La caída libre del fútbol chileno

Un balón sostenido por una malla
Un balón sostenido por una malla (Foto: Pedro Rodríguez)

La Roja al borde de quedarse sin Mundial aunque Gareca siga, el directorio de Blanco y Negro a los golpes, la invasión de hinchas en Iquique. La actividad que concita el interés de millones de fanáticos en el país no deja de dar muestras de una preocupante decadencia.



Domingo 16 de marzo. Deportes Iquique cae por goleada frente a Unión Española en el Tierra de Campeones. Han pasado 72 minutos de juego cuando un grupo de delincuentes decide, sin que nadie se los pidiera, ponerle término a la afrenta. Eligen, por cierto, el peor camino posible: el de la violencia. Invaden el campo de juego con el objetivo de amedrentar a los jugadores locales quienes, impávidos, atinan apenas a intentar controlarlos y a evitar que el conflicto escale y dé paso a las agresiones. Hubo más. La vivienda de Cesare Rossi, el presidente y controlador del club, fue atacada con fuegos artificiales. Horas después, los propietarios de la institución decidieron anunciar su venta. Ya no quieren estar a cargo de un club que, hace 17 años, ayudaron a reflotar.

El fútbol chileno entrega otra preocupante señal de una caída libre. Hay elementos de sobra para considerarlo así. Sin ir más lejos, la Selección, que es la cara visible del producto, está al borde de perderse el tercer Mundial al hilo, después de los de Rusia y Qatar. Este viernes se ratificó la permanencia de Ricardo Gareca, al menos hasta los duelos ante Argentina y Bolivia. La alta indemnización (US$ 1,3 millones) y las dudas respecto de la sucesión frenaron el impulso de despedirlo.

Hasta Colo Colo, otra de las cartas de presentación, se anotó un bochorno: en la sesión de directorio correspondiente al mes de febrero, sus dirigentes terminaron a los golpes. Su presidente, Aníbal Mosa, acusó una agresión del director Carlos Cortés. Para completar el cuadro, apareció en silla de ruedas y con un cuello ortopédico.

Partidos suspendidos

El fútbol chileno toca fondo. Ya ni siquiera se puede asegurar que los partidos se jugarán. Basta decir que ninguna región del país estuvo dispuesta a recibir la Supercopa, que debían animar los albos y Universidad de Chile, los dos mejores equipos de la temporada anterior, quienes se quedaron los títulos del Campeonato Nacional y la Copa Chile. La de Coquimbo, que abrió inicialmente las puertas de La Serena, terminó declinando. La Delegación Presidencial local estableció una serie de trabas hasta que, finalmente, el compromiso que iba a disputarse el 26 de enero terminó por posponerse. Aludió a exigencias incumplidas que en Quilín, naturalmente, descartaron. Nadie tiene certeza de cuándo se realizará.

La única que existe es que son cada vez menos los que quieren recibir al fútbol. Ninguna ciudad quiere asumir un evidente riesgo: el de la violencia en los estadios o en sus alrededores. Los clubes, como organizadores de los encuentros, tampoco tienen entre sus prioridades invertir al nivel que requiere controlar el flagelo y si quisieran hacerlo chocarían con un elemento crucial: la propiedad de los recintos deportivos. En todos los partidos, sobre todo en los de los clubes de mayor convocatoria, se puede observar la detonación de fuegos artificiales. Por un lado, el abierto desafío de los grupos organizados y, por otro, la evidencia de que los sistemas de control no funcionan.

Sin ir más lejos, en el actual torneo, que luce el renovado nombre de Liga de Primera, se han tenido que suspender tres partidos (considerando otros torneos la cifra se eleva a 11 en 90 días): el de la UC frente a Audax Italiano; el de Unión Española y Universidad de Chile y el de los cruzados y Colo Colo. La falta de estadios y la deplorable condición en que se encontraba la cancha del Santa Laura, el comodín a la hora de albergar duelos, explican la decisión. Hasta el Presidente Gabriel Boric, un reconocido hincha de la UC, salió a criticar la situación. “Hay un problema con los estadios. Vi el tema del Santa Laura. A mí no me gusta tanta suspensión que hay, lo encuentro lamentable”, afirmó el Mandatario.

ANFP en la mira

Hay más señales de que el fútbol chileno atraviesa por una profunda crisis. La ANFP vive la propia. En la cancha, la Selección, otrora producto estrella de la entidad que preside Pablo Milad, lucha por mantener viva la esperanza de clasificar al Mundial, un logro que, al margen de honor deportivo, vendría a significar un salvavidas económico para una entidad en permanentes apreturas. Entre los timoneles de los clubes, hace rato que el curicano recibe críticas por su administración y por la escasa presencia que demuestra a nivel internacional. Ahí donde muchas veces se suele desequilibrar la balanza. “Van a seguir pasando. Estoy cansado de decirlo. Mientras no cambiemos las estructuras y nos modernicemos. Hay que ponerse al día. Una estructura administrativa profesional rentada, con objetivo e incentivos. Nadie del Consejo puede dirigir el fútbol. La gente en este país necesita creer y hoy nadie le cree a nadie. Traer gente de la FIFA que haga un plan. Creamos divisiones que no debimos, hicimos todos lo que no debimos hacer. Los presidentes tendrían que ser como el Senado. Con lo que paga la Conmebol se puede hacer. Abrir esto. Reformar esto. Esto es algo que le pertenece al país. Apareces como el dueño, pero sin la gente eres nadie. Hay que ponerlo en el mundo actual. Todo lo demás, cambiar una persona por otra, no cambia nada. Acá cualquiera tiene una opinión, suspende un partido, limita un aforo”, diagnostica Ricardo Abumohor, expresidente del fútbol chileno y propietario de O’Higgins.

Deportes Iquique vs Union Espanola, Campeonato Nacional 2025
Hans Salinas, capitán de Iquique, intenta controlar a uno de los hinchas que invadió la cancha del Tierra de Campeones (Foto: Photosport)

El descalabro es a todo nivel. A fines del año pasado, por ejemplo, se discutió profusamente cómo rebajar el gasto en una instancia clave para el surgimiento de nuevos jugadores, esos que reclama la Roja ante la proximidad de la fecha de vencimiento de los estandartes de la Generación Dorada cuya participación, en rigor, se ha estrujado al extremo. Los países realmente desarrollados en materia deportiva lo consideran una inversión. La ANFP no estaba en condiciones de aportar los $ 5 mil millones que cuesta sostener las respectivas competencias.

“Campeonato de mierda”

El debate fue álgido e incluyó marchas de quienes sintieron la reducción de categorías como una amenaza al sueño de convertirse en futbolistas profesionales. El propio y el de sus hijos o afectos más cercanos. Finalmente, aunque el orden deportivo se mantuvo, los clubes tuvieron que meterse la mano al bolsillo para contribuir al financiamiento de los torneos. Lo hicieron, por cierto, a regañadientes.

Abumohor insiste en que, más que personalizar en Milad, se requieren cambios profundos. “Si se va Milad y viene otro con la misma estructura, va a ser lo mismo. Tiene que intervenir el gobierno, reformar la ley de SAD. Ellos la hicieron Y si se quieren separar la ANFP y la federación tiene que con reglas claras. Acá tiene que haber un sistema moderno, distinto, modificar todas las categorías. Si no lo hacemos, nos vamos a ir de bochorno en bochorno. Estamos construyendo en un pantano. El país necesita credibilidad. Y la tecnología transparentó el mundo. El deporte le pertenece al país. Por eso debe ser comunicado y bien manejado. Si eso pasa, la gente te sigue. Yo lo viví”, enfatiza.

Carlos Caszely también se involucra, incluso en términos más duros. “En este campeonato de mierda, ya tenemos tres partidos suspendidos. La U ya no va a llegar en su mejor momento a la Copa. Colo Colo ya no llega en su mejor momento, porque han suspendido partidos. Y llevamos recién tres fechas. Imagínense lo que va a pasar en un mes más, cuando haya partidos de Copa Libertadores. Yo digo que durante dos años se jugó sin público. A los equipos no les importa que vaya público. No suspendan los partidos. Háganlos en Quilín. Buenas canchas, buenos camarines. Háganlos sin público, pero no los suspendan. Es malo para el fútbol y para el hincha”, golpeó la mesa en la radio Cooperativa.

Punto de prensa del presidente del futbol chileno.13/11/2024
Pablo Milad, presidente de la ANFP (Foto: Photosport)

En la otra vereda, hay quienes prefieren desdramatizar. “Yo no lo veo tan crítico. Quizás lo veo desde la realidad de mi club. En mi club no veo crisis. Sí la actividad la veo un poco convulsionada de un tiempo a esta parte. Las epidermis andan muy sensibles. Al más mínimo hecho saltan todos los temas, relacionados o no con el fútbol. Hay varias cosas que están sucediendo. Quizás vengo un poco más limpio, porque estuve dos años fuera. Uno ve lo que pasa en el país y lo sucedido en Iquique, sin bajarle el perfil, es reflejo de muchas otras cosas. Y se ve en otras partes del mundo. Son cosas que pasan a diario. Cuando me hablas de crisis, veo que hay otros entes que colaboran en la crisis del fútbol también. O de lo que llaman crisis. Hoy Carabineros, por cualquier cosa, no nos deja jugar. Veo, también, algo de animadversión con algunos clubes. Tampoco veo mucha disposición para sacar adelante los partidos. El Sifup mantuvo una amenaza de paro que impidió jugar un par de días”, apunta Hernán Rosenblum, presidente de Huachipato.

Eso sí, el timonel acerero reconoce que se requieren medidas. “Hay temas históricos por resolver. La violencia es uno. Estadio Seguro no ha sido una solución real y efectiva. Pensar que poniendo más guardias se van a solucionar los problemas es un error, cuando la violencia es el reflejo de una sociedad. No veo un empeoramiento similar al que vive la sociedad. En el fútbol estamos estancados. No hemos mejorado, pero comparado con el aumento de la violencia en el país tampoco se ha empeorado. Hay que hacerse cargo de darle tranquilidad a la gente, pero el apoyo es prácticamente nulo. Por eso pasan cosas como las de Iquique. Que es grave, pero comparado con otros hechos de violencia, es menor”, analiza.

Una enfermedad que da síntomas

En 2016, Chile era algo así como el epicentro del fútbol sudamericano. Había obtenido dos títulos continentales (la Copa América de 2015 y la Copa América Centenario del año siguiente) y registraba dos participaciones mundialistas consecutivas (Sudáfrica 2010 y Brasil 2014). El ciclo se cortó y, desde ahí, todo ha sido decepción: con los mejores jugadores que ha producido en su historia, la Roja no fue a Rusia 2018 ni a Qatar 2022.

A nivel de clubes, el desastre es similar. Los cuartos de final de la Copa Libertadores que alcanzó Colo Colo el año pasado parecen ser apenas un espejismo, aunque por otro lado constituyan una obligación para el club que más invierte en el país. Este año, Iquique y Ñublense no lograron acceder a la fase de grupos de la competición, la instancia en que los premios crecen considerablemente. Los Dragones Celestes tienen una nueva esperanza para figurar: la Copa Sudamericana. En esa certamen también participarán Palestino (grupo E, con Cruzeiro, Unión de Santa Fe y Mushuc Runa) y Unión Española (grupo F, con Fluminense, Once Caldas y Gualberto Villarroel).

Esta semana, albos y azules conocieron a sus rivales en el principal torneo de clubes de esta región del mundo. No da para ilusionarse demasiado. Para ambos, el sorteo fue duro. El Cacique se medirá con Racing, último monarca de la Copa Sudamericana, Fortaleza y Atlético Bucaramanga. Los azules, con Botafogo, el actual campeón, Estudiantes de La Plata y Carabobo, de Venezuela.

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