Juan José Ribera: “Habiendo sido compañero de Gorosito y Sierra, el talento de Valdivia es el más grande que compartí”
El entrenador de Coquimbo Unido habla de sus metas en el equipo pirata y de la proyección de su carrera como técnico. Y se detiene en el recuerdo de haber coincidido con el Mago y con Beausejour cuando partían en el Campanil.
Juan José Ribera asumió un desafío titánico. Cuando tomó la dirección técnica de Coquimbo Unido, los piratas estaban últimos en la tabla de posiciones. En dos partidos de gestión, la situación no ha cambiado mucho. Suma un triunfo, ante Palestino, y una derrota, frente a Curicó Unido. Sin embargo, ni el momento deportivo de los nortinos ni las experiencias que vivió en su anterior gestión en el club lo hicieron vacilar. “Nunca lo dudé, es una opción de trabajo y se da una situación hoy en Coquimbo que ya hemos enfrentado. Sin dudas que nos gustaría partir en equipos desde el inicio. Después, lo que pasó en Coquimbo (en su anterior gestión, en que incluso le rayaron el auto), yo lo entiendo, es la frustración de la gente. Es gente de puerto, esforzada y que quiere ver al equipo corriendo. Esa vez, nosotros tomamos esa mochila y salimos adelante. No hay rencor, venimos en la misma función y a que el barco se mantenga a flote. No tengo ningún rencor con la gente, dejamos muchos amigos en ese momento. Aquí nació mi hija”, relata en la última edición de El diván del Kily, de El Deportivo de La Tercera.
El arranque fue con una victoria y una derrota. ¿Responde a que no tuvo tiempo para trabajar?
Sí. No tuvimos ni vamos a tener pretemporada. Tendremos que trabajar con la premura del resultado. Es pronto, porque llevamos poquitos partidos, pero tenemos dos goles a favor y dos en contra. Estamos haciendo de a poquito un Coquimbo más sólido.
¿Cuánto se apoya en los líderes del plantel, como Matías Cano o Mauricio Pinilla?
Siempre nos apoyamos en los referentes, les entregamos muchas responsabilidades. En el camarín, los referentes pasan a ser importantes. Tener un plantel alineado es parte nuestra, pero los referentes aportan. Nos ha tocado conocer a Matías Cano. Es un líder innato. También Fernando Manríquez. Rubén Farfán es un ídolo acá. Ni hablar de la experiencia de Mauricio. Tenemos líderes muy positivos y un plantel trabajador.
El caso de Luis Pedro Figueroa es especial, porque fue compañero suyo en Universidad de Concepción. ¿Cuesta separar al amigo del técnico?
Trato de ser siempre lo más natural posible. No tengo un personaje como entrenador y en mi vida privada. Me gusta conversar, hablar de tú a tú. Con Luis Pedro fuimos compañeros y buenos amigos. Eso no va a cambiar porque hoy lo dirija. Después, hay un respeto por las decisiones que uno toma, porque uno está para tomar decisiones. Acá esto es rendimiento, luchar por una posición en la cancha y en eso no transamos. Me tocó dirigir a Nico Peric, a Pancho Arrué, con quienes también fuimos compañeros... Lo manejamos de lo más natural posible.
El fútbol está lleno de personajes, más entre los técnicos. ¿Está bien ponerse esa máscara y traicionar la esencia personal?
Uno busca un tipo de liderazgo dentro del grupo. Eso nace por la esencia humana de cada uno. En su momento, ahora no, me decían ‘oye Coto, no seas tan cercano a los jugadores’ y me preguntaba por qué, si soy el entrenador. Eso no quita que les tenga cariño, que hablemos de sus hijos. Ellos también funcionan por estímulos.
Me imagino que ha tomado cosas de técnicos que le han dirigido.
Hay varios. Por ejemplo, en lo futbolístico sobre todo, me gustó mucho lo que hicimos con Barticciotto, en 2007 en la U de Conce. Llegamos a pelear la final con un fútbol muy arriesgado, usaba línea de tres, preparaba sistemas diferentes. Hoy, hemos jugado con cuatro y estamos practicando con tres. Eso, Marcelo lo hacía muy bien. Después, el orden del Nano (Díaz). Siempre se le tildó de muy defensivo y yo no comparto eso. Sus equipos eran súper ordenados y eso no quiere decir que sea defensivo. Después, Juvenal en la UC y en Everton, con su metodología adelantada de trabajar. Juvenal trabajaba en 2002 como se trabaja hoy. Eso me quedó grabado. Carvallo se enfocaba mucho en la parte técnica. La cercanía del Flaco Bigorra, también.
¿Bielsa o Sampaoli?
Bielsa.
¿Por qué?
Él cambió mil por ciento la mentalidad. Lo que más logró con esa Selección fue hacer a todo Chile creer de que se podía ganar, de que se podía clasificar. Que podíamos jugarle de ‘tú a tú’ a Brasil o a Argentina. Eso antiguamente no se daba. Él, con una buena generación, logró lo principal. Lo que hizo Sampaoli fue espectacular. Fue una consecuencia o una secuela de lo que hizo Bielsa. Pero el cambio principal fue lo que hizo Bielsa.
¿Klopp o Guardiola?
Klopp. Me identificó más con el juego de Klopp, más directo, arriesgando en el aspecto defensivos, con equipos muy dinámicos, de transiciones, con posesión agresiva. Estoy opinando de técnicos consolidados y parezco arrogante, pero en cuanto a fútbol me quedo con el Liverpool de Klopp.
¿Nano Díaz o Barticciotto?
El Nano, porque lo conozco mucho más que a Marcelo. Con Barti estuve seis meses y tenemos una gran relación, hasta hoy. Conozco parte de su entorno familiar, mucho a su padre. Él también conoce a mi familia por los años que sumamos trabajando juntos. Me tuvo en la Primera Infantil de la Católica en 1996. Hay mucho conocimiento y cariño.
¿Le gusta el rótulo de que su generación va a cambiar las bancas chilenas?
Tenemos que asumir una renovación. Hay un grupo importante de técnicos jóvenes que somos un recambio. Tenemos que trabajar para que éste sea positivo. Yo no sé si tenemos tanto más que aportar. Uno dice tecnología, pero un tipo de 50 años la puede tomar igual. Uno puede tener ganas y quizás un tipo de 50 puede tener las mismas que nosotros. Lo primero que tenemos que hacer, para empezar a ser una renovación, es reconocer a la gente que lo hizo bien, que tiene más años y que lo hace bien. A mí me encanta hablar con (Luis) Marcoleta. Hoy somos una asociación de entrenadores, que somos más de 280 y hay mucha relación entre nosotros. Están Marcoleta, Cristián Muñoz, Pato Almendra, el Tiburón Ramos, Pato Lira, Nico Córdova. Está lo que hizo Raúl Toro y muchos entrenadores más, por ejemplo. Desde ahí partamos. Somos una savia nueva y tenemos que respetarnos entre nosotros para ir en busca de algo más. Esta camada nueva es menos celosa de mostrar su trabajo. Eso se ha dado. Hemos hecho exposiciones. Quizás antes había más recelo. Pero, insisto, hay que respetar a gente como Nelson Acosta y muchos otros que lograron cosas acá en Chile.
¿Es bueno que existan estas instancias de discusión entre los entrenadores chilenos, que en este caso se vieron favorecidas por el receso por la pandemia?
Es muy bueno que nos respetemos, que nos queramos, que nos demos la mano antes de los partidos. Por ejemplo, a mí Ivo Basay me ganó una Copa Chile, pero me encanta lo que hace en Palestino. Me hace sentir que está para más. Percibo un renacer en su carrera como entrenador. Su Palestino juega impecable. Cómo no reconocer lo bien que juega la Unión con Ronald Fuentes, que lo hace igual de bien que cuando estaba en la U de Conce. Es muy bueno que conversemos de fútbol, que nos guste lo que haga el otro, independientemente de que tengamos ideas diferentes. Que uno saque ideas. El fútbol no es absoluto.
¿Puede conducir esto a dejar de obnubilarse por lo que hacen los extranjeros y llenar más plazas con técnicos nacionales? ¿Va por ahí esta idea?
Yo no estoy en contra de los extranjeros. Creo que hay gente que ha venido a Chile y que ha dejado cosas importantes. Hablábamos de Bielsa, Sampaoli... Barticciotto hoy es más chileno que los porotos, pero llegó desde afuera, a aportar. Lo mismo el Bichi Borghi, un crack. Sí me gustaría que los técnicos chilenos nos hiciéramos sentir en cuanto a mostrar nuestro trabajo y que nos vayamos ganando en base a eso y a resultados lugares que podemos abarcar mucho más.
A propósito de técnicos foráneos, ¿qué le parece el trabajo de Reinaldo Rueda en la Selección y qué opciones le ve a la Roja en las Eliminatorias, que arrancan en octubre?
A mí, la verdad, hablar del profe Rueda me resulta un gusto. ¡Qué gran ser humano! He tenido la fortuna, y nunca me había pasado, pero cuando se llamó a Ignacio Jeraldino a la Selección el ‘profe’ Rueda nos invitó a todo mi cuerpo técnico a Pinto Durán. Conversamos el porqué había llamado a Ignacio. Se preocupó de qué metodología ocupábamos nosotros, de cómo se sentía más cómodo él. Nos mostró toda su planificación de casi un semestre y eso no lo hace cualquier entrenador de afuera, incluso chileno. Si lo hizo con nosotros, lo hizo con todos los clubes de los que ha tenido nominados. Sé que Basay fue también a conversar. Y así me imagino un montón más. Nosotros, en la asociación, mandamos una pregunta de si podíamos conversar con él. Nos respondió ‘al tiro’ que sí, A los tres días estábamos en una charla por Zoom. ¿Quién se da el tiempo de hacer eso? Es un tipo que quiere aportar, que ha ganado muchísimas cosas y todavía está llano a mejorar, recibir información del otro. Eso habla de la calidad del técnico que tenemos hoy en la Selección. A esta generación todavía le queda mucho fuelle, pese a que somos muy lapidarios al decir que la Generación Dorada ya no está. Vidal está en excelente nivel. A Alexis y a Isla les queda mucho. Jara siempre que juega en la Selección rinde, lo mismo Vargas. Hay que ser agradecidos de una generación que todavía nos puede dar. Y hay una dura tarea, que es buscar el recambio para un par de años más. Es la más compleja, pero creo que tenemos a una persona más que capacitada y a un gran ser humano a cargo de la Selección.
En términos futbolísticos, ¿le convence el estilo y el modelo de juego de Rueda?
Me gusta. Sus equipos juegan así. En la selección colombiana fue así, la ecuatoriana igual. En Honduras trató de hacer lo mismo, en Atlético Nacional igual. Siempre con gente que trate bien el balón, con características especiales en algunos puestos, como un volante central con altura o defensores centrales espigados también. Es un juego limpio, de balón bien tratado. Me gusta. Pasa que uno se queda con lo que hizo Sampaoli. O con lo que hizo la Selección en las dos Copa América y es extraordinaria, pero cada técnico tiene sus matices y los matices son parte del progreso. Incluso para el posible recambio.
En la Copa América, los jugadores le cambian un poco el estilo a la Selección, ¿es válido que un jugador le diga a un técnico cómo hay que jugar? ¿cómo lo recibiría?
Estamos hablando de un supuesto. En general, los técnicos tenemos nuestra forma, pero también buscamos hacer sentir cómodo en lo que estamos haciendo. El jugador, estando cómodo, puede rendir mucho más. A nosotros no nos ha tocado. Sí nos comentan cómo se van sintiendo dentro de la cancha y vamos sacando ideas para poder mejorar. El técnico es el que toma las decisiones. El jugador no es técnico. Nosotros vemos uno, dos, cinco o diez partidos del rival para decirle al jugador qué tiene que hacer. Eso el jugador no lo hace. Una cosa es lo que al jugador le guste o lo que quiera hacer y otra es lo que el entrenador pretende hacer de acuerdo a lo que ha visto, a su trabajo y a lo que tiene. Las opiniones de los jugadores se toman para hacerlos sentir cómodos, para saber qué están pensando.
¿Cuánto le afectó no ser considerado por Audax? ¿Esperaba que lo trataran de una forma distinta?
Son las reglas del juego. Dentro de las negociaciones no todos son temas económicos. No nos pusimos de acuerdo en un punto, nos dimos la mano, un abrazo y listo, seguimos el camino. Estoy muy agradecido de la gente de Audax. Fueron los primeros en confiar en mí para dirigir en Primera División. No era fácil y menos en la situación en la que estaba Audax. Pusieron un equipo con mucho riesgo de descender en manos de un tipo que no había dirigido nunca en Primera. Hubo una confianza 'a concho’ con nosotros’. Logramos más que los objetivos. Fuimos para salvarlo del descenso, lo logramos tres fechas antes y jugamos la final de la Copa Chile. Que hace 13 años que no lo hacía. Al año siguiente, fuimos a la Sudamericana.
¿Se puede saber qué lo sacó de Audax?
Eso se habló en una reunión. Hay códigos. Lo que me dolió más fue quedar sin trabajo después de eso. Estuve diez meses sin pega. Fue mucho castigo después de lo que hicimos.
¿Le dijeron en Audax que la prioridad era vender jugadores?
Es bueno que los clubes tengan política. Sin dudas que la de Audax es tener gente joven, foguearla para venderla. Audax funciona así. Vendió a Mora, a Valdés, a Jeraldino. En su momento, Sergio Santos. Y seguramente van a seguir vendiendo. No va en desmedro del cuerpo técnico, porque tiene un plantel al que debe sacarle rendimiento. Nosotros somos empleados. El técnico de hoy no es como el de antes, que manejaba todo un club. Hoy, somos empleados de un club, porque son sociedades anónimas, empresas. Ahora, mientras más jugadores de calidad tengamos, mejor, pero la pega es sacarle rendimiento al equipo que tengamos. Yo lo tengo muy asumido. Si me toca dirigir gente joven, la voy a dirigir. Y si hay que trabajar un poquito más, lo haremos.
¿Le afectó la acusación de racismo de Bernio Verhagen?
Fue incómodo. Sin dudas. Me quedé callado para que los hechos hablaran por sí solos. Y terminó siendo así. No soy rencoroso. Soy un tipo que ni siquiera piensa en un acto racista. Los hechos hablaron por si solos. Hubo muchas acusaciones falsas. Fue mentira tras mentira. Fue incómodo, lo reconozco. A mí me pueden decir que soy mal técnico, que soy un desastre, pero que soy mala persona eso no lo puede decir nadie.
Lo cambio de tema, ¿La U de Conce de 2003 o la Unión con la que fue campeón?
La que más me identificó como juego fue la U de Conce. Era un equipo joven, de gente picada. Nos habían sacado, nos mandaron a préstamo o nos habían echado. Se formó un gran grupo humano. Muchos éramos amigos. Congeniábamos dentro de la cancha y muy bien afuera, que no se da siempre. Jugábamos de memoria. Hubo partidos que terminaron 8-2, 7-1, 6-1, 5-0, 6-1. Por eso me representa más el juego. Ahora, el título del 2005 fue súper importante para Unión y para mí también. Es un título, queda grabado. Todavía hablo con gente de ese plantel y con Sierra. Lo mismo con mis compañeros de la U de Conce.
Pocos saben que en ese período de la U de Conce usted vivió con Jorge Valdivia, ¿cuál fue la mejor anécdota con el Mago?
¿Qué anécdota tuve que se pueda contar? La del teléfono es muy buena. En las concentraciones, el Nano nos quitaba los teléfonos en las tardes. Ese año, por la campaña que hicimos, era muy normal que nos llamaran en las tardes, los periodistas, los programas. Al Nano le gustaba que descansáramos, por lo que nos quitaba los teléfonos. El de Jorge, el de Figueroa, Feña Solís. Jorge un día llevó dos teléfonos a la concentración. Y nos dijo ‘le voy a pasar uno al profe y cuando se vaya saco el otro’. Entra el Nano a la pieza y le pregunta por el teléfono. “Sí, profe, no hay ningún problema”, le contesta Jorge y se lo pasa. El Nano hace como que cierra la puerta, pero se queda adentro. Jorge dice “lo cagué al viejo...” y Nano Díaz aparece de atrás y le dice “no, no me cagó así que páseme el otro teléfono”.
¿Es verdad que Valdivia pensó en devolverse porque extrañaba a la familia?
No fue por eso. Fue porque no había jugado, porque jugaba poco. Partió en la fecha siete u ocho. Le preguntó a Díaz para qué lo había llevado si no estaba jugando nada. Le dijo que había salido de Colo Colo para jugar más. Y era entendible. Después, le tocó jugar y se le olvidó todo. Yo, la verdad, habiendo sido compañero de muchos buenos jugadores, como Lepe, Parraguez, Gorosito, Sierra, Neira, la calidad y el talento de Jorge es el más grande que tuve la opción de compartir en una cancha.
¿Imaginó que Valdivia y Beausejour alcanzarían la estatura que hoy tienen?
Sin duda alguna, ahora viéndolo del lado del entrenador, las condiciones de ambos eran muy buenas. A Jean lo conocía de mucho antes, porque se formó en la Católica, igual que yo. Ahora, creer en ese momento que alcanzarían lo que lograron con la Selección o que la Selección ganaría dos Copa América ya era algo que nadie creería. Siempre pensé que Jorge y Jean iban a conseguir una carrera impecable. Lo que lograron después y lo que van a ser logrando es increíble y me llena mucho de orgullo haber compartido con ellos en algún momento de su juventud. Han sido carreras notables. Me saco el sombrero. Verlos donde están y que sean igual de humildes que antes me enorgullece.
¿Cómo se imagina el futuro de su carrera?
Me encantaría seguir quemando etapas. Me ha tocado la fortuna de dirigir en todas las categorías del fútbol chileno. Me tocó ser ayudante técnico, ser jefe técnico de divisiones menores, dirigir en Segunda Profesional, en Primera B y en Primera. Me encantaría dirigir un equipo grande, ir al extranjero, dirigir a la Selección. Son sueños que uno tiene, pero tiene que quemar etapas. Hay un camino. De que me siento preparado, sí. He tenido una carrera muy fuerte, con muchos obstáculos que hemos ido superando. Eso arma una coraza y cimientos como cuerpo técnico para lograr lo que digo. Hoy mi presente es Coquimbo. Me debo en un mil por ciento al club y a sacar al equipo de la situación en que está.
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