Mientras el plantel de Universidad Católica levanta una nueva corona para sus vitrinas y se roba todo el protagonismo, al otro lado de la cancha un puñado de jugadores llora desconsolado. Se trata de Temuco, un equipo que hace algunos meses llamaba la atención de todo el continente al pasarle por encima a San Lorenzo, pero que ahora mastica el sabor de los potreros de la Primera B.
Han pasado menos de 24 horas de ese suceso y en la capital de la Región de la Araucanía la pena aún es latente. Todo está demasiado fresco. Haber caído de categoría aún se digiere y costará mucho seguir haciéndolo.
"Pero hay que salir adelante y seguir apoyando a Temuquito", dice Mario, un coelctivero de 57 años que ha visto más penas que glorias del cuadro albiverde y que lo seguirá apoyando "a pesar de todo".
Es lunes en Temuco y aunque la gente tiene su cabeza puesta en el trabajo, la derrota del cuadro identificado con la ciudad vuelve a la memoria. Dicen sus hinchas que la derrota de ayer frente a la UC solo cerró un año "que desde lo dirigencial se hizo mal, con malos jugadores y malos refuerzos", según opina Esteban, un cajero de 23 años de un restaurant en el patio de comidas del centro comercial.
Apenas cinco minutos de caminata por las calles de la ciudad hacen darse cuenta que la pérdida de la categoría es un golpe que dolió. Y mucho. Porque detrás de los tres grandes, Temuco es quizás uno de los equipos con mayor identificación en regiones y uno de los que más público lleva a en condición de local.
Y por eso la reinvención deberá ser total. Cuenta desde la institución que su presidente Marcelo Salas sostendrá mañana una reunión en Santiago para definir los pasos a seguir. Lo primero es ver la continuidad de Miguel Ponce como DT. Y empezar a definir el plantel que perderá a varios elementos importantes, como por ejemplo, Mathias Riquero.
Temuco cayó de categoría. Su gente lo siente. Ser de la B después de estar disputando la Copa Sudamericana es un duro golpe.