas), la hacen perder el foco. Y lo de Jeisson no es primera vez.