José Pedro Fuenzalida: “Quiero seguir jugando, pero no con la presión que siento de ser el capitán de Universidad Católica”
El Chapa, el jugador más ganador de la historia de Universidad Católica, el emblema del tetracampeonato, dice adiós al club de sus amores. Con 37 años y 11 copas en su palmarés, se va por la puerta grande de San Carlos de Apoquindo, como uno de sus máximos ídolos. El fin de ciclo de uno de los mayores símbolos cruzados.
José Pedro Fuenzalida (37) disfruta sus últimos días como jugador de Universidad Católica. El Chapa está tranquilo con su decisión. Tiene muchas razones para dejar el club de sus amores, del que se va satisfecho, orgulloso por los 11 títulos conseguidos, pero sin declararse como el máximo ídolo cruzado.
¿Se considera el jugador más importante en la historia de Católica?
No. Tuve la suerte de estar en este ciclo tan exitoso del club, pero acompañado con muchos jugadores que estuvieron todo este tiempo. Lo que ha hecho la dirigencia también de traer jugadores importantes a ganar. Tuve la suerte de ganar esta cantidad títulos, que me ponen en un lugar, pero acá hubo jugadores que estuvieron menos tiempo, pero que hicieron cosas importantísimas y que fueron muy importantes también para la gente, que eso también se marca mucho.
Quizás el más importante del siglo 21…
Eso no lo voy a definir, no voy a entrar en esas elecciones. Eso es de la gente, además para qué voy a elegir a uno, si puede haber muchos jugadores. Sí siento que soy parte de un grupo de jugadores que esta última década hizo cosas importantes en este club.
¿Qué sintió el día de su despedida?
Fue un día especial. Es lindo poder despedirse con la gente, en cancha, sobre todo, en un mundo donde hoy los jugadores se despiden más por redes sociales que en la cancha misma. Hace tiempo que venía planteándome esta opción. Obviamente, avisé antes que este iba a ser mi último torneo. Este semestre ha sido complejo, porque están arreglando el estadio y no sabía dónde iba a ser la despedida, pero se dio en este último partido. Fue lindo por cómo estaba la gente, el cariño que recibimos con mi familia, con gente importante en mi carrera que pude tener en el estadio. Fue un cierre de ciclo muy lindo que viví en este club. Obviamente, es un cierre como jugador del equipo, porque seguramente voy a estar ligado de por vida a esta institución por las cosas que hemos vivido.
¿Se proyecta seguir ligado a la UC en otras funciones?
No tengo definido lo que voy a hacer. Siento que hay que prepararse para trabajar, sea en cualquier área ligada al deporte o al fútbol en específico. Siento que el camino en algún momento nos va a volver a encontrar, en cualquiera de las opciones que se vayan dando, pero va a pasar un tiempo.
¿Le gustaría ser técnico?
No he hecho el curso, no es algo que tengo definido, pero puede que más adelante parta haciéndolo. No voy a cerrar esa puerta.
Usted estaba estudiando Educación Física...
Sí, pero este semestre congelé, porque tengo una hija chica y este semestre le metí más énfasis a esta primera etapa de ella, porque hay que dedicarle mucho tiempo. Pero también eso es algo que me gustaría terminar y por eso hay que prepararse para lo que viene. Hoy día he intentado siempre aprender cosas, estudiar, yo creo que cuando ya no juegue y sea algo más definitivo y mi vida sea otra, vamos a encontrar un camino más claro de qué es lo que quiero.
¿Cuánto le queda de carrera?
Por ahora es indefinido. Hoy cierro esta etapa con Católica, en un lindo momento, pero mi idea es jugar uno o dos años más, quién sabe, pero no acá. Siento que acá en Católica cumplí un ciclo y por la identificación que siento con el club y con los hinchas, no quiero jugar en otro lugar acá en Chile. Si sale algo afuera, que sea atractivo para la familia, me gustaría seguir jugando.
¿Y se siente bien para seguir jugando?
Sí, me siento bien. En un momento pensé en no seguir, en que este era mi último año y me retiraba, pero la verdad todo era porque venía arrastrando una lesión en el tobillo izquierdo de hace dos años, que me venía molestando mucho.
¿La de fines de 2020?
Sí, cuando me lesioné acá, ante Wanderers. Me costó mucho volver. Estuve más de un año tratando de sentirme bien. Volví a las cinco o seis semanas, pero la primera vez que jugué bien fue como a los 10 meses. Me costó mucho lo que es la semana de entrenamientos, muchos dolores. Este año también, empecé así, me costó mucho, pero a partir de mitad de año las canchas ayudaron, estaban más blandas y eso me ayudó mucho en las articulaciones. Me fui sintiendo mejor y terminé mucho mejor físicamente de lo que venía. Eso me abrió la opción de seguir jugando.
¿Le costaba venir a entrenar, levantarse motivado?
Sí, se va sintiendo el desgaste con los años, más allá de que me gusta mucho entrenar, pero a veces me costaba por los dolores de los tobillos. A veces, en la mañana, me costaba mucho bajar la escalera del dolor. En algún momento, incluso, lo manejaba, entrenaba menos, hablaba con el entrenador. Hay dos o tres días que no entrenaba para poder estar bien. Y ahí va costando, porque ya uno va diciendo ya no estoy para estar acá, no puedo ser ejemplo como me gusta ser, de estar siempre, de entrenar bien; entonces, no le puedo pedir mucho a mis compañeros, porque yo tampoco puedo hacer mucho. Y ahí es donde más me costó. No así más adelante, que después ya me sentí un poco mejor y uno retoma esa energía.
¿Le gustaría algo menos estresante, más relajado? ¿Disfrutar más del fútbol?
Es algo que me gustaría. Cuando uno juega siempre quiere ganar y está esa presión, pero el ser capitán de Universidad Católica, la responsabilidad que nos ha tocado asumir de pelear títulos todos los años, estar con esa constante carga de tener que lograr los resultados… Quiero que eso siga estando en el club, pero con el tiempo que llevo me cuesta asumirlo, porque ya tengo mi familia y los niños me ocupan mucho tiempo. Para estar bien acá hay que dedicarle mucho tiempo y tengo una familia a la que quiero dedicarle más tiempo. La decisión también va por eso, por darle prioridad a mi familia. Quiero seguir jugando, pero no con la presión que siento de ser el capitán de Universidad Católica. Es una responsabilidad que pueden asumir otros con mucha energía, que es la que uno va perdiendo con los años.
¿Quiénes?
Tenemos jugadores en el plantel que son importantes, que llevan muchos años y que la pueden asumir, pero ese va a ser tema del grupo que empiece el siguiente campeonato. Hay jugadores de jerarquía que han ganado cosas acá y que la pueden asumir perfectamente.
¿Mauricio Isla, Ignacio Saavedra o un extranjero ganador? En la UC el capitán siempre es un formado en casa…
Hemos tenido la suerte de poder contar con capitanes que han sido formados en el club, pero también es parte del proceso, y va a pasar alguna vez, que el capitán pueda ser otro, por un tema del grupo humano que esté. A veces, hay jugadores que están en un proceso de crecimiento, y que todavía no es su momento de asumir la responsabilidad de ser el capitán de Católica. Por ahí le tocará a otro jugador, con una mayor carrera. Por suerte hemos tenido jugadores de casa, con trayectoria en el club, todos estos años, pero va a pasar alguna vez que no estén y ahora puede ser ese caso.
¿Qué es lo más complicado de ser capitán?
Depende de cómo se lo tome uno, pero para mí lo más complicado es asumir la responsabilidad de ser un ejemplo, de estar bien en los entrenamientos, en los partidos, de asumir el rol dentro de la cancha. Ese para mí fue un poco el rol que siempre me gustó de ser un capitán, el mantener el buen nivel, ser importante en el equipo, estar siempre presente. Y eso te obliga a estar constantemente preocupándote de estar bien, de rendir, de poder liderar dentro de la cancha, porque es lo que me gusta y como lo asumí desde un principio: ser un líder dentro de la cancha, en cuanto a lo futbolístico, más que de hablar. Y eso es lo que te va desgastando en el tiempo.
Uno de los roles del capitán es hablar y, a veces, discutir con el árbitro, ¿le incomodaba?
Sí, eso es algo que no me gustó de la capitanía. Algo que me pasó, sobre todo, el primer año. A mí no me gusta reclamarle al árbitro. Si hay cosas de las que me arrepiento en el fútbol, y muchas veces después de los partidos, es de discutir con el árbitro, porque más allá de que pueda estar o no de acuerdo, es la autoridad y tenemos que respetarlo para que el desarrollo del partido sea el adecuado. Cuando uno empieza hablar mucho con el árbitro se traba el partido, se generan roces y no me gusta. Es algo que en algún momento tuve que asumir. Me costó muchas tarjetas amarillas, hasta que en un momento dije “ya no, voy a tratar de reclamar menos”; salvo excepciones, obvio, pero sí es algo que no me gustó de ser capitán. A veces hay compañeros que reclaman mucho y para no exponerlos siempre a ellos, uno tiene que ir a apañarlos y termina uno reclamando.
En su despedida con el público, Roberto Tobar le regaló la moneda del sorteo. Y justamente con él usted protagonizó una de las escenas más recordadas con los árbitros, cuando le mostró el escudo de campeón. ¿Arregló las cosas con él?
Esas son cosas que a mí no me gustan. Lo veía después y no me gusta. Lo primero que hice después de ese partido con Wanderers fue revisar las jugadas que estábamos discutiendo y, bueno, por lo menos estaba reclamando bien, pero sí me enojaba mucho, porque estábamos peleando un torneo y nos habían echado dos jugadores a los 50 minutos. Eso me enojó, sobre todo a mí, porque tuvimos un tema esa semana sobre si jugábamos o no jugábamos con todos los jugadores, por el desgaste. Decidimos hacerlo, porque era un partido importante, y tuvimos un desgaste mucho mayor de lo que esperábamos. Y eso pasa la cuenta, sobre todo a mí, por la edad. Y me enoja más eso que lo que pasó. Pero no me gustan esas cosas, aunque en el momento sí sentía que fuimos perjudicados.
¿Después conversó con Tobar?
No, ahí se acaba, ahí termina. Hay partidos así, pero al siguiente como siempre, con respeto. A veces cuesta, pero para mí es algo que se termina ahí y después hay que seguir.
¿Le atrae la opción de irse a Estados Unidos a jugar y a vivir?
Sí, obviamente. Lo he hablado con mi familia. Mis hijos están en una etapa de desarrollo y también seria lindo que vieran otras cosas. Es algo que también nos hemos planteado, o sea de tener una experiencia familiar estos años, sea jugando que sería buenísimo, y si no, viajando y viviendo para también para darles algo a los niños en base a que conozcan nuevas cosas, después de tantos años.
¿Qué sintió cuando hace su histórico gol ante Audax?
Cuando hago el gol, incluso, cuando voy corriendo por la orilla, que me saqué la camiseta, iba muy tranquilo, disfrutando, porque el estadio estaba lleno y por cómo la gente saltaba. La gente no lo podía creer, era una locura. Y yo iba disfrutando eso, porque entendía que ese gol nos podía dar el título, estábamos muy cerca. Y uno cuando está en la cancha no está preguntando cómo va el otro partido, pero con el ambiente lo entiende. Sentía que era el gol del título por cómo gritaba la gente, por cómo estaba. Era como una tranquilidad. Sacarme un peso después de haber vuelto tras 9 años y salir campeón nuevamente, porque era el gran objetivo. No jugar bien, no. Era salir campeón, porque Católica venía peleando todos los torneos, no se había dado y sabía que se podía hacer. Fue un torneo duro, ganamos partidos importantes. Lo lindo es que llegamos a ese partido con la segunda opción, pero llegamos con esa opción, que se dio de gran manera y tuve la suerte de hacer el gol.
¿Es el gol más importante de su carrera?
Sí, sin duda, porque es todo: es hacer un gol en el club del que soy hincha, casi al último minuto del campeonato, para salir campeón, a estadio lleno. O sea, no puede haber cosas para meter. Es como el sueño y más, porque era un momento donde Católica necesitaba sacarse esa mochila de no haber salido campeón, porque estaba haciendo las cosas bien. Es difícil que un equipo esté peleando tantos años seguidos todos los torneos, y Católica lo hacía y ahí se daba vuelta eso, salíamos campeones y eso siempre te da un envión anímico importante. Y fue así.
¿Qué cambió con ese gol a nivel institucional y como equipo?
Hubo un desahogo importante, más tranquilidad para enfrentar lo que venía. El campeonato siguiente no empezamos bien, pero después empezamos a ganar, porque también llegaron buenos jugadores: Buonanotte, Kalisnki, Noir, más la base que teníamos. Le ganamos a la U en la quinta fecha, que venía puntera, y ahí el equipo empezó a jugar bien, a pelear nuevamente el torneo y ya sentíamos que lo habíamos hecho. Nos habíamos sacado el peso de que hay que ganar. Ahora era como “vamos a hacerlo de nuevo”. Y en las últimas fechas incluso ganamos partidos de visita. Le hicimos cinco a Antofagasta y seis a Iquique. Hicimos cosas que antes no se daban, ganar el partido cuando había que ganarlo, el decisivo, marcamos diferencias. Sentimos que nos hicimos un equipo más fuerte.
¿Y este año por qué no salieron bien las cosas con Cristian Paulucci? ¿No piensa ahora que quizás habría sido mejor retirarse de la UC en 2021, siendo campeón?
El año pasado estaba muy cansado. Llevábamos muchos años peleando el título. Sí, hablé con el club, porque sentía que era mi momento de salir, no tenía energías para seguir liderando el equipo, pero tuvimos conversaciones y me terminé quedando, derivando ciertas responsabilidades de capitán a otros compañeros. Y este año no se dio por distintos motivos. Ganamos las primeras fechas, pero después el equipo no lograba encontrar una forma. Se terminó yendo el entrenador y hubo muchos meses de cambios. Llegó Ariel y, entre que estábamos en la copa y el torneo, se fueron jugadores, llegaron otros. Fue muy complejo armar el equipo. Recién, muy avanzado el torneo, logramos tener un equipo más estable, pero también desde que llegó Ariel fue pensar en lo que viene, o sea, empezar a armar un equipo pensando en el 2023. Al final nunca pudimos meternos en la pelea por este campeonato.
¿Qué necesita la UC para iniciar un nuevo ciclo tan exitoso como el que terminó?
Hay que seguir en la línea que veníamos, de ser un equipo muy competitivo, que entrena para ganar para salir campeón. Para eso se necesita, cada cierto tiempo, que lleguen jugadores nuevos a renovar las fuerzas, a cambiar la dinámica de un camarín. Algunos llevamos mucho tiempo y sentimos ese desgaste. Es el momento de que lleguen otros, que aparezcan otros jugadores que hoy pueden estar en el plantel y que asuman otra responsabilidad. También jugadores que vengan de afuera, que ayuden al equipo a dar ese salto nuevamente e ir por el campeonato del próximo año.
¿Es necesario reforzarse con jugadores de mayor cartel a los de este año, invertir más, para así también llegar más lejos en el ámbito internacional?
Para entrar a pelear una copa internacional se necesita invertir en jugadores de jerarquía, que estén acostumbrados a partidos internacionales, porque no es lo mismo jugar el torneo local a enfrentar la copa internacional. Para eso se necesitan jugadores de jerarquía y mantener un proceso, que no lo pudimos hacer nunca para la Libertadores. Siempre hubo cambios y no pudimos afrontar la Copa con un equipo armado. Esa va a ser la forma de pelear una copa internacional, no cambiando todos los años de técnico, porque la Copa te agarra en rodaje.
¿Cuál fue el técnico con el que mayor afinidad tuvo?
Tuve entrenadores muy importantes. El entrenador que me hizo debutar es el mismo que tuve cuando llegué a la Sub 16 de Católica, Jorge Pellicer. Para llegar a Primera eso fue fundamental. Es un entrenador que tuve desde que llegué el primer dia a mi prueba masiva. Siempre sentí buena recepción. Después lo tuve en la sub 23 y me hace debutar en su primer partido también. Es un técnico fundamental en mi carrera. Estos últimos años tuvimos técnicos de jerarquía, que nos ayudaron a salir campeones, cada uno con su metodología. A cada uno le agarré mucho cariño, porque tuvimos mucha cercanía. Tuve la suerte todos estos años de ser muy cercano a los técnicos, en cuanto a la relación, en cuanto a ayudarnos mutuamente a que el equipo esté bien, de ver cosas que se pueden mejorar, siempre con la distancia entre un entrenador y jugador. De todos pude sacar algo positivo. Todos me dejaron algo muy marcado.
De los jugadores, ¿con quién tuvo su mayor entendimiento en la cancha?
Con Diego Buonanotte nos entendimos muy bien, siempre, porque después de tantos años jugando uno entiende qué es lo que va a hacer. Y así con jugadores que por la banda derecha hicimos cosas importantes, como César Pinares y el Gato Lezcano. Nos entendíamos y podíamos intercambiar posiciones. Y ahora que llega el Huaso también, porque llevamos muchos años por la Selección.
¿Se queda con alguna deuda?
No. Siento que entregué todo lo que tenía, di todo para lograr los objetivos. Cumplimos muchos, otros no, pero es parte de esto. Ganamos muchos títulos nacionales, que es muy lindo; ganamos supercopas; ganamos clásicos. Hicimos cosas lindas y no se puede ganar todo también. Creo que el 2020 tuvimos el momento más cerca de avanzar en Copa Sudamericana, en esos cuartos de final con Vélez. Nos pilló justo en una mala semana. Quedé siempre con ese gustito de que ese torneo podríamos haberlo peleado, pero hicimos cosas muy buenas. Lo que ganamos, buenísimo, y lo que no, vendrán otros a hacerlo.
¿Le gustaría una tribuna en el nuevo estado con su nombre?
No lo necesito. Siento el cariño de la gente, también acá en el club, de los dirigentes, todo este tiempo. No necesito nada. Estoy más que conforme y al final nuestra relación va estar siempre, más allá de si hay un nombre acá o no.
¿Qué le pareció lo que escribió Castillo? ¿Lo sorprendió? ¿Tuvo contacto con él después de la polémica que tuvieron?
O sea, sí. Con él, después de que tuvimos la polémica, intenté contactarme. No hablamos, pero también son cosas que ya están. Cerramos el capítulo. Después sí hubo, cuando él estuvo sonando acá. Siempre lo digo, yo no tengo problemas y yo acá no tomo las decisiones, las toma el club. Con respecto al mensaje, qué puedo decir... qué bueno, porque también espero que el Nico pueda volver a jugar, pueda retomar el nivel y vuelva a disfrutar del futbol y de los goles, que es lo que él sabe hacer. Y también es un buen momento, con lo que hizo, de poder cerrar este capítulo, que fue un momento difícil.
¿Hay mucha diferencia entre el futbolista de su generación y el nuevo? ¿El jugador joven piensa más en el dinero y la fama? ¿Qué reflexión tiene al respecto?
Siento que hoy es muy difícil para los jóvenes el camino, porque ellos tienen mucha más información, muchas más puertas para elegir. En mi caso, me formé acá y mi sueño era jugar acá; y si salía campeón y me iba bien, jugar en la Selección; y después, si uno andaba muy bien, jugar afuera. Era un camino más directo en cuanto a las metas. Hoy tienen que tomar una decisión muy temprano. Se van muy jóvenes, no juegan mucho tiempo acá, pero tienen proyección y se los llevan. Entonces, cuesta que se consoliden. Me cuesta, porque viven en otra realidad a la que tuvimos nosotros. Están inmersos en un mundo más agresivo, por las redes sociales: juegan un partido bien y son Messi, y si juegan mal, se tienen que retirar.
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