Por nivel futbolístico, el Superclásico fue uno de los partidos más decepcionantes del año. Ni Colo Colo ni Universidad de Chile estuvieron a la altura de las expectativas que genera el encuentro más importante del fútbol chileno, que terminó en un pálido empate en blanco. Los hinchas, menos. La actuación de los fanáticos más violentos terminó por empañar aún más el espectáculo y por abrir otro flanco: la disputa entre los clubes para determinar quien se hará cargo de los perjuicios. Blanco y Negro le reclama a Azul Azul el pago de los cuantiosos daños que los seguidores del cuadro laico provocaron en la infraestructura del estadio Monumental.
En Macul le pasan la factura a la concesionaria que administra al club universitario. El monto no es menor: estiman que el total de los daños supera los $ 46 millones de pesos. Sin embargo, según la carta enviada a la concesionaria, solo deberán cancelar $ 17.300.000.
El detalle
La concesionaria que administra al Cacique detalla cada uno de los gastos que implican las reparaciones. Cabe destacar, que en la previa al cotejo, casi dos horas antes, existió una reunión de emergencia entre Colo Colo, la ANFP y Estadio Seguro frente al mal comportamiento que ya estaban exhibiendo los hinchas laicos en Magallanes, la localidad que les fue destinada.
“De acuerdo con la avaluación realizada por mi representada, se habrían producidos daños por aproximadamente $26.911.670 (veintiséis millones novecientos once mil seiscientos setenta), correspondientes a la reposición de los cristales y reparación de baños, rejas y portones”, especifica.
No es el único valor que hay sobre la mesa, pues un grupo de fanáticos azules ubicados en el sector Magallanes destruyó parte del sistema de audio del recinto deportivo. “A ello, debe sumarse el valor de los parlantes (8), que tienen un valor aproximado de $19.200.000.- (diecinueve millones doscientos mil pesos)”., estipula Blanco y Negro.
Ambos conceptos redondean el valor final. “Por lo tanto, el total de daños asciende a la suma de $46.111.670.- (cuarenta y seis millones ciento once mil seiscientos setenta pesos)”, consigna un fragmento del escrito al que tuvo acceso El Deportivo, en la querella que fue declarada admisible este martes.
Problemas varios
La del 12 de marzo en Macul fue una jornada especialmente compleja. La U, por ejemplo, acusó que el vestuario que debía ocupar en el estadio colocolino estaba sucio. “Había vendas, polvo, papel higiénico por todos lados, totalmente desaseado”, reclaman en el cuadro estudiantil”, detallaron. También expresaron que había basura en la zona de calentamiento.
La gravedad de los problemas creció. Los buses que trasladaron a la delegación estudiantil, lo que incluye a jugadores, cuerpo técnico, dirigentes e invitados, fueron apedreados en pleno camino al recinto. “El bus está con los vidrios rotos, la gente terminó tirada en el suelo”, relató Michael Clark, presidente del cuadro universitario, quien después transmitiría toda su molestia a los albos a través de una nota formal. El calvario continuó en el ingreso al estadio donde, inexplicablemente, coincidieron con el bus que llevaba a los dueños de casa. En la U reclaman que Colo Colo no manifestó preocupación alguna por favorecer un ingreso expedito y, sobre todo, seguro.
La cronología de situaciones continuó con el descenso desde los buses. La dirigencia laica denunció que ni siquiera se les habilitó el acceso especial a la tribuna Rapa Nui, que suelen ocupar los dirigentes colocolinos para evitar el contacto con los fanáticos. Esa decisión volvió a exponer a los estudiantiles a la agresividad de los hinchas anfitriones. En ese contexto fue que se produjo la agresión a la vicepresidenta azul Cecilia Pérez, quien recibió un golpe de puño en la sien derecha. “Dentro del estadio hubo una agresión a Cecilia Pérez, eso es impresentable”, sostuvo. “Una mujer, dirigente del club, que es la vicepresidenta, fue agredida con un golpe de puño. Va a constatar lesiones, porque eso no puede ser. Estamos viendo lo que vamos a hacer, hay varios canales, está el tema con Estadio Seguro, el de la ANFP”, decía Clark.
Hubo más. En pleno desarrollo del partido, un grupo de violentistas albos lanzó fuegos artificiales hacia el sector en que se ubicaban los hinchas laicos. Y uno más, tan insólito como grave: mientras el juvenil José Castro era atendido por la compleja lesión que sufrió, desde una de las tribunas que ocupaban los adeptos albos cayó una cortaplumas abierta. “Un cuasidelito de homicidio por quien tira un arma blanca abierta a la cancha”, lo calificó Clark.
Todos los problemas fueron expuestos por el juez del encuentro, Cristián Garay, en el informe que elevó al Tribunal de Disciplina, que puede adoptar diversas sanciones. El rango de los castigos va desde una amonestación hasta multas de 500 UF y penas de hasta 15 partidos sin público.