Rusia era una fiesta. Era que no, porque empezaron su Mundial con una goleada inesperada. Seguramente el 5-0 arruinó muchas apuestas, esas mismas que están tan famosas por estos días.
Un ejemplo de la satisfacción se dio al inicio de la conferencia de prensa del entrenador Stanislav Cherchesov, tras el partido. Fuera de protocolo, sonó el teléfono del técnico, quien tuvo que salir de la sala para atender, mientras Denis Cheryshev, su acompañante, quedó contestando las consultas de la prensa. ¿Quién llamaba? El presidente Vladimir Putin. "Me ha llamado Putin y me ha felicitado, y ha deseado suerte a todo el equipo", dijo Cherchesov.
El DT congratuló a sus pupilos "por cómo han jugado por cómo han superado la presión de jugar el partido inaugural". "El Mundial es un torneo que acaba de empezar, hay que pensar ya en el siguiente partido. El siguiente paso es Egipto, un equipo que está en un escalón por encima (de Arabia Saudita)", agregó Cherchesov.
Lo cierto es que el anfitrión comenzó con el pie derecho, disipando las dudas respecto a la manera en la cual llegaban a la Copa del Mundo. Si de resultados se trata, efectivamente estaban al debe. La última referencia en competencias oficiales de los rusos fue en la Copa Confederaciones del año pasado, en la cual quedaron eliminados en la fase de grupos, con dos derrotas y una victoria, ante la débil Nueva Zelanda en el arranque.
La de ayer es la primera victoria en el año para la selección rusa. Antes, jugaron cuatro amistosos, con resultados pobres: derrotas 0-3 con Brasil, 1-3 con Francia y 1-0 ante Austria, más una igualdad 1-1 con Turquía. El último triunfo fue el 7 de octubre de 2017, 4-2 sobre Corea del Sur.
La victoria alimenta las chances de los locales en su afán de alcanzar los octavos de final, no obstante le quedan por delante los rivales más complejos de su grupo.