La semana pasada se produjo la muerte de Gladys Muñoz, la madre de Johnny Herrera, afectada por el coronavirus. Luego de unos días pasado el deceso, el arquero de Everton entregó sus primeras impresiones en diálogo con Las Últimas Noticias.
"Recuerdo que ese sábado habíamos hablado con la Buela Laly, como la llamaba Brunito (su hijo). Desde hace tiempo que venía con un resfriado. Hablamos todo ese día, pero decidí desconectarme para ver una serie en el departamento. Fue entonces cuando encendí mi celular y vi los mensajes. Llamé a una de mis sobrinas y me contaron que a mi viejita la habían llevado a la clínica Alemana de Temuco porque estaba complicada... Como a las tres y media de la mañana hablé con el médico a cargo y le insistí que hicieran todo lo posible por salvar a mi viejita. Sospechaba que podía tener el Covid-19, aunque no lo podían confirmar porque había que esperar el resultado. Me preocupaba que ella ya había tenido neumonía, unas tres veces si no me equivoco. Además que era hipertensa", relata el golero.
"El viaje se me hizo eterno a Temuco desde Viña... Antes de salir de mi departamento, el doctor me dijo que eran escasas las posibilidades que pudiera sobrevivir. Se me vino el cielo encima. Trataba de mantener la calma durante el viaje, pero mi gran temor era no poder despedirme", continuó.
Herrera dice que, tras llegar a Temuco, contuvo a su familia y pudo ingresar a ver a su mamá con la correspondiente protección: “Mis sobrinas y mi hermano estaban deshechos. Por suerte consiguieron ubicarla en una habitación que se había desocupado. Ahí estaba con todos los cuidados. Los médicos me decían que no entendían que estuviera viva todavía. Se sintió mejor ese domingo, pero en la tarde le vino un bajón, aunque la lograron estabilizar... Es duro que te digan entra a despedirte. Entré, era el único autorizado a hacerlo, con todos los resguardos. Doble delantal, doble mascarilla, antiparras, de todo. La pena es que no podía abrazarla, pero conversamos como dos horas”.
El martes por la noche, el futbolista se entrenó que su mamá había fallecido. “Se me vino el mundo encima. Mi viejita no pudo seguir luchando... La enfermera la maquilló y la dejó muy bonita. Después nos dieron las facilidades de poder enterrarla en su Angol querido. Permitieron que hiciéramos una ceremonia breve y que quedara donde ella quería. Fue un momento duro”, agregó Herrera.