Joaquín Larrivey: el entrenador que vive en el goleador
El artillero de la U ya es todo un estratega y hasta armó su propio cuerpo técnico para analizar los partidos del torneo chileno cada 10 días. No solo eso, también utiliza sus estudios para entenderse mejor con sus compañeros y romper las defensas rivales. ¿Adelantara su retiro? No, quiere jugar un par de años más y, ojalá, vestido de azul.
Joaquín Larrivey anota un gol para la U y el comentario nace solo: “Anda con toda la suerte este...”, “está en estado de gracia, pelota que toca es gol”, “ojalá que no se le acabe nunca la racha”. Los hinchas azules seguro que están extasiados con el presente del argentino, que ayer volvió a convertir por el torneo local, en el triunfo ante O’Higgins. Lo que pocos saben, sin embargo, es que desde 2017 siempre superó la decena de tantos en las ligas nacionales y que su registro en los últimos 10 años confirma que lo de esta temporada no es solo una “racha”.
“Siempre tengo la ilusión marcar un gol y ahora llevo siete partidos (ayer cumplió ocho) consecutivos haciéndolo, lo que te dice que estoy siendo efectivo a la hora de definir. Pero creo que lo más importante y lo más lindo, es que mis goles siempre sirvieron para obtener algún punto, ya sea para empatar o ganar”, es lo primero que dice el ariete. Y agrega: “Nada de esto es casualidad, pues trabajo mucho para ello. Las casualidades se dan de manera esporádica, pero cuando uno hace siete goles seguidos, ya no lo es. Tampoco ando con suerte”
La sentencia del ariete es avalada por las estadísticas que tira a la mesa: “Hace 10 años que hago 15 ó 16 goles por temporada y eso tal vez la gente no lo sepa, pero estos números son una sana costumbre para mí”. Labor que viene de la mano de una filosofía de vida y en la cual su familia -conformada por su esposa Agustina, su hija Faustina (4) y su pequeño Milo (2)- es fundamental. “Mi mujer es mi pilar y cada día que pasa ella me va cuidando para que todo lo que hago en la cancha se pueda llevar a cabo. De hecho, tengo 36 años y me siento en forma, pues ella me ayuda a alimentarme en forma adecuada y a descansar lo necesario”.
Y cómo ella no va a saber que un futbolista de alto rendimiento debe trabajar más afuera de la cancha que en su interior, si es hija de Gerardo La Vieja Reinoso, idolatrado exvolante de Universidad Católica. “Somos una familia bien futbolera”, admite Joaquín. Pero eso no le impide ser “muy romántico”, asegura. “Salir a cenar cuando la pandemia lo permite y regalonear mucho con nuestros hijos”, expresa. De hecho, una de las actividades favoritas de los Larrivey-Reinoso es ver películas infantiles clásicas como Matilda o Toy Story y darse una maratón de Peppa Pig.
La pizarra en el living
Mucho antes de que Larrivey se convirtiera en el artillero que los bullangueros aplauden, el nacido en 1984 tomó la decisión de ser entrenador. Y justo antes que el coronavirus cambiara la vida del planeta, comenzó a estudiar dicha profesión. Aunque cree que lo hizo tarde: “Ideal sería que los chicos a los 25 ó 26 años lo hicieran”.
Está más que entusiasmado con la idea de ponerse algún día el buzo de DT. Tanto así que ya tiene conformado su cuerpo técnico y profundiza sus conocimientos, sumándose a cuanta charla pueda de algún entrenador alrededor del mundo. “Asisto a seminarios, hablo mucho con otros entrenadores y debato los temas con mis colaboradores. Ellos son chicos que están en Argentina y todos tienen relación con este deporte”, asevera. Y acto seguido los describe: “Uno de ellos jugaba en contra mío, luego disputó el ascenso italiano y ahora dirige en una categoría menor de mi país (Leandro Sartor). Después hay otro chico que fue coordinador en divisiones inferiores y que está trabajando en el fútbol formativo (Sergio Achaval). Tenemos un preparador físico que es profesor universitario y que tiene experiencia en divisiones del ascenso (Esteban Bertoti) y el analista de video (Daniel Stano) ve este deporte de la misma manera que yo lo veo. En otras palabras, combine el conocimiento con grandes personas y eso fue fundamental para armar el equipo”.
El escuadrón se reúne cada 10 días para analizar -principalmente- el campeonato chileno e ir buscando su propio estilo de juego, el cual “dependerá mucho de las características de los jugadores que tengamos y que es lo que queremos hacer para mejorar”. Pero el objetivo primordial para Joaquín y compañía es mejorar a los jugadores. “Si me preguntas de qué manera nos gustaría que juegue nuestro equipo, te respondo: siendo protagonistas, teniendo la tenencia de la pelota, e intentando recuperarla lo más rápido posible si es que la perdemos. También queremos llegar con mucha gente al ataque y tener un juego construido. Claro que entendemos que a veces, el juego te llevará a no construir y a saltarte las líneas. Pero para ello, debemos darle las armas a nuestros jugadores para que interpreten cada momento del juego”.
Sobre la forma en que parará a sus futuros dirigidos, el formado en Huracán detalla: “No tenemos un sistema predilecto, porque es fundamental tener en cuenta las características de los jugadores antes de definirlo. Pero sí me apuras, a priori, nos gustaría tener cuatro defensores y ahí ir variando con un 4-2-3-1, 4-3-3 ó 4-4-2, que puede ser el clásico o un rombo con enganche. Ahora tampoco descarto el 3-5-2 que está tan de moda”. ¿Y en su equipo Joaquín Larrivey sería titular? “Lo sería, porque si no me pongo yo, quién lo hará. Pero además estoy en un buen momento y puedo ser titular”, reconoce sin complejos.
La pregunta cae por sí sola. En septiembre se jugará otra versión del Superclásico, donde la U no gana desde 2013. ¿Cómo enfrentaría a Colo Colo el Larrivey técnico? “A cualquier equipo le jugaría buscando ser protagonista y partiendo de esa base, de lo que mi equipo quiere plasmar en la cancha Hay que ver qué es lo que nos conviene y observar dónde están los puntos fuertes y débiles del equipo contrario. La sugerencia al Huevo Valencia, su actual DT, va más allá: “Debemos ser protagonistas de la posesión de la pelota, atacar con mucha gente, tratar de recuperar el balón de manera instantánea y darles herramientas a los jugadores para que sepan leer el juego”.
Y si bien prefiere no jugársela con un nombre indiscutido entre sus actuales compañeros y tampoco lo hace con algún seleccionado chileno, sí entra en el juego de contratar al refuerzo de sus sueños. Pero hay una sola regla, no puede escogerse a sí mismo ni a Lionel Messi o Cristiano Ronaldo. “El que más me gusta es Karim Benzema, porque es un jugador de equipo grande. Mas allá de que Messi es todo lo que está bien, me gusta Benzema, pues es un gran jugador y fue capaz de levantarse ante las criticas adversas”.
Lo que aún no tienen claro como cuerpo técnico es qué harán en caso de que uno de sus dirigidos rompa las reglas o sea protagonista de una ruidosa indisciplina. “Es que cada caso es particular y no es lo mismo una falta de alguien que lo hace siempre a uno que no lo hace nunca. Tampoco es igual que el infractor sea alguien joven a uno más grande. Cada situación y cada equipo es diferente y no se puede sentenciar sin ver el contexto”, reflexiona.
Eso sí, hay algo que no tolera en su equipo ni en su vida: llegar atrasado. “Una vez me quedé dormido para ir a un entrenamiento y comprendí que no hay nada peor que dejar esperando a alguien en vano. Es cierto que ahora, a veces, me cuesta más estar a la hora por cosas que no dependen de mí, pero no me gustan los atrasos”. Por lo mismo, sale con anticipación a las prácticas en el CDA y allí aplica lo que en la teoría ya tiene dominado. “Me voy dando cuenta, porque estoy por terminar mi curso de entrenador, de que hay varios movimientos en la parte ofensiva, en la mitad de cancha y en la defensiva”. Y destaca: “Voy aprendiendo y escuchando a compañeros, a mis entrenadores, viendo fútbol y adquiriendo nuevos movimientos. Aunque también me gusta ir identificando las características de los compañeros que me van rodeando y adaptarme a lo que me va tocando dentro de la cancha”.
El camarín
Es aquí donde Joaquín Larrivey muestra entusiasmo y revela movimientos que realiza con sus colegas. “Todos los compañeros tienen sus propias características y debes saber, entender y descifrar rápidamente lo que van a hacer. Por ejemplo, si juego con Pablo Aránguiz -con quien me entiendo muy bien- sé que él arranca de izquierda hacia el centro y me va a buscar la pared. Yo ya lo sé y él ya lo sabe. Otro ejemplo es (Marcelo) Cañete, a quien siempre le digo que me trate de buscar, para que yo se la deje a él y así pueda buscar en profundidad a los extremos. Pero es algo que seguimos trabajando y lo iremos puliendo... Con Franco Lobos jugamos los dos en punta y cuando yo iba a buscar la pelota, él debía picarme a la espalda y yo le picaba si él tenía el balón y eso se vio en el clásico universitario”.
Palabras que sin decirlo también describen el buen momento que vive el camarín de su escuadra y que puede ayudarlos a conseguir el objetivo que se prometieron: pelear el campeonato. “Somos nosotros los que debemos alimentar la ilusión en cada entrenamiento y en nuestro diario vivir. Somos nosotros los que debemos trabajar para que esa ilusión se haga realidad”, se explaya.
Si los distrae o no el ruido externo que produce que la concesionaria tenga nuevos dueños o la llegada del ya contratado gerente deportivo (Luis Roggiero) en septiembre, el jugador asegura que no. “Estamos totalmente focalizados en lo deportivo, ya que no tenemos injerencia en eso y nos generaría un gasto de energía innecesario. En lo que estamos claros es en que estamos a muerte con Esteban y sabemos que es nuestro entrenador. Estamos muy contentos con el trabajo que está llevando “.
Sin embargo, hay una situación personal que ya ha ocupado varias planas de diarios y caracteres en los portales noticiosos: su renovación. “Me siento en plenitud y sé que puedo jugar durante un largo tiempo más. Me gustaría que suceda lo antes posible, para la tranquilidad que uno debe tener y también para la paz de la familia. Como te digo, tengo la ilusión de que se contacten y lleguemos a buen puerto, pero si no es así, estoy abierto a escuchar otras posibilidades pues no siempre las cosas en el fútbol salen como uno desea”, dice. No obstante, apuntan desde Azul Azul, ninguna extensión se verá antes de que Roggiero llegue a Chile el próximo mes. “Te lo he dicho, uno tiene que planificar con la familia y la prioridad la tiene Universidad de Chile. Pero si no se manifiestan, escucharé otras ofertas”.
Lo que tiene claro Larrivey es que está lejos de colgar los botines. Quiere jugar al menos dos años más. Solo después de eso se convertirá en colega de los hombres que lo marcaron en este camino. “Todos me dejaron huella. Para bien y para mal, pero quienes más me han gustado son Paco Jémez, Eduardo Berizzo, Massimiliano Allegri, Miguel Ángel Ruso y Ricardo Gareca”, apunta.
¿Será que Rafael Dudamel entró en la categoría de los “profesores” que le enseñaron lo qué no debía hacer? Larrivey ahí no engancha: “No he hecho un análisis de las cosas que nos acompañaron en su proceso y si bien terminamos en el tercer puesto el año pasado, no estábamos jugando de la mejor manera.... Cada uno tiene su manera de ver las cosas y lo que yo tenía que decirle, se lo dije cuando me pidió la opinión. Siempre sumé para el equipo desde donde me tocó estar”.
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