Claudio Romero era una de las esperanzas del atletismo chileno en París 2024. Lo viene siendo en todas las competencias en las que ha participado. Por sus condiciones y por sus prometedores resultados en etapa juvenil, el lanzador de disco y bala encarnaba la aspiración de encontrar talentos de excepción. Y de llegar lejos en una disciplina en que el éxito suele estar reservado para representantes de otros lugares del mundo. El antecedente es categórico: llegó a ser campeón planetario.
Sin embargo, su presentación no cumplió ninguna expectativa. Ni las ajenas, ni menos las propias. Ubicado en el grupo B, el deportista tenía que superar los 66 metros para avanzar. Sin embargo, se despidió de la peor forma posible: sus tres lanzamientos fueron nulos.
La aguda y autoflagelante crítica
La actuación de Romero termina siendo bochornosa, sobre todo porque ni siquiera fue capaz de acercarse a su mejor rendimiento. A París llegó con el aval de una marca de 67,29 metros. Además, se ubicaba en el 18º casillero del escalafón mundial. Vale decir, estaba obligado a validar tales credenciales en la capital francesa.
Sin embargo, su desempeño estuvo lejos de las expectativas. Las propias y las del Team Chile. Romero, de hecho, no vaciló a la hora de hacerse cargo de su fracaso. “Seré el rey del entrenamiento, seré el rey del calentamiento, pero acá adentro no hago nada”, sentenció a Chilevisión, en una alusión directa a que su rendimiento en los aprontes supera con largueza el registro que constituía su carta de presentación. Y, sobre todo, dando cuenta de su incapacidad para replicarlo en las instancias en que realmente vale: en los certámenes oficiales.
Romero fue aún más elocuente. “Aún soy joven como para hacer otra cosa”, amplió, como una muestra más de la evidente frustración que le produjo no haber cumplido con el propósito para el que asistió el evento que se realiza en la capital francesa. Tiene 24 años.
En Santiago fue lo mismo
La alusión de Romero responde a que en los Juegos Panamericanos que se desarrollaron el año pasado en Santiago vivió la misma situación. A ese evento llegaba avalado por su presentación en el Mundial y por la medalla de oro que había conseguido en el Sudamericano de Sao Paulo.
Sin embargo, tampoco pudo realizar una ejecución adecuada. Esa vez, también graficó su profunda decepción. “No tengo palabras. Estaba preparadísimo, di la cacha”, declaró.
“Siento un vacío en el pecho que voy a tener que llenar entrenando. Estoy para la cagada”, amplió, expresando el desafío de levantar la cabeza y enfocarse en París. Sin embargo, otra vez, el rendimiento le jugó una mala pasada.