La amenaza es Carrascrack

Carrascal

El volante de River Plate es el mayor peligro con el que se cruza Chile en su todo o nada de hoy. Necesita ganar a Colombia para pasar de fase. En caso contrario, se quedará sin los JJ. OO. de Tokio.



Los Calamares es un popular barrio de Cartagena. No aparece entre los lugares a visitar por los turistas que llegan a la Heroica desde todo el mundo, pero si se echa a rodar un balón sí se convierte en un destino que atrapa todas las miradas. En este humilde sector de la capital del departamento de Bolívar se cuentan unas 20 canchas de fútbol, en las cuales los lugareños, empiezan desde pequeños a desarrollar su pasión por la pelota. Cerca del terreno de juego también pululan los vicios. Uno de sus hijos ilustres es Jorge Andrés Carrascal (Cartagena, 1998), que eludió el alcohol y las drogas para aprovechar el talento que lo ha llevado a vestir la camiseta de River Plate y su selección, con la que brilla en el Preolímpico que se disputa en su país.

El mediapunta suma tres tantos en el torneo que reparte dos cupos a Tokio 2020, uno en cada partido de Colombia, que hoy recibirá a Chile en un partido decisivo para definir a uno de los clasificados del grupo A hacia la fase final. A Chile solo le vale ganar. El empate clasifica al equipo de Carrascal, autor del gol del campeonato en el 4-0 ante Ecuador. Cuatro rivales, incluido el arquero, quedaron por el camino en una galopada que comenzó en la mitad de la cancha y acabó en el área con un freno y una definición que aprendió de su ídolo. "Desde que era niño siempre admiré a Ronaldinho, siempre me he inspirado en él", cuenta a La Tercera con una sonrisa que evoca la que caracteriza al brasileño. "Con la habilidad que Dios me dio, puedo hacer cosas fantásticas. Es un gol que no olvidaré jamás".

Aunque su referente es Ronaldinho, se le llamó el Neymar colombiano. "Es un crack, lo admiro, como a Messi, pero no me gusta el apodo. Es una comparación exagerada. Yo estoy haciendo mi camino y no debo meterme presión", comenta Carrascal, quien también idolatra a Giovanni Hernández, recordado por su paso por Colo Colo en 2007.

No asume con ansiedad el duelo ante Chile. "Estos son los partidos que uno siempre quiere jugar. En la cancha solo hay que disfrutar. Presión había cuando jugaba en el barrio, los rivales te pegaban y había que hacerse respetar", recuerda el oriundo de Escallón Villa. "Vengo de un lugar humilde, donde jugábamos contra los otros barrios y, a veces, los partidos terminaban en peleas". De allí le viene la irreverencia que caracteriza su juego y que ha mostrado desde sus primeros regates en las canchas de su Cartagena natal, donde hoy le conocen como Carrascrack.

Su familia fue un apoyo fundamental para que Jorge Andrés creciera por el buen camino, siempre pegado al balón -como el que le regaló su padre, Jorge Luis, cuando apenas tenía dos años- y vistiendo de corto, entre otros, en el equipo fundado por sus tíos maternos. "Si no hubiese tenido ese apoyo de mi gente, capaz andaría hoy en la calle robando o estaría preso", dice el bolivarense, quien en el lado derecho de su cuello se tatuó la palabra "familia" y en el izquierdo un beso de su madre, Olga.

Hoy que todos los focos están sobre él, el goleador del Preolímpico no se olvida de sus comienzos y del difícil trayecto recorrido. Tras despuntar en torneos locales de categorías inferiores, llamó la atención de Millonarios, con el que debutó en Primera en 2014 con solo 16 años. Jugó seis partidos, pero fue un año después, tras el Sudamericano Sub 17 de Paraguay, cuando el Sevilla le ganó la pulseada al Juventus y en 2016 se hizo con sus servicios por 800 mil dólares. Una lesión en los meniscos de su rodilla derecha le apartó de las canchas y le hizo pasar tres veces por el quirófano. La dolencia se complicó y presentó una infección que puso en riesgo su carrera. "En esos momentos duros, nunca pensé en abandonar, sino en seguir luchando. Fue un aprendizaje; siempre hay que luchar y nunca bajar la cabeza", relata con emoción.

Desde Ucrania hasta Argentina

La aventura europea de Carrascal continuó en 2017 en el Karpaty Lviv de Ucrania, donde superó las condiciones adversas del lejano destino, gozó de minutos y volvió a sentirse futbolista. Luego, llegó la llamada de River, donde ha podido continuar su crecimiento. "En Argentina he aprendido a jugar más rápido, hay que pensar antes de recibir la pelota, porque la intensidad no te da tiempo de controlar y levantar la cabeza", comenta.

Y de vuelta en su país para el Preolímpico, el "descaro, atrevimiento y personalidad", con el cual le describe Marcelo Gallardo, ha llevado a Colombia a ilusionarse. Ni siquiera una dolencia muscular en los aductores le apartará del duelo ante la Roja. "Es una pequeña molestia, me duele un poco cuando arranco a correr, pero estoy bien", afirma; "es una final y hay que sacarla adelante". Chile está avisado de que la ruta a Tokio pasa por detener al Neymar que prefiere que le llamen crack. Carrascrack.

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