La noche de este miércoles -mañana del jueves en Tokio- será especial para Katherinne Wollermann. La nacida en Concepción comenzará a remar por el oro en los Juegos Paralímpicos 2020 y a consolidar una historia que perfectamente podría ser una serie de Netflix.
Todo se inició en la flor de su vida, cuando -con 19 años- se iba a tragar el mundo en aquel verano de 2012. Pero lo que parecía ser una tuberculosis, interrumpió sus planes, la mandó al hospital de su ciudad y cambió su existencia para siempre. Es que tras varias semanas de tratamientos y exámenes diversos, los doctores descubrieron que Katherinne padecía de mielitis transversa: una enfermedad que inflama la médula espinal de tal manera que se interrumpen las conexiones nerviosas de nuestro cuerpo y por tanto, impide que pueda volver a caminar.
Sí, parecía que su carrera llegaba a su fin. O al menos eso fue lo que sintió durante los tres meses que estuvo encerrada en su casa, tratando de buscar una explicación para lo que experimentaba en esos momentos. Sin embargo, su familia -especialmente su madre Margot- no permitió que el desastre fuera total y junto a la Teletón iniciaron la búsqueda de un nuevo rumbo.
Y el deporte siempre fue una gran alternativa. Básquetbol, natación, tenis y atletismo fueron sus primeras opciones. Y en todas ellas, los resultados eran auspiciosos. Sin embargo, el canotaje la esperaba con los brazos abiertos y el agua se transformaría en su bendición.
“Nunca lo había experimentado. Fue difícil en verdad. La primera vez que lo practiqué fue un desafío. En realidad, siempre lo fue. Primero era mantenerme en el bote, luego fue remar. Tras ello, mantenerme remando. Fue un desafío constante y eso fue lo que me gustó”, aseguró la atleta a la página oficial de los Juegos.
Fue tanto lo que le gustó que no paró más y, cuando la invitaron al Sudamericano 2013, con el único objetivo de que terminara la prueba, supo que podría competir. Y también ganar. “El canotaje me devolvió la libertad que no tenía, había quedado en una silla de ruedas. Gracias al canotaje encontré mis piernas”, aseveró.
Sus espectaculares números
Ese mismo año, terminó sexta en el Campeonato Mundial de Alemania y decidió dedicarse profesionalmente al deporte. Determinación que le permitió en mayo de 2015 clasificar a los Juegos Paralímpicos de Brasil 2016 y sorprender a todos con un cuarto lugar en Río de Janeiro.
Mas, ella no estaba contenta. “Fue doloroso” no subirse al podio, pero también un desafío que la llevaría a buscar superación en su camino a Japón. Trayecto en el cual cosechó una medalla de bronce en el Mundial de República Checa (2017), misma presea que se colgó en Hungría 2019. Doce meses antes, alcanzó la plata en la Copa del Mundo Hungría 2018 y otros dos bronces en Polonia 2019 y Hungría 2021.
Números que más que tensionarla, la motivan para lo que se viene esta semana. “Nunca me he sentido presionada, porque hago lo que me gusta y me desarrollo en eso”, explicó. Sin embargo, sabe que en su categoría -200m KL1- hay dos rivales a vencer: la ucraniana Maryna Mazhula y la italiana Eleonora De Paolis.
“Si bien es cierto que Tokio es un desafío complejo, nos hemos preparado para ello (en las playas de Coquimbo). Considero que en el deporte uno lucha consigo misma y a la hora de que estás frente a más rivales puedes ver qué tan bueno fue lo que uno hizo”, confesó antes de subirse al avión que la llevó al país del sol naciente. Y será allí, sólo allí, donde revelará cuál fue su meta. “Mi objetivo en estos Juegos es personal. Una vez alcanzado podría decir cuál era, porque creo que al decirlo pierdo energía”, concluyó la oriunda de la Región del Bío Bío.