La asunción de Mario Salas: “Quería ser el centro del universo, pero me significó estar vacío”

Mario Salas, en su paso por Ñublense
Mario Salas, en su paso por Ñublense. (Foto: Photosport)

El técnico dejó Ñublense y evalúa opciones para continuar su carrera. En el intertanto, vive un profundo cambio personal.



Mario Salas se parece frente a un auditorio. Hay mucho público. El Comandante tiene un micrófono en la mano y todos le prestan atención. El extécnico de Universidad Católica y Colo Colo, quien acaba de terminar su relación contractual con Ñublense, pese a que lo instaló en la Copa Libertadores del próximo año, va dejando fluir un discurso reposado. Ya no están ni el apuro ni la confrontación del análisis postpartido ni de las conferencias de prensa que solía protagonizar.

El estratega no habla de fútbol. O, al menos, no de sistemas tácticos ni de estrategias. Tampoco explica algún resultado, un ejercicio más propio de su profesión. Su mensaje es distinto. Transmite sus experiencias, pero, sobre todo, mucha tranquilidad y paz interior. La suya es una versión absolutamente distinta a la que se le conoció públicamente. Por cierto, está feliz. Lo dice.

La asunción de Mario Salas

El exmediocampista y seleccionado nacional juvenil de rugby habla, derechamente, de transformación. Y alude a Dios como el responsable de su nueva personalidad. De hecho, se desmarca notoriamente del personaje que alcanzó a construir. “Yo quería ser el centro del universo, pero estar en el centro del universo me significó estar vacío, me significó estar solo, me significó estar perdido. Y cuando empiezo a conocer al señor y a relacionarme con él, y es cierto, el Señor nos escoge, pero yo siento que toqué esa puerta con tanta fuerza, que no tuvo más que abrirla y dejarme entrar. Conozco al señor y no me empieza a ir bien, pero me empiezo a dar cuenta de que las cosas no pasaban por mí”, reflexiona.

Me empiezo a dar cuenta de que yo no era el centro del universo, de que en realidad era el Señor el que guía. Ya no empiezo a pedir. Es cierto, me encomiendo, oro, pero me encomiendo a él. Que se haga su propósito y su voluntad. Y lo que yo antes quería, que era dirigir a grandes equipos, estar en la crème de la crème, ya no lo quiero. Ya lo único que quiero es servirle. Lo único que quiero es transformar, es desarrollar, es hacer crecer”, complementa, respecto de la conclusión que extrajo de ese encuentro divino.

“El fútbol es una herramienta”

En el orden de prioridades de Salas, el fútbol es visto de una manera distinta a la concepción que tenía anteriormente. “Me gusta el fútbol, pero creo que es una herramienta que el Señor me da, a través de un don que puso en mí y que me servir, construir, transformar y desarrollar a mis jugadores. Yo soy feliz cuando un jugador mío hace un contrato mejor, cuando conoce al Señor, cuando crece, se desarrolla y se transforma. Ya mis logros, mis objetivos, lo que persigo, son otra cosa. Ya no sé lo que el Señor me depara”, , plantea, literalmente, desde el púlpito.

Ya no pienso en mi futuro, ya no construyo mi futuro, pero ¿saben lo bueno? Es que conozco a quien me lo construye. Eso nos da una seguridad y una certeza y una posibilidad de descansar en él que cada año que termina te permite tirarte para atrás, porque él va a poner las manos para que no te caigas”, insiste, respecto de la forma en que se toma la vida.

Luego, concluye, otra vez en la línea de la transformación que experimenta. “En algún momento, en un gran momento, estaba solo. Mi corazón estaba perdido. La presencia del Señor en mí ha sido gratificante. He cambiado mi carácter, mi forma de encarar las cosas. Ya no trato con esas ansias de querer ser el mejor, sino lo quiero es transformar, desarrollar. Encomendarme a él. Siento que necesito cada día más su palabra”, sentencia.

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