A pesar del mal rendimiento exhibido en los dos primeros partidos, la Baby Roja solo necesitaba de un triunfo ante México para clasificar como mejor tercero y alcanzar los octavos de final. El fútbol, así, tendía una mano a un equipo que no se había ganado en cancha tal oportunidad, que tampoco aprovechó: el partido terminó igualado 0-0. El equipo de Hernán Caputto vuelve con las manos vacías.
Branco Provoste y Jairo Vásquez volvían a la banca. Yerko Oyanedel se ubicaba como volante izquierdo, y Junior Bórquez regresaba al arco tras su expulsión ante Inglaterra. No solo los nombres cambiaron en Chile, sino también la actitud. Desde el primer minuto se mostró un ahínco a la altura de lo que se estaba jugando. Los seleccionados transmitían sacrificio, para el que la preparación física fue de gran ayuda.
Pero nada de eso serviría si la disposición técnica no acompaña a los deseos. Hernán Caputto y su staff proponían un equipo que no iba al todo por el todo. Que continuaba con su conservadurismo, con su tendencia a lo defensivo, como si el empate los llevara a segunda ronda.
La pelota estuvo en la posesión mexicana en todo momento. Si bien los ataques aztecas eran neutralizados por una defensa que se mostraba mucho más sólida, la presión chilena no trascendía la mitad de cancha. Medio campo era regalado por Chile. Tal permisividad, obviamente, le entregaba todo el protagonista a México y, por ende, las ocasiones de peligro se sucedían unas a otras en el área nacional.
A los 20' de la Rosa remata cerca del primer palo y Bórquez, figura del partido, contuvo el tiro con un gran achique. El fútbol norteamericano llegaba hasta la línea de fondo de la Roja, y los chilenos no mostraban reacción. A los 23' Bórquez nuevamente se luciría mandando al tiro de esquina un gran tiro libre.
Ya en el segundo tiempo, toda actitud chilena residió solo en la ambición de sus jugadores. Caputto no daba muestras de querer adelantar las líneas y le cedía el 75% de la cancha a México, para que hiciera y deshiciera con su juego. Campos continuaba siendo el único referente de área y los cambios hechos, como Díaz por Oyanedel, solo eran puesto por puesto. Ni siquiera existían una intención desde la banca por aumentar la dotación de jugadores en ataque. El cero en portería lo era todo, incluso si eso llevaba a la eliminación.
Los aztecas continuaban desperdiciando ocasión tras ocasión. A los 61', vendría una jugada muy parecida a la del primer tiempo, con Pérez encarando y centrando al primer palo, aunque de la Rosa no pudo convertir en el primer palo.
Cinco minutos más tarde, Aravena tendría la ocasión más clara para Chile. El joven encaró y remató levemente. El rebote, en un mexicano, hizo que el balón se fuera por poco. Ya todo intento era caótico, ya cada arremetida chilena era mediante el pelotazo. México pudo sellar el partido luego de que Bórquez saliera de su área y perdiera la pelota, propiciando un tiro al travesaño que solo alargó la inminente despedida chilena.
La Baby Roja quedó fuera no por la superioridad de sus oponentes, sino por insistir en un estilo mezquino, desordenado, sin impronta. Defender a toda costa superó las ganas de alcanzar los octavos de final. Chile regresa sumido en el fracaso, con un plan ofensivo que colinda con la vergüenza y la solidez defensiva convertida en un mero recuerdo.