Francisca Crovetto dispara, gana y se abraza. Está emocionada. Celebra junto a su entrenador. Es un triunfo que esperaban. La tiradora nacional lleva más de una década en la alta competencia, pero por primera vez pudo romper esa barrera en los Panamericanos y lograr el tan anhelado oro, que se le había negado con crueldad. En dos oportunidades quedó al borde de la gloria. Grandes presentaciones la llevaron a conquistar la medalla de plata en Guadalajara 2011 y Lima 2019, más un bronce en Toronto 2015. Sin embargo, le faltaba quedar en el primer lugar del podio. Faltaba ese broche ideal.
Este domingo tendría una de sus últimas oportunidades, seguramente. Y lo logró. Más encima, fue en una definición de infarto. En el Polígono de Pudahuel, la chilena tuvo que desempatar la final ante la mexicana Gabriela Rodríguez (su amiga personal). En esa instancia, fue más certera. Derribó cuatro platos. La norteamericana, tres. Acto seguido, el festejo, el desahogo, pero también la tranquilidad.
“Yo quería ser medallista, nunca pensé en el tipo. Afortunadamente ya tenía la clasificación olímpica asegurada, que es de lo más importante en estos eventos. Quise ir etapa por etapa. Obviamente, el oro fue un sueño”, declaró tras su triunfo.
Lo cierto es que Crovetto siempre se ha puesto metas altas. Llegó a Santiago 2023 (la que definió como su casa tras la victoria) ya clasificada a los Juegos Olímpicos de París. Pero eso no fue algo que la relaje. Al contrario, sirvió de motivación. “Debemos planear lo que va a ser el próximo año. Pudimos clasificar hace dos meses y eso nos da espacio para prepararnos con calma. Esto ha sido una gran antesala. Se presenta un gran interés mediático, similar a lo que hemos vivido acá”, señalaba este fin de semana.
En el pasado, ya ha mostrado sus intenciones de mantenerse en lo alto por mucho tiempo más. “A mí me gustaría estar al menos en cinco o seis Juegos Olímpicos y poder acompañar la lista de las y los deportistas con más Juegos en el cuerpo. Afortunadamente, practico un deporte longevo, que me va a permitir ir en búsqueda de ese objetivo si así Dios lo quiere”, le decía a El Deportivo en 2021, antes de participar de Tokio 2020.
Un sueño de pequeña
Francisca Crovetto ha ido a los campos de tiro prácticamente desde que tiene memoria. Desde los tres años que acompañó a su padre. A los diez, disparó ella por primera vez. Ese puede ser el punto de quiebre en su vida. Aunque reconoce que no siempre fue algo que vio con buenos ojos. “Lo odié. Me dolió el rebote de la escopeta, no quise disparar”, declaró en conversación con el sitio oficial de los Juegos Olímpicos.
Luego descubrió el skeet. Comenzó a competir en su adolescencia y ahí no paró jamás. Cuando vio Atenas 2004, su mente dio un vuelco. “Es el primer recuerdo que tengo de los Juegos. Lo vi por televisión y me di cuenta de que era lo mío”, señaló a La Tercera en su momento.
Ya dentro del circuito, fue progresando conforme avanzaban las competencias. En los Panamericanos de Río 2007 fue cuarta. Desde ahí no salió nunca del podio. En Santiago 2023 pudo completar un viejo anhelo. Pero los triunfos había llegado en otros lugares hace mucho tiempo. Ganó el oro en el Panamericano de tiro de Río 2010 y en dos ediciones de los Juegos Bolivarianos.
También ha participado, hasta ahora, de tres Juegos Olímpicos. En Londres 2012 finalizó en el octavo puesto. Luego también compitió en Río 2016 y en Tokio 2020. Un año antes de los Panamericanos que se disputan en el país, había sumado un bronce en las Finales de la Copa del Mundo.
Pero, además, tiene un increíble logro conseguido en La Meca del tiro skeet mundial: justo el día en que cumplió 32 años, el 27 de abril de 2022, se convirtió en la primera tiradora del mundo en acertarle a los 125 platos de una serie. Lo hizo en la fase clasificatoria de la Copa del Mundo de Lonato 2022, en Italia.
El oro en Santiago llega como un gran premio a una carrera de perseverancia y que puede tener otro gran capítulo en París 2024, donde llegará con la experiencia y los éxitos que permitan alimentar la ilusión del deporte chileno.