La suerte de Rafael Dudamel está echada. Apenas el acuerdo respecto del costo de su salida traba su inminente salida de Universidad de Chile. La caída frente a Audax Italiano terminó por colmar la paciencia de Azul Azul con el técnico venezolano. Hace rato que la relación viene desgastada. En los laicos nunca convenció el estilo de juego que ha impuesto el técnico. Para colmo, el sumario sanitario al que fue sometido por una reunión con algunos jugadores y colaboradores en su domicilio, en plena cuarenta, había aumentado los cuestionamientos en su contra.
Cuando se concrete el trámite de su salida, el llanero se sumará a una indecorosa lista que resume la inestabilidad de los procesos técnicos en la U. El resumen es categórico y concluyente: de los últimos diez entrenadores que han asumido el banco estudiantil, solo dos han llegado a dirigir en más de 30 partidos en Primera División. Ese privilegio les corresponde al actual seleccionador, Martín Lasarte, quien estuvo en 49 encuentros entre 2014 y 2015, y a Guillermo Hoyos, quien dirigió 40 compromisos entre 2017 y 2018. Ambos fueron campeones. Machete logró el Apertura de 2014 y la Copa Chile y la Supercopa en la temporada siguiente. Hoyos se consagró en el Clausura de 2017.
El resto no suma más que decepciones. A Lasarte lo sucedió Sebastián Beccacece, en un intento por revivir los buenos momentos que se produjeron durante la gestión de Jorge Sampaoli. La llegada del transandino comenzó a fraguarse, de hecho, cuando el uruguayo aún trabajaba en el club. Sin embargo, el proceso terminó abruptamente. Pasaron 21 encuentros, algunos de ellos con finales escandalosos, como el clásico universitario en el que el estratega terminó pateando un cooler.
El derrotero lo continuó Víctor Hugo Castañeda, quien duró apenas nueve encuentros. Después del volante, asumió Hoyos, con los resultados exitosos ya mencionados.
Un puesto inestable
Un interinato de cinco encuentros de Esteban Valencia antecedió a otra de las grandes apuestas de los azules: el argentino Frank Kudelka. Sin embargo, la gestión del transandino también terminó anticipadamente: 19 partidos y, otra vez, acusaciones respecto de que el arribo del siguiente entrenador, Alfredo Arias, había alcanzado un acuerdo antes de que concretara su partida.
Al charrúa, avalado por la buena imagen que había dejado en su paso por Santiago Wandereres, la suerte tampoco le favoreció: su gestión duró 12 partidos. Su reemplazante, Hernán Caputto, quien dejó la selección Sub 17 para apostar por un desafío mayor, permaneció un poco más: 25 duelos.
Tras la salida del exguardameta, Marcelo Jara ejerció como interino en dos compromisos. Luego de ellos arribó Dudamel. Al ex arquero y referente de la selección venezolana lo avalaba la gran campaña que había cumplido con las selecciones menores de la Vinotinto. Sin embargo, en su paso por los laicos nunca pudo convencer a la dirigencia ni a los hinchas y su partida es cuestión de horas. Con 23 encuentros a su haber, su ciclo será una muestra más de un puesto que no garantiza ni de cerca la estabilidad laboral.
Un fierro caliente
“En el fondo, uno está preso de los resultados. Lamentablemente el trabajo del entrenador es así. Uno puede tener un precioso proyecto, mirada de futuro e incluso hacer cambios sustantivos en la institución, pero si no está sustentado con los resultados, es el riesgo de estar en un equipo así. Como la U, Colo Colo o la UC. No debiera ser de esa forma, pero los hechos demuestran que lo es”, explica César Vaccia, bicampeón con los estudiantiles entre 1999 y 2000.
El estratega cree que la inminente salida de Dudamel entra la misma lógica. “Al final, pasa la cuenta. Dudamel nunca logró tener un modelo de juego. Todo lo que quiso poner en práctica no logró plasmarlo. Nunca logró que el equipo mostrara una identidad. Siempre fue todo muy difuso. No había una forma de jugar”, evalúa.