El partido que todos querían ver cumplió con las expectativas. Intensidad, fricción, polémicas y ganas de ganar, cada uno desde su estilo. Lo cierto es que el Real Madrid y el Paris Saint-Germain animaron un choque de colosos que llamaba la atención desde cualquier punto de vista, pasando por lo deportivo hasta por lo económico, con dos de los mejores jugadores del mundo frente a frente (Cristiano y Neymar), y porque una final anticipada se dio en octavos de final. Sea el que sea, el herido que deje la llave tendrá consecuencias. La ida fue para los blancos por 3-1, dando vuelta un marcador adverso.
El Santiago Bernabéu fue una caldera, una olla a presión. Era que no: la Champions es la opción de salvar la temporada para los merengues, considerando que La Liga es una quimera (están a 17 puntos del Barcelona) y que se despidieron de la Copa del Rey tras una vergonzosa eliminación ante el Leganés. Zidane prefirió a Isco por sobre alinear a la BBC desde el inicio, para darle más elaboración y menos ataque directo. Por su parte, a un año del descalabro ante el Barcelona, Unai Emery confiaba en el poder del trío Mbappé-Cavani-Neymar para bajar al campeón vigente.
Desde la izquierda, Neymar era el motor de los parisinos. Blanco de las pifias madrileñas y el juego brusco rival, era el principal objeto de preocupación para el Madrid. De los tres de arriba fue el más activo. Cavani fue bloqueado por los centrales. Nunca pudo estar cómodo de cara a Navas. Fue reemplazado en el segundo lapso.
Como idea de juego, la del PSG era más clara. Tampoco fue a arriesgar de más en el Bernabéu, sino que avanzaba metros esperando alguna aparición de sus volantes mixtos o de sus delanteros. Pillando mal parada a la defensa merengue, abrieron la cuenta. En los 33', Adrien Rabiot, uno de los mejores de la visita, ingresa al área como atacante y define al centro del arco, luego de que Neymar no conectara un centro.
Cristiano no lo podía creer. Se notaba ofuscado, frustrado ante cada opción desperdiciada del Madrid. No obstante, el paso de los minutos hizo que el portugués fuese parte vital de la victoria. Un nexo casi por inercia que se produce entre CR7 y el certamen. Al final del primer tiempo, empató de penal, luego de un polémico cobro del italiano Gianluca Rocchi por falta de Lo Celso sobre Kroos. Cristiano convirtió, el que fue su gol 100 en Champions con la camiseta blanca. El primer jugador en anotar 100 tantos con un mismo club en la competencia.
La diferencia de dos goles fue excesiva por el desarrollo del cotejo. Pero los cambios de Zidane fueron el quiebre en el segundo tiempo, particularmente el ingreso de Marco Asensio, quien participó de los dos últimos goles. Cuando el empate parecía cerrado, un mal rechazo del golero Areola permitió que CR7 tocara el balón con una rodilla y anotara. A cuatro del final, Marcelo amplió la diferencia, para que el Madrid llegue con más margen al vuelta, que será el 6 de marzo. Promete ser más intensa que la ida.