Joaquín Niemann no da más de la ansiedad. Está a un hoyo de inscribir su nombre en la historia del deporte chileno, pues conseguirá, si todo sale bien, el primer título en el PGA Tour de un golfista nacional. Se mueve de un lado a otro, aprieta las manos y conversa con su caddie para analizar la mejor estrategia para enfrentar la 18ª bandera, aunque ya la tiene clara hace rato.

Sale muy bien del tee, y solo quiere darle a esa pelota para poner fin a la semana con más emociones que ha tenido en su corta carrera. Se agacha, estudia el transcurso de la bola hacia el hoyo, se pone de pie y comienza su última proeza. A siete yardas de su último birdie, Niemann se corona en el The Greenbrier como un campeón, aunque la situación es tan extraña que ni sabe cómo celebrarlo. Aprieta el puño, solo eso.

La tercera fue la vencida para Joaco. Quedó entre los 30 mejores en 2016; fue quinto en 2017, y ahora, con una tarjeta de 21 golpes bajo el par tocó un pedazo de ese cielo que representa el PGA Tour, la primera división del golf mundial. El no estadounidense más joven del circuito, con 20 años y 313 días, en lograrlo.

A las 15.10 de Chile (una hora menos en Estados Unidos) comenzó el domingo de Joaco. Acompañado por su principal rival hasta ayer, el estadounidense Richy Werenski, recorrió por última vez los 18 hoyos del campo de White Sulphur, en Virginia Occidental, en el que Niemann se siente como "un socio más".

Con la presión de mantenerse como líder, quiso enfrentar la cancha con una estrategia poco arriesgada. Los dos golpes de ventaja con que inició representaban una garantía que debía cuidar.

Pero ya desde el quinto hoyo comenzó a robar golpes. Continúo en el ocho, pero a la siguiente bandera sufrió la primera desatención, con un bogey al completar la primera mitad del campo con un -16 en la clasificación general, -1 de su jornada.

Fue ahí donde comenzó a apostar. Sabiendo que atrás tenía una amplia lista de candidatos a la caza del torneo, quiso demostrar el buen golf que lo tuvo encumbrado esta semana y así distanciarse. De inmediato consiguió un nuevo birdie y, envalentonado, decidió jugar al riesgo dos estaciones más adelante.

El hoyo 12 quedará guardado como su mejor golpe. Su segundo impacto lo dejó en el rough que rodea el green, a 13 yardas de la bandera. Salió de ahí, se acomodó y dejó la pelota a tres, pero con una pendiente complicada. Y ahí, Niemann exhibió nivel, realizando una curva con la pelota que terminó enviándola directo al hoyo, encaramándose aún más en la cima.

Joaco intentaba disimular la confianza que se tenía, pero no lo conseguía. Su rostro lo expresaba con claridad y su estrategia aún más. Aunque tuvo un paso en falso la 15ª bandera continuó restando golpes en los hoyos 13, 16 y 17, volviéndose a ese entonces inalcanzable para Werenski.

Nunca lo alcanzaron (solo fugazmente, Hoge, con Joaco en el hoyo diez). Niemann reescribió la historia nacional y del PGA. Apretó su puño, como es costumbre, y celebró su hazaña. La historia del golf chileno comienza a escribirse ahora en las grandes ligas gracias a Niemann.