José Letelier: "Yo era de los que pensaba: '¿por qué las mujeres juegan fútbol si es de hombres?'"
Un hombre en territorio de mujeres. José Letelier, el entrenador encargado de dirigir a las Rojas hacia su bombástico éxito en la Copa América, reflexiona en La Tercera sobre los problemas, las necesidades, las esperanzas y el prestigio del fútbol femenino.
José Letelier (51 años) dice que le cuesta hacer amigos. Es fanático de los asados. También de los tangos y la música en español, pero no aguanta el metal o el rock pesado. Y por culpa de las Rojas se ha visto obligado a convivir con el reguetón. Fue arquero de Colo Colo, Alianza Lima y Morelia, entre otros. Durante ocho años, tras el retiro como futbolista, se dedicó a estudiar para técnico profesional y en Educación Física. Vive en un departamento a 400 metros de la sede de la ANFP donde habitualmente dirige los entrenamientos de la selección femenina. Su hijo mayor (28 años) ha disputado la Copa Libertadores de futsal, con Colo Colo, y su hija, de 23, que cursa el grado profesional de enfermería, también jugó al fútbol, aunque Letelier era poco amigo de que las mujeres lo jugaran: "No me gustaba, era por los prejuicios. Yo era de los que pensaba, '¿por qué las mujeres juegan fútbol, que es de hombres?'. Y ahora lo admito, lo reconozco y lo repito siempre, porque puede ser un ejemplo para personas que piensen como lo hacía yo". La conversación parte pues con un mea culpa.
¿Qué caracteriza al fútbol femenino en Chile?
La constancia y la persistencia, quizás condicionado por su carácter no profesional. En general, las niñas hacen grandes esfuerzos, no sacrificios, porque las guía la pasión que sienten por el fútbol. Pero además tratan de llevar una vida plena, compatibilizando los aspectos familiares, laborales o académicos.
¿Las mujeres son más leales en el juego, simulan menos y son más respetuosas con las rivales?
Sí, aunque puede haber excepciones. Alguna vez hay mala intención, pero no es recurrente. Es una particularidad del fútbol femenino dedicarse sólo a jugar, quizás porque aún no está cimentado a nivel de profesionalismo. En todo caso, ha ido disminuyendo la deslealtad a nivel masculino, debido a las sanciones y a la presión de los recursos tecnológicos. Hoy sería impensable que aquellos Estudiantes de la Plata o Independiente pudieran ser campeones de la Libertadores. El fútbol femenino mantiene la naturalidad, el espíritu básico del deporte.
Su selección muestra un alto grado de transversalidad e integración social. ¿Es una particularidad o una generalidad?
Hay una integración notoria. A nivel general, hay un gran desarrollo en el plano universitario, de ligas, que promueven el juego de las mujeres. Por eso se ha generado esa realidad.
¿Qué falta para desarrollar el máximo del potencial de las chilenas en el fútbol?
Hay un sinfín de cosas por hacer. En la base está la formación. Hay una falencia ahí en el fútbol femenino y el deporte en general. A excepción del fútbol masculino, que a los ocho años ya tiene categoría de competencia. Eso debe ser bien entendido, porque a esas edades un niño aún no se puede especializar, debe tener una gama de experiencias motrices para expresar sus capacidades.
¿Hay poca voluntad en las instancias?
Así lo veo yo. Hay muchos factores, incluyendo el nivel de Estado, que impiden que esto se consolide. La formación de base debería ser fundamental para contar con jugadoras de fútbol que lleguen más preparadas a la elite. Hay un gran porcentaje de mujeres que no les gusta hacer deporte. Con la Copa América hay efervescencia. La gente cree que es llegar y cambiarlo todo, pero no es tan fácil. Es un camino largo, de cambio cultural y de creación de infraestructura. Estados Unidos, que es la primera potencia mundial del fútbol femenino, demoró más de 50 años en alcanzar ese nivel. Y hoy es el deporte más practicado por las mujeres, que comienzan desde muy niñas a jugar. Cumple con su encadenamiento clásico: las jugadoras llegan a las universidades y desde ahí son captadas para el profesionalismo.
En Chile las universidades ofrecen becas y facilidades.
Es relativo, porque estas niñas que las universidades becan por su talento, luego encuentran trabas porque la universidad les impide jugar por su club o venir a la Selección. Algunas incluso han perdido sus becas por venir acá. Es muy contradictorio.
¿Se privilegian las exigencias académicas o las deportivas?
Tratamos de ser empáticos en ese sentido. No voy a permitir que una niña repruebe un ramo por venir a entrenar a la Selección. Desde que comencé en el fútbol femenino jamás pedí a nadie que faltara al trabajo o a sus clases por el fútbol. Trabajan o estudian para ganarse la vida. El fútbol femenino no les da el sustento diario.
¿Cómo lo hicieron durante la Copa América?
Ahí hubo esfuerzos importantes. Muchas pidieron permisos en sus trabajos o universidades, otras congelaron sus carreras y algunas hasta decidieron dejar sus trabajos para prepararse bien. De vacaciones, nada. Hay que conjugar todo eso para que podamos funcionar de la manera adecuada. Ellas dan el máximo por su gusto por el fútbol. Hay niñas que dejaron el fútbol, teniendo las mismas o mejores capacidades deportivas, porque esto no les da nada a nivel material. El número de opciones así se va reduciendo.
¿Buscará jugadoras de origen chileno en el extranjero?
Habría que hacer un seguimiento y ver si están a la altura de lo que tenemos acá. Durante este año y el anterior, hemos seguido y evaluado a algunas.
¿En qué áreas hay que avanzar más?
Es un cambio gradual, lento, que requiere la voluntad de los clubes para generar una infraestructura acorde con el nivel profesional: lugares de entrenamiento, equipamiento, entrenadores capacitados, todo lo que involucra el desarrollo profesional. Y los clubes se preguntan qué les genera y ahí está la piedra de tope. La FIFA está muy preocupada del fútbol femenino en Sudamérica, porque entiende que está muy retrasado respecto de Europa, Asia y Estados Unidos. Y entiende que en este continente hay talento. También es fundamental el Ministerio, porque no se trata sólo del fútbol profesional, sino también de ampliar la base. Hay que cambiar la perspectiva cultural del deporte y reaccionar como el resto de la sociedad, donde se están dando señales de apertura, igualdad y diversidad. Hay que generar los puentes para que ocurra.
¿Teme que el interés por el fútbol femenino sea coyuntural, como tras el Mundial juvenil de 2008?
Bueno, acá se hizo ese Mundial, se creó infraestructura que quedó para los clubes profesionales, para la comunidad, pero de ahí no pasó mucho más.
Al menos se estructuró un campeonato nacional femenino.
Sí, pero el problema es que no ha evolucionado. Tocó techo. Es importante masificar, pero no per se; carece de sentido hacerlo sin ningún orden y por presumir de que tenemos equipos o gente haciendo deporte. No puede haber un fútbol femenino donde no existen lugares de entrenamiento, donde las niñas se junten el fin de semana para ir a jugar, donde no hay interés por darle característica de espectáculo a lo que se hace. Si no se hace así, no mejorará.
¿Afecta al fútbol femenino cuando se pone el foco en la sexualidad?
Claro, el hecho de que una mujer juegue fútbol inmediatamente se asocia a la distinción de género. Ni siquiera el primer pensamiento es 'qué bueno que juegue fútbol' o 'qué bueno que haga deporte', sino que 'ah… juega fútbol porque su opción sexual es distinta'. Y no es así. Para mí no es tema. Y jamás he tenido algún problema en ese ámbito, tanto a nivel de responsabilidad deportiva como de convivencia grupal. Las jugadoras que yo he dirigido han sido muy respetuosas de la diversidad y de los roles que cumplen dentro de la Selección o de Colo Colo.
En el Mundial de Francia, es probable que Brasil ni siquiera sea cabeza de serie. ¿Cómo se potenciará Chile para estar a la altura de esas exigencias?
Hay que redoblar esfuerzos y ver una estrategia. No es llegar y determinar cosas, porque estas niñas que están en Chile están insertas en los clubes, en las competencias. Hay que ver de qué manera podemos mejorar para que no tengan el impedimento de entrenar bien y accedan a los descansos necesarios.
Quizás el éxito de la Copa América posibilite una mayor comprensión del medio.
Ojalá todas las instancias den las facilidades para que estas niñas puedan optimizar su condición. Pero a eso se le suman los años de historia en el fútbol femenino y las características de cada pueblo, pues en Europa y Estados Unidos el tamaño y la fuerza de las jugadoras es importante. En el caso femenino, es mucho más determinante que en los varones, donde Messi o el mismo Medel o Alexis pueden chocar y enfrentarse con rivales de metro noventa, y superarlos. Eso genera una diferencia importante y hay que sumarle la falta de entrenamiento periódicos, déficits nutricionales de base. Son una serie de factores que alejan al fútbol sudamericano del mundial, salvo Brasil, donde hay una serie de condicionantes étnicas, culturales y sociales que las potencian. Aparte de ser un país con más de 200 millones de habitantes donde el fútbol es todo.
Colombia hizo un Mundial 2015 digno e incluso derrotó a Francia. ¿Ese parámetro aumenta su esperanza?
Uno de los objetivos es tratar de competir, indistintamente de si logramos clasificar a la segunda fase. Mostrar lo que estamos haciendo es el desafío más importante que podemos plantearnos como selección chilena.
¿Privilegiar la defensa será la óptica en el Mundial ante rivales de alta jerarquía?
No, para nada. A veces la presión del rival nos llevó hacia atrás, pero la idea es tratar de jugar, llegar al arco. Lo que buscamos es estrechar la brecha de juego. Después hay detalles que pueden mejorarse con el tiempo, que están relacionados con la competitividad, las experiencias deportivas, enfrentarse a este tipo de selecciones no sólo una vez sino que tres o cuatro veces en el año, lo que te permite generar una competencia distinta a la habitual.
¿Qué puede mejorar a nivel físico o técnico de la Selección?
Si lo vemos como una selección, las jugadoras deberían llegar exclusivamente a preparar el partido, como lo hace, por ejemplo, la selección masculina cuando hay una fecha FIFA, pues llegan sólo tres o cuatro días antes. Eso es porque ellos están física y técnicamente preparados para desarrollar el juego. Pero en la realidad amateur del medio interno femenino nosotros nos encontramos con jugadoras desentrenadas, que no son trabajadas en sus clubes, con una composición corporal deficiente, con una serie de factores que muchos clubes descuidan. O con equipos que carecen de apoyo directo de los clubes y les cuesta mucho mantenerse activos y competitivos, como los casos de Audax o Palestino, que no reciben nada. Y nuestro trabajo es nivelar eso.
Desde ese punto de vista, la Selección es una burbuja.
Sí, lo es, pero también es importante enfatizar que ya está superidentificada la problemática del fútbol femenino. Es demasiado repetitivo hablar de las carencias. Lo que se debe hacer ahora es buscar los mecanismos para que esto pueda funcionar correctamente. Hay que reforzar las cosas que se están haciendo bien e involucrarse de lleno en el mejoramiento de la actividad. Medianamente, por ejemplo, hay una liga que está funcionando y que se puede mejorar. La Conmebol, además, generó la obligación de los clubes de contar con ramas femeninas. Y la ANFP está aumentando recursos adicionales, la realización de la Copa América, hay jugadoras que se han ido al extranjero, etcétera. Hay cosas para destacar positivamente, porque eso fortalece la voluntad de los padres de apoyar a las niñas que quieren jugar o de las empresas que, si sólo ven lo negativo, no invertirán. Lo mismo en términos de futuro, porque las niñas por jugar pueden optar a becas universitarias en Chile o en el extranjero. Y lo mismo ser futbolistas profesionales en el exterior.
Una de las características del fútbol femenino en América Latina es la escasa presencia de entrenadoras. ¿A qué lo atribuye?
Hay muchos factores, partiendo por el hecho de que el fútbol femenino se está desarrollando desde hace poco en esta parte del mundo y aún no hay una profesionalización. En esta selección chilena hay varias chicas que estudiaron o están estudiando educación física, que están haciendo los cursos de entrenadora y eso demuestra que todo puede cambiar. Pero tampoco se puede caer en las cuotas de género, como se hace en política, porque lo importante es que las personas ejerzan como técnicos en la medida de sus reales capacidades y no sólo por ser hombres o mujeres. Y lamentablemente en Chile y Sudamérica hay un retraso cultural en esta materia, porque los futbolistas de esta parte del mundo no están preparados para ser dirigidos por una mujer. En Francia, Diacre, la seleccionadora, fue antes DT en Segunda División y lo hizo muy bien y sin problemas durante casi tres temporadas.
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