Séptima etapa del Dakar. De repente, a 276 kilómetros de la línea de salida, el cuerpo de un piloto yace sobre la arena. Es el del experimentado portugués Paulo Gonçalves, 40 años. A diez metros, caída, está su moto con el dorsal número ocho. La estampa de la muerte, que nuevamente golpea el rally más exigente del mundo, el más peligroso.
Los primeros en ver la escena son Stefan Svitko y Toby Price, que aprietan el botón rojo de sus vehículos para dar la alerta. Esperan a que lleguen las asistencias, como marca el reglamento. Luego se van. Los demás participantes ni se detienen. Miran y continúan. Los motores siguen sonando por el costado. La carrera se prolonga. La etapa concluye. Ni siquiera una muerte la detiene.
Sí permanece más tiempo al lado del cadáver su excompañero y amigo Kevin Benavides. Aturdido, incrédulo, roto. Pero pasado un rato, también vuelve a la competencia, a recorrer los 270 kilómetros restantes de especial por la arena. E incluso gana la etapa, ya que la organización le descuenta del cronometraje el tiempo que estuvo velando a Gonçalves.
Ocho minutos pasan desde el aviso de Svitko y Price hasta que llega la ayuda médica. Nadie consigue hacer nada por salvar al motorista luso, que prácticamente abrió la etapa (partió el octavo). Su cuerpo no respira y no hay forma de reanimarlo. Un helicóptero se lo lleva cadáver del desierto hasta el hospital de Layla, donde se confirmó el fatal desenlace. No se saben los motivos de la tragedia. Solo lo que indicó la señal del GPS que seguía la evolución del piloto en la carrera. "Primero una fuerte desaceleración y, a continuación, un stop brusco". explicó el director de la carrera, David Castera.
La organización decidió suspender la etapa de hoy en señal de duelo, pero solo en la categoría de motos y de quads. Las restantes cumplirán con el programa previsto.
El impacto golpeó la carrera. Luego de finalizar el día, los llantos y los pésames se multiplicaron. Desoladora fue la imagen del también portugués Joaquim Rodrígues, arrodillado en la soledad del desierto. Miraba al cielo como buscando respuestas. Era su cuñado y compañero de equipo el que había muerto.
"Es un día triste para la gente de los rallies. La clasificación ahora da lo mismo. Más allá del deporte está la vida", dijo el líder de la categoría, Ricky Brabec.
"Hoy es uno de esos días que uno espera que nunca lleguen. Nos deja un tremendo piloto y una persona aún más grande. Por siempre en la memoria", comentó el chileno Ignacio Cornejo. "Qué pena más grande siento en este momento, sin lugar a duda es el día más difícil y doloroso desde que practico este deporte. Paulo Goncalves fue un guerrero", añadió Pablo Quintanilla. "Son momentos muy difíciles. Nosotros estamos aquí para los pilotos y los aficionados que quieren vivir la aventura, disfrutar. Paulo llevaba muchos años con nosotros, lo conocíamos todos, era una figura", dijo Castera.
El día se cerró con un sentido homenaje en el campamento.