Jugadores que van y vienen: la estrecha, millonaria e indesmentible relación entre la U y el Huachipato de Victoriano Cerda
El dueño y presidente del club acerero pasa a la carga para apuntar a sus detractores, a quienes amenaza con demandarlos por insinuar vínculos con Azul Azul que él descarta de plano. Lo que no puede desacreditar es la intensa relación comercial entre Universidad de Chile y los de la usina.
Victoriano Cerda estalla. Se hastía. Las últimas menciones a su nombre, que lo vinculan a negocios con el presidente de Azul Azul, Michael Clark, y que le atribuyen una influencia decisiva para la llegada de Cecilia Pérez al directorio de la concesionaria que administra a Universidad de Chile terminan por sacarlo de quicio. El dueño de Huachipato se defiende, pero, sobre todo, ataca.
No es primera vez que se le relaciona con los estudiantiles. Hace un par de semanas, de hecho, Rodrigo Goldberg, ex director deportivo del club universitario también insinuó la relación. “Estoy hablando directamente de Victoriano Cerda. Me hago responsable de mis palabras. Yo no tengo ninguna prueba. Cero. Y no la voy a tener nunca, porque es imposible conseguirla, pero no tengo ninguna duda de que Victoriano Cerda es uno de los que compró acciones de la U. Pero ninguna duda. Y, lamentablemente, no tengo pruebas. Cero, cero. Él es una de las personas que compró acciones de Azul Azul”, disparó el Polaco en radio Cooperativa, donde trabaja como comentarista.
Cerda muestra los dientes. Lanza una advertencia a sus críticos. Dice que, a partir de ahora, no tolerará nuevos ataques y que llevará a sus responsables a los tribunales. “La haré muy corta. No he hecho negocios con Michael Clark. Jamás he hablado ni una palabra con Cecilia Pérez sobre Azul Azul. En lo sucesivo, no seguiré aclarando cada estupidez que se le ocurre a cualquiera inventar. Simplemente, de ahora en adelante, demandaré a todo aquel que invente”, escribe en su cuenta de Twitter, dando cuenta de su nueva disposición frente a sus detractores y, sobre todo, ante quienes lo involucran en negocios en los que afirma no tener participación alguna. Antes lo había declarado en un tono parecido. “No soy dueño ni tengo participación en Azul Azul ni en Sartor”, estableció a comienzos de este mes.
Danza de millones
El arribo de Martín Parra como opción de Cristóbal Campos en el arco estudiantil reavivó una polémica que incluye una tercera variable, igualmente poderosa: la sombra de Fernando Felicevich. El guardameta llega cedido por Huachipato, pero había estado en Universidad de San Martín, de Perú, un club con el que el empresario mantiene conexión. La U, para ahorrarle un mal rato al golero, quien pudo verse obligado a responder acerca de la relación, determinó no realizar la habitual conferencia de prensa con la que presenta a sus refuerzos.
Más atrás, la lista es amplia y, por cierto, millonaria. El flujo de jugadores entre los acereros y los estudiantiles corre en ambos sentidos. Naturalmente, lo que más llama la atención son las abultadas cifras que la U les pagó a los siderúrgicos por algunos de sus principales valores. En 2019, por ejemplo, el depósito fue por US$ 1 millón, a cambio de la mitad del pase de Jimmy Martínez, quien nunca pudo consolidarse y actualmente milita en Huachipato.
Este año, después de la paupérrima campaña que tuvo a los acereros descendidos matemáticamente y logrando la salvación tras haber accedido al partido por la permanencia por la descalificación de Melipilla, llegaron al CDA otros dos jugadores: Ignacio Tapia e Israel Poblete. El precio fue, otra vez, cuantioso: cerca de US$ 1,5 millones. Eso sí, desde la usina señalan que la U pagará ese valor en tres años, ya que así se pactó el acuerdo.
Hay más casos. El panameño Gabriel Torres, quien había cumplido una gran campaña en Talcahuano, fue fichado en 2019 por los azules, que desembolsaron US$ 1,1 millones por la mitad de su pase y, además, entregaron la mitad de los derechos económicos de Nicolás Ramírez en la operación.
El flujo se cortó entre 2020 y 2021, en la época en que la gerencia deportiva del club estaba a cargo de Goldberg y Sergio Vargas. “El 2020 y el 2021 no trajimos a ningún jugador de Huachipato. En esos años teníamos un presupuesto muy reducido. Nos bajó en un 20 por ciento. Entendimos que teníamos que buscar jugadores libres y baratos. Conseguimos préstamos gratis. Sergio no sé cómo lo hacía. Antes, siempre nos cobraban entre US$ 200 mil y US$ 400 mil. Había una planilla alta, con contratos vigentes. No era que le hiciéramos la cruz a alguien, sino que no teníamos los montos. El club no estaba en condiciones de pagar. Buscamos acuerdos con clubes y representantes mucho más bajos. Muchos aceptaron. Como Montillo, cuyo representante no cobró comisión”, asegura Polaco.
A esa administración, el tránsito de jugadores entre Talcahuano y La Cisterna también le llamó la atención. “Consideramos lo del flujo, pero por lo mismo lo que quisimos fue entender el porqué. Revisamos los informes de los jugadores. Y en algunos casos había una sobrevaloración. Es entendible. Cada uno trabaja con su gente de confianza. Como teníamos pocas lucas, tuvimos que optimizarlas. Muchas veces no pudieron llegar el 1 o el 2 de la lista. No se podía. Y no era un sesgo contra un representante ni un equipo. A Israel Poblete sí lo vimos, pero no teníamos cómo llegar al precio”, recuerda el exdelantero.
En sentido inverso, jugadores como Sebastián Martínez, Nicolás Ramírez, Juan Ignacio Duma, Marcelo Cañete y el citado Martínez pasaron de defender a la U a ponerse la camiseta azul y negra.
Soteldo, un caso aparte
El último caso es, probablemente, el más paradigmático: Yeferson Soteldo. El venezolano llegó al fútbol chileno a Huachipato, precedido de la gran campaña que había cumplido en la selección juvenil de su país. En Talcahuano no había dudas respecto de su categoría y tampoco ahorraban en las comparaciones. “Es como Messi”, llegaron a decir.
En su primera campaña en el fútbol chileno, el volante confirmó los pergaminos y, naturalmente, generó el interés de muchos. La U se adelantó y lo recibió en préstamo. La cifra fue abultada para una cesión: US$ 1,5 millones. El monto creció en US$ 400 mil más por la extensión de la concesión. Si bien los estudiantiles alcanzaron a disfrutar de chispazos de su talento, también fueron testigos de su irregularidad. Y también de su mal genio. De hecho, después de su partida, Soteldo disparó contra el club azul y sus fanáticos.
El que sí celebró fue Huachipato. El paso de Soteldo por los azules no solo garantizó recursos frescos, también sirvió de plataforma para operaciones más millonarias. Desde el fútbol chileno, el venezolano saltó al Santos, de Brasil, con el que fue figura y hasta subcampeón de la Copa Libertadores. Y del equipo de Vila Belmiro se fue al Toronto, de Canadá, que participa en la MLS estadounidense. Por esos movimientos, Huachipato terminó embolsándose unos US$ 9 millones. La U, en cambio, no recibió peso alguno.
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