Jorge Valdano: “Aránguiz es el número uno de los jugadores chilenos”
¿Cómo será el fútbol cuando todo pase? Responde quien lo ha vivido desde todos los ángulos: jugador, DT, dirigente, opinador, escritor... “Convertir el fútbol en mensaje ha sido mi vida desde que el fútbol me abandonó”, dice.
Jorge Valdano (64 años) pasó ayer por Conversaciones LT, la serie de entrevistas online que La Tercera ofrece a sus suscriptores.
¿Cómo será ahora el fútbol?
El fútbol es un juego exageradamente humano. Saldrá de esta experiencia como nosotros, sintiéndonos más vulnerables, con menos afán consumista y con la necesidad de apretarse el cinturón económico. Más allá de eso, no creo que, recuperada la normalidad, cambie lo esencial. La pasión al final terminará poniéndonos en el mismo lugar. El fútbol seguirá siendo el entretenimiento preferido de la gente. Seguirá teniendo la misma profundidad cultural y sociológica, la misma fuerza identitaria y generará la misma atracción. No espero grandes cambios del fútbol, como tampoco en el ser humano.
Lo que no se dislumbra es cuándo se recuperará esa normalidad.
Es increíble cómo la normalidad está asociada al fútbol. Se reanuda la Liga y da la sensación de que es el camino más corto hacia la normalidad. Y lo cierto es que nunca la normalidad se ha parecido tanto a la felicidad tras estos meses de encierro. La fuerza simbólica del fútbol provoca estos milagros de comunicación.
¿El juego se verá afectado?
En las cuestiones que son cosméticas, el festejo de los goles y cosas de ese tipo. Pero en el desarrollo del juego no espero grandes cambios. Es más, jugar sin gente será una experiencia desabrida para los espectadores, pero no para los jugadores.
Resta valor a jugar sin público justo quien acuñó el miedo escénico.
Con el miedo escénico trataba de definir un estado de excepción, cuando la gente te conecta con el partido en lo anímico de tal manera que los futbolistas llegan al punto del heroísmo. Eso, efectivamente, ahora no será posible. Y por eso será menos probable que el peor le gane al mejor. Porque para que el peor le gane al mejor se tiene que dar ese fenómeno de comunicación entre la grada y los jugadores. Ese estado de excepción del ánimo sí se va a perder.
¿El rigor con el que volvió al fútbol Alemania es trasladable al latino?
Bueno, será más difícil, evidentemente. De hecho, ya hemos visto algunos jugadores que han roto el protocolo y que además nos lo cuentan a través de las redes sociales, que es el colmo de la ingenuidad. Pero Alemania nos ha servido para armarnos de confianza con respecto al futuro. Los protocolos son muy estrictos. Si no es por nuestra manera de vivir, habrá control porque nos obligan a ello.
¿La industria va a cambiar?
Durante algún tiempo absolutamente sí. Aquel fichaje de Neymar va a seguir marcando el récord durante años, quizás una década. Me da la sensación de que este baño de realidad ha aplacado un poco a los tiburones de aguas profundas que hay en el fútbol, los grandes empresarios que piden las cosas más desde la economía que desde el purismo del juego. Dentro de sus proporciones, todas las ligas van a sufrir unas consecuencias parecidas. Sudamérica se ha convertido en un productor de talento. Y si el mercado europeo se retrae, sufrirá sus consecuencias también.
¿Hay algo de pan y circo en esta vuelta acelerada del fútbol?
Lo que hay es un imperativo más económico que futbolístico. Es la industria la que tiene urgencia, no el juego. No es que haya que volver a jugar para que la gente se divierta. Hay que volver a jugar para que la gente consuma fútbol. En este caso el pan es más importante que el circo.
¿Volverá el fútbol de selecciones?
Un poco más lejos. Es como que lo de la selección ahora no toca.
Y para Chile, que ya se consume, la demora va a ser más perjudicial.
Se está acabando una generación, no Chile. Esa generación provocará seguramente emulaciones de los jóvenes y, sobre todo, un afán competitivo nuevo. Hay una serie de consecuencias que impactan en las siguientes generaciones. Las Copas América que ganó esta excepcional generación chilena dejará una huella que favorecerá a a los que vienen.
¿Y esa generación fue obra de Marcelo Bielsa o estaba ahí?
Hubo algo de generación espontánea. Pero a ese talento hay que darle método y ahí es donde entran los Bielsa de este mundo. Es mejor encontrarse a Bielsa que encontrarse a un entrenador que reparte camisetas.
¿Algún chileno a la vista?
Ahora que vemos fútbol alemán, este chico del Leverkusen. Aránguiz está jugando muy bien y con un campo de acción muy grande. Para mí hoy es el número uno de los jugadores chilenos. Y si no el uno, por ahí andaremos. Un futbolista con un impacto grande en los partidos.
¿Descifra el misterio Alexis? De maravilloso a acabado.
Bueno, la edad también nos cuenta cosas sobre los futbolistas. Era un jugador muy rápido, muy explosivo, y eso el tiempo lo va consumiendo. Su trayectoria ha sido larga y exitosa. No creo que esto que le está ocurriendo pueda marcar el recuerdo que tengamos de Alexis. Pero se tiene que beber hasta su última gota de fútbol. Esta profesión hay que disfrutarla hasta el último minuto.
¿Y Vidal? ¿Tiene que seguir disfrutándola en el Barça o en otro lado?
Vidal tiene una gran ventaja. No tiene nada que ver con el estilo que le reconocemos al Barcelona y, sin embargo, juega desacomplejado, como si no le importara. Son muchos los jugadores que llegan de afuera, no tienen ese estilo y terminan sintiéndose cuerpos extraños dentro de esa estructura. Bueno, pues Vidal parece cómodo en lo personal y en lo futbolístico. Sí, lo veo vigente.
¿Qué pesa más: su error de ningunear a Zamorano o su acierto de rectificar hasta encumbrarlo?
El error de ningunearlo fue ético y, por tanto, más difícil de perdonar. Nadie tiene derecho a ningunear a nadie. Lo cierto es que Zamorano me perdonó mucho antes que Chile. Luego hice todo lo humanamente posible porque Pellegrini llegara al Real Madrid, pero nunca saqué un empate. Aquel primer golpe a Iván marcó mi relación con Chile.
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