Sunisa Lee no la tenía fácil en los Juegos Olímpicos de Tokio. Quizás si Simone Biles no se retiraba de las competencias, habría tenido un rol secundario que la hubiese apartado de la atención mundial. Por el contrario, le correspondió asumir el relevo de quien debía transformarse en la gran figura del principal evento deportivo a nivel mundial. Y fue ahí cuando la joven de 18 años ofreció su mejor versión. Dejó a un lado las presiones y terminó adjudicándose la medalla de oro en la final individual femenina, que se suma a la plata que había obtenido en la competencia por equipos. Ahora, aunque aún la atención sigue puesta en Biles, el mundo habla también de ella.

En ese ejercicio, comienzan a conocerse detalles de su vida. Se sabe que nació en Saint Paul, en Minnesota, aunque que profundizar un poco más para encontrar sus auténticas raíces. Esa búsqueda lleva a concluir que es la primera representante de la etnia Hmong que compite en unos Juegos Olímpicos. Y que, además, lo hace con singular éxito.

Los Hmong son una comunidad de origen asiático que nunca se ha establecido en un sitio definido. En sus orígenes se situaron en el sureste de China, pero con el tiempo se trasladaron a Laos. De Sunisa se sabe que es hija de Yeev Thoj, trabajadora de la salud, y que su padre, Houa John Lee, es un veterano de la Marina estadounidense. Cinco hermanos completan el clan: Shyenne, Evionn, Jonah, Lucky y Noah.

Parte de la familia Lee.

Carencias y estímulos

Como toda historia de estrella deportiva que se precie de tal, la de Sunisa Lee también incluye carencias y dificultades que le ayudaron, por un lado, a forjar su talento, pero, sobre todo, a fortalecer su personalidad. Su inicio en el deporte que hoy pone al planeta a sus pies están lejos de las comodidades. A los seis años, cuando ya mostraba condiciones especiales para su práctica, su padre tuvo que apelar al ingenio para dotarla de condiciones para desarrollar su preparación. Así, por ejemplo, le construyó una barra de equilibrio en el patio de la casa familiar.

Otra parte importante fueron los estímulos que recibió para elevar su nivel competitivo. Ya más grande, a los 12 años, su padre le planteó una tentadora propuesta: recibiría un Ipod de regalo si se adjudicaba el oro en el Campeonato Nacional Junior Olímpico que se desarrolló en DesMoines, Iowa. Ambos cumplieron.

El golpe más duro

La historia de Lee y de su familia también incluye un capítulo trágico. Hace dos años, dos días antes de los Campeonatos Nacionales de Gimnasia de Estados Unidos, su padre sufrió un accidente doméstico de proporciones: cayó de una escalera y quedó paralizado desde el pecho hacia abajo.

Sin embargo, la talentosa gimnasta, lejos de dejarse abatir, ocupó esa incidencia familiar como una motivación para seguir superándose. “Ella es alguien que es completamente capaz de manejar la presión. Esta no es la primera vez que Suni ha estado bajo una tremenda presión”, declaró el entrenador Jeff Graba.

Aficionada a la pesca y fanática de la saga Harry Potter, Sunisa también apunta hacia su formación académica. Estudiará en la Universidad de Auburn, en Alabama. Mientras, eso sí, intentará seguir haciendo historia. Su propia historia.

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