Es uno de los jugadores más experimentados de Las Ánimas, el club de un barrio de Valdivia que está a un juego de consagrarse campeón en la Liga Nacional de Básquetbol. Julius Holt (33), ex seleccionado nacional, vive un renacer y busca ganar su primer título en la quinta definición que disputa. Hace menos de dos años pasó 52 días en prisión preventiva, bajo la acusación de violación una menor de 17 años en los Odesur, antes de ser absuelto libre de cargos. Y aún no consigue olvidarlo. El sábado, si su equipo gana por cuarta vez a Los Leones, puede gritar campéon.
¿Se viven distintos los días de final?
Somos del sur, donde sienten el básquet. Caminas en la calle y te hablan de la final. No sé si es presión, pero da ansiedad y hay que estar fuerte mentalmente.
¿Y en la cancha?
Llevo cuatro finales perdidas, ésta es una gran oportunidad. En redes sociales preguntan por qué no juego tanto, pero las decisiones del profe hay que respetarlas. Hemos llegado de una manera a la final y no hay que cambiar nada. Si juegas un minuto o 40 debes estar preparado y compartir tu tranquilidad y trayectoria.
¿Es aporte importante?
Todos nos sentimos parte del equipo y así se refleja en los entrenamientos. En lo personal me siento importante. Lo hablaba con Franco Morales, que este equipo tiene tres o cuatro líderes positivos y por eso nunca hemos tenido conflictos. Y cuando sí, los solucionamos.
¿Franco, usted y...?
El Jose del Solar y Luis Julio, que da mucha experiencia. Habla poco, pero cuando va a estallar la bombita, pone la calma. El Jose igual, más tranquilo. No hay sólo un líder y eso ayuda a tener un buen grupo humano.
Lleva cuatro perdidas, ¿este año se le va a dar?
Pienso que sí, es una revancha de vida. Si se me da, cumpliría un sueño.
En cancha se ven compenetrados.
El camarín es importante, nos vemos más que con la familia, viajamos todos los fines de semana. Hay peleas, roces, pero lo importante es saber llevarlo. Hay equipos buenos, pero si están quebrados en el camarín, no se llega a ninguna parte.
¿Estar en esta instancia le hace pensar su pasado?
Juego desde los siete años, han pasado muchas cosas. Perdí contra Colo Colo hace tres años y creo que ahora es el momento. Soy muy creyente y los tiempos de Dios hay que respetarlos. Creo que este va a ser el año.
Dice que es una revancha de vida. En su peor momento, cuando fue acusado de violación en 2014 y luego absuelto en 2016... ¿El básquetbol le dio la espalda?
No el básquet, pero la Federación y el COCH, sí. Hubo un grupo en Facebook con más de 10 mil personas que se creó para conseguirme abogado y poner plata. En las ciudades juntaban dinero con poleras mías, porque había que pagar 12 millones. Sería malo decir que el básquet me dio la espalda. Recibí mucho cariño y eso ayuda a salir adelante.
Por el apoyo que recibió... ¿En el sur se vive su deporte con mayor intensidad?
Claramente sí. En Valdivia juegas con cuatro mil personas en el Coliseo, es una caldera. Al mismo tiempo es una responsabilidad. Si bien no somos personajes como los futbolistas, allá en el sur somos personas públicas para los niños. Entonces hay que hacer las cosas bien dentro y fuera de la cancha.
¿Cómo convive la acusación que recibió con la responsabilidad que dice?
La gente nunca me juzgó. No me sentí apuntado como a los otros chicos, que les gritaban en los gimnasios. Es lamentable lo que viví, estuve preso, fui el único y tenía que entender por qué. Cuando salí inocente estuve 30 segundos en la tele y cuando me acusaron, una semana. Era el único que salía, pero los otros están firmando mensualmente porque asumieron responsabilidades. Y yo, inocente, libre de polvo y paja. No es ser enemigo de los otros dos. Saludo a Naranjo cuando lo veo, porque hay que ser gente. Dios ve la verdad de las cosas y así fue.
¿Cómo fueron sus días en la cárcel?
Pésimos, por el mismo hecho de no entender por qué. Pensar que hay dos involucrados que sí hicieron cosas, pero era yo el que estaba metido ahí. Después, la tensión de buscar abogado... Si no tenía, podía estar 11 años preso, y no entendía. Uno me dijo que me sacaría en dos semanas y lo hizo en una. Me cambiaron la cautelar y después salí libre. Una mujer puede hacer una acusación a cualquiera, nadie está libre, pero demostrar que no eres culpable involucra plata que no tienes. La cabeza se te hace mierda, porque no entiendes. Cuando uno comete errores, debe asumir las consecuencias. Pero cuando no los cometes y pagas, te haces mil preguntas. En mi celda deliraba, veía a Dios, me enojaba. Mi mamá siempre me dijo que la verdad tarda, pero llega.
¿Qué le decían los demás internos?
Siempre me trataron bien. Ellos mismos me decían que salía uno de mil y que no tenía el perfil de violador. Yo decía que era inocente y no faltaba el que respondía, en broma, "acá somos todos inocentes". Tuve un buen trato, tomaba café con los gendarmes, tampoco fue un infierno. Pero en lo mental, nunca entendí por qué estaba ahí, ni cuánto iba a durar. De lo negativo se aprende. Si bien no hay que llegar a un extremo para aprender, sí lo hice de lo que pasó.
¿Cómo se sobrepuso?
La familia es un pilar fundamental. Y la verdad, tener la conciencia limpia, saber qué hiciste y qué no. El básquet también me ayudó siempre. La gente estuvo y está conmigo, eso se tiene que agradecer. Imagínate si no me hubiera conseguido la plata o que se hubieran ido en mi contra, sería inocente, pero aún preso. Soy un agradecido de la vida.
¿Se ilusiona con volver a la selección?
Un día dije que sería internacional con el club que esté. Y se gane o se pierda la final, ya estamos en una liga sudamericana. Pero aún hoy algunos aún me apuntan con el dedo y sin disculpas o decirme "Julius, hace tres años nos equivocamos". Los otros dos tenían hasta psicólogo y yo, preso. Nadie me fue a ver. Se portaron muy mal. No tengo mucho que entregar a la selección y ellos no me entregan nada. Estoy contento en Las Ánimas, sé que voy a lograr mis objetivos y salir adelante como un guerrero de vida.