Quienes conocen a José Luis Navarrete (61 años) dicen que en una pelea a combos tiene todas las de ganar. "Soy mas de diálogo", matiza el propio interesado; "yo no ando peleando. Lo único que soy apasionado para defender mis compromisos. Y sé karate, full contact, judo y un montón de otras cosas más" . Su formación en la Escuela Militar, donde hizo cursos de comando, que hoy lo tienen como reservista, definen su fuerte personalidad y habilidad para enfrentar momentos de alto riesgo. No es temeroso, advierten desde su círculo más cercano. Es de sonreír poco, relatan otros. Siempre va al choque, pero resguardando no caer en las faltas de respeto. No dice garabatos, bajo ningún contexto de su vida. Tiene tres hijos: uno de Colo Colo, otro de la UC y su más chica es la única fanática de la U. Juega a la pelota tres veces a la semana. Es directo, y no se anda con rodeos. En el plantel le bautizaron como Mi Comandante.
"No sabía que me llamaban así y tampoco me gusta mucho", dice el controvertido presidente de la U, poco amigo de las entrevistas, receloso permanente de la prensa, pero que acepta esta vez intervenir en la construcción de su propio retrato. "Johnny se divertía conmigo", añade, "porque sabía que había estado en fuerzas especiales, y echábamos la talla. Me gusta ser frontal y directo con todos, con respeto por supuesto. Yo no ando con medias tintas: converso lo bueno, lo malo y lo feo".
"Prefiero no decir nada de él, no quiero tener problemas", dice Cristián Mora, extécnico de Iberia, club que José Luis Navarrete presidió antes de sumarse al directorio de Azul Azul. También llegó a realizar un magíster de negocios y comunicación para intentar entender a los periodistas. "Decide con la cabeza, y no con el corazón. Está ordenando la casa", dice Marcos Kaplún, exdirector de Azul Azul.
De golpe y casualidad (o no tanto), el contador auditor tomó formalmente hace 272 días el puesto que dejó Carlos Heller, a cuyo costado se le había visto siempre en los años anteriores. En los partidos, en las gradas, en las reuniones. "Navarrete siempre iba al camarín cuando yo estaba de técnico. Siempre estaba con Heller. Era muy respetuoso. Hablábamos harto de fútbol porque a Navarrete le gusta mucho por su hermano Sandro", dice Víctor Hugo Castañeda, quien dirigió a los azules en 2016. Sandro fue volante de Naval y Unión, entre otros. Un exquisito diez, mundialista juvenil en 1987.
José Luis pasa por ser un fiel escudero de Heller. Incluso lo es cuando le ha tocado hacer sus veces, ejercer en su lugar de jefe. Sus primeros meses al mando de la concesionaria han coincidido con uno de los peores momentos de su historia. Navarrete ha seguido al pie de la letra cada instrucción de Carlos Heller. Interrumpe cualquier actividad o reunión, si el que lo llama es don Carlos, y le consulta todas y cada una de las decisiones que toma, aseguran en su directorio. "Nadie se imagina la autonomía que me ha dado Carlos. Hablamos poco, él siempre da autonomía a sus ejecutivos", asegura Navarrete, aunque, al tiempo, reconoce: "Mi lealtad es a toda prueba. Si él me necesita a las cuatro de la mañana voy a a estar ahí".
"Está haciendo un buen trabajo, dedicado a esto. Quiere equilibrar el presupuesto. No se puede gastar más de lo que se maneja. La U está pagando sueldos muy altos", añade Kaplún, hoy en la ANFP. "Es muy colaborador, pero ahora está en un rol diferente. Es ordenado, como todo militar. Es cuadrado".
Tiene un cartel de persona difícil de afrontar, al que temen los empleados que tienen que tratarle directamente. Pero uno de sus gerentes sale en su defensa: "A los que lo conocemos, se nos hace fácil trabajar con él. Uno sabe cómo es, cómo se comporta. Puedo entender que quien no lo conoce se sienta incómodo". Navarrete sabe su fama: "Quizás sea al principio, porque soy un poco serio. Pero cuando me conocen me abro a la gente. Me puedo comer un plato de porotos con un funcionario en una plaza, o hasta sentarme con el Presidente de la República. Soy transversal".
A Navarrete le tocó poner la cara a la radical rebaja de costos de la sociedad. Ha llevado hasta el extremo la reducción de costos. Lo de quitar el champú del vestuario ha sido la medida más sonada. Pero llegó a más. Prohibió que los funcionarios de Azul Azul compartieran un pedazo de torta en los cumpleaños. Una costumbre que venía de la época en que Ronald Fuentes como gerente deportivo. "La torta la pagábamos nosotros, no el club. No eran más de 10 minutos, pero Navarrete dijo que estábamos perdiendo mucho tiempo", asegura un contratado por la institución. "Esas celebraciones duraban tres horas. No se suspendió, pero sí se realiza ahora en otras zonas del CDA, no en la recepción donde pasa toda la gente. Era un poco incómodo", explica Navarrete.
En la celebración de los 92 años de la institución, el 24 de mayo, solo se repartió para cada asistente una empanada, con un vaso de bebida. La ceremonia se realizó en el gimnasio, como en años anteriores, pero sin decoración, sillas ni nada. Ahorro. "Es efectivo. La riqueza del momento lo da lo solemne, no los adornos. La U no tiene las arcas para hacer una fiesta como antes", dice la cabeza de la U. No se detuvo ahí: los cincos menús entre los que podían escoger los jugadores a la hora del almuerzo, siempre supervisados por la nutricionista. fueron reducidos a tres.
Sus frases también han estado en la mira. "En 2020 tendremos un plantel competitivo sin expectativas de campeonar, pero sí de mantener una posición respetable en la tabla", dijo Navarrete en septiembre. Una conclusión que incomodó al plantel. Lo explica Johnny Herrera, emblema de la U que ha tenido que abandonarla justo bajo el mandato de Navarrete. Una vieja idea, dado el carácter controvertido e incendiario del arquero, a la que nadie se atrevió antes: "Creo que es una buena persona. Con su régimen de ejército podría ayudar a que la U sea más directa, frontal y sin doble cara, pero debe saber que la U por ser la institución que es tiene la obligación de pelear y ganar todo lo que tenga en frente, esté en la quiebra o en la peor crisis de su vida. La U es una sola y siempre". Navarrete reconoce el error: "Me equivoqué en el año. En 2020 pelearemos por todo".
Las últimas apariciones de Navarrete han sido más polémicas. Por el doble estándar empleado, que dice Jorge Segovia. Cuando anunció, por ejemplo, que la U no quería que se siguiera jugando el torneo nacional, que no estaban las condiciones de seguridad, pero que sí se podía jugar la Copa Chile, que ahí sí estaban las condiciones. Cuando Navarrete lo declaró a viva voz, sus propios gerentes se llevaron las manos a la cabeza. El caso es que lo que parecía una declaración irrisoria, por interesada, terminó convirtiéndose en realidad. El torneo se suspendió, lo que dejó a la U en primera pese a a estar en posición de descenso, y el cupo del Chile 4 debe jugarse en cancha según dictó la ANFP entre los azules y Unión. Como estos dicen que no se presentarán, la plaza y los 500.000 dólares que conlleva irán rumbo al Nacional. Navarrete deja a la U en Primera y a un pie de las copas internacionales.
"Quizás no fui claro en explicar en ese minuto nuestra posición que admitía jugar la Copa Chile. La ANFP en ese momento decía que la Federación resolvía. Me preguntaron si yo quería jugar, y dije 'por supuesto'", aclara ahora el contador, a quien sus compañeros en el consejo de la ANFP dicen escucharlo poco. Siempre observador, con un promedio de dos intervenciones por reunión. Le gusta más escuchar y actuar. No tanto hablar. "Tengo dos orejas para escuchar y solo una boca hablar", se justifica Navarrete por su poco protagonismo frente al resto de los timoneles.
"Me puedo comer un plato de porotos con un funcionario en una plaza o sentarme con el Presidente de la República. Soy transversal".
"Mi lealtad a Heller es a toda prueba. Si él me necesita a las cuatro de la mañana, voy a a estar ahí".
<em>José Luis Navarrete, presidente de Azul Azul</em>
La amistad de Navarrete con Heller suma casi cuatro décadas y lo ha tenido siempre en su primera línea de confianza. Desde su primer cruce de palabras, en Coyhaique, cuando coincidieron en una cabalgata. Una cita en la que Heller acabó como el blanco de las bromas: rompió su pantalón. Desde entonces, han compartido en empresas como LAN, Colmena, Falabella y Mega, llegando a ser el secretario general de Bethia, conglomerado del cual Heller es dueño, en 2011. Siempre ha sido el encargado de reducir costos. Su arribo a Azul Azul se produjo el 11 de marzo de 2015, tras adquirir el paquete accionario que vendía por ese entonces José Yuraszeck. Con el tiempo ya posee el 8,95% de los papeles según la SVS.
Sus primeros pasos están grabados en Talcahuano. En ese lugar vio cómo su hermano Sandro se ganó las portadas de los diarios. Y este, desde la distancia, mira ahora cómo José Luis toma el mando de un club que busca enmendar el rumbo. No hablan mucho: "Me llamó la atención, porque si bien Luchín trabajaba con Carlos Heller, nunca pensé que llegaría a ser presidente de la U. Me alegro mucho por él, es un orgullo. Es súper alegre, risueño. Tira la talla, es bien simpático. Es totalmente diferente a cómo aparece en la tele".
Sandro cuenta que las desgracias familiares también han endurecido a Luchín: "Tenemos un hermano que falleció hace cinco años, de un paro cardiaco. Nos sirvió para unirnos como familia. Después se fue mi madre hace dos años. Tenía cáncer, se murió a los 84 años. La extrañamos mucho, era una amiga para todos".
Frases e imágenes alrededor de José Luis Navarrete, el sucesor de Carlos Heller en la U, su fiel amigo y escudero. El hombre que reduce los gastos hasta la exageración y que llora emocionado a pie de cancha tras ganar a Antofagasta y salir después de muchas fechas de la zona de descenso. Una zona a la que volvió finalmente la U, pero para quedarse en Primera por arreglos de secretaría, tras dejar sin descensos la temporada el Consejo de Presidentes. Los 272 días de Mi Comandante: "Ha sido duro, muy trabajado. Mi sueño es que logremos estar definiendo el campeonato, participar de una copa internacional de buena manera, no a media tintas, bien clasificados".