El fútbol chileno vive pendiente del futuro de su selección. Pero la ANFP no encuentra suficiente motivo para interrumpir sus competiciones. Antofagasta y Curicó disputaban ayer su partido de vuelta de los cuartos de final de la Copa Chile. Sin heridas por la coincidencia: ninguno de los dos equipos tiene futbolistas convocados en los combinados nacionales que se juegan estos días su vida mundial. Hoy harán lo propio Universidad de Chile y San Luis, con el desenlace abierto (0-1 ganó la U en Quillota). Pero aquí sí se advierten estragos: Johnny, Jara, Beausejour y Pinilla están concentrados en Brasil con La Roja. Una agresión a la competencia, una adulteración, y al tiempo una forma de comprobar que, pese a lo que recitan sus versos, nadie se toma en serio el torneo copero. Ni los organizadores ni los equipos afectados.

Hubo algo de negociación para evitar el conflicto de intereses, pero marcado por la desgana y la indiferencia. Según cuentan en la U, la ANFP le ofreció jugar el 27 de septiembre asumiendo que vendrían las eliminatorias y tendría jugadores nominados por Pizzi. La U no aceptó señalando, que quería jugar el 9 de octubre. Al momento que se da a conocer la nómina, desde Azul Azul pidieron mover el partido. Porque a los cuatro nominados por Pizzi, suman los lesionados Leandro Benegas e Isaac Díaz. En la ANFP respondieron con una carta en el que le dicen que la idea de modificarlo ya fue rechazada y ellos mismos no aceptaron. San Luis tiene todo agendado y resulta imposible modificar la fecha. La U sólo acató. La Copa Chile sigue maltratada.